Chad parece nervioso. Se le hace raro, ya que llevan un año saliendo y nunca está nervioso cuando está con él.
-Cielo, ¿te pasa algo?- le dice rodeando sus hombros con su fuerte brazo y nota como el cuerpo de su novio se tensa bajo su tacto. ¿Ha hecho algo mal?
-No...- susurra casi inaudiblemente el menor y agacha la cabeza. Está... ¿rojo? Pone una mano en su frente y al fin le mira a los ojos, frunciendo el ceño -¿Qué haces?- ríe un poco, sacándole una sonrisa al más mayor.
-Una de dos. O tienes fiebre o estás sonrojado.
Los ojos de su chico se abren como platos, haciendo que Byron suelte una carcajada y, después de revolverle un poco los rizos, le planta un beso en los labios. Uno corto, aunque parece que a Chad se le ha hecho eterno porque está hiperventilando como si no pudiera respirar.
-¿Te encuentras bien?- éste asiente pero Byron duda de que le esté diciendo la verdad. Últimamente ha notado que algo en él está raro. No es el mismo de siempre, y tiene que averiguar por qué.
El chico suelta un suspiro y mira a los ojos azules de Byron. El rubio sabe que va a hablar, y le anima con una sonrisa.
-¿Te acuerdas de... cuando hablamos de... sexo?- tartamudea y Byron muere de ternura. ¡Sólo era eso! ¿Está nervioso? Sabe que Chad es virgen y no quiere cagarla, aunque él ya no lo sea.
-Claro que me acuerdo pero... no entiendo qué tiene que ver eso con tu sonrojo- dice sonriendo. Sabe ya lo que le pasa pero quiere oírlo de sus labios.
-Bueno... Chelsey me dijo que algún día... pues... nos... ya sabes... acostaríamos- se sonroja si es que se puede más y Byron tiene una sonrisita tonta en la cara -Y sabes que yo nunca lo he...
-Amor- lo interrumpe y palmea sus piernas, pidiéndole que se siente en su regazo. Duda un momento pero, ya que no es la primera vez que hacen eso, lo hace. Se sienta con las piernas hacia un lado y esconde la cara en el hueco del cuello del más mayor, haciendo que éste suelte una risilla -Mírame, canijo- levanta la mirada, con un poco de "enfado" en sus ojos.
-No me llames así- hace un puchero.
-Te llamaré así hasta que me pases de altura- le toca la nariz con el dedo. El otro chico va a protestar pero Byron no le deja ya que comienza a hablar -No tienes por qué estar nervioso...- le acaricia la mejilla, sonriendo -...ya que yo siempre voy a cuidarte y no te pasará nada, ¿entiendes?- Chad asiente, embobado al escuchar esas palabras -Si no quieres tan pronto lo entiendo, llevamos sólo un año y es posible que te de miedo al principio. Lo haremos cuando tú quieras.
-Vale- murmura el de ojos grises, totalmente embelesado.
Byron sonríe y se acerca con cuidado a besarle, como si en cualquier momento se fuera a romper. Chad es lo mejor que le ha pasado en la vida, no quiere perderlo nunca. Jamás olvidará ese día hace seis años, cuando se conocieron en primaria, y Byron le ayudó a ir a la enfermería, ya que se había hecho una pequeña herida en la rodilla mientras jugaba al fútbol. Cuando hizo que dejara de llorar, supo que iban a ser grandes amigos. Lo que no esperaba ninguno de los dos era que, años después, se iban a enamorar el uno del otro.
Porque Byron está perdidamente enamorado de él, y no quiere perderlo nunca. Si le pasara algo no sabría cómo seguir adelante. Él era su todo.
Se separan del beso y, ahora que están más cerca, Byron puede ver que los ojos de su novio se encuentran vidriosos, como si estuviera a punto de echarse a llorar. A demás tiene ojeras y bolsas en los ojos, y le nota la cara cansada. ¿Qué pasa con él?
-Oye, Chad- coge su cara entre sus dos manos y le da un besito corto antes de volver a hablar -¿Has dormido bien?
Por un momento, parece ver una mueca de culpabilidad en su rostro, pero sigue sin entender nada.
ESTÁS LEYENDO
Cómo enamorarse sin morir en el intento
Roman d'amourConversaciones. Risas. Palabras. Encuentros. Amor. Amistad. Portada: RealitySuck