04. ENCUENTRO

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Creía que después de aquello tendría todo lo necesario, pero resultó muy ingenuo

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Creía que después de aquello tendría todo lo necesario, pero resultó muy ingenuo. Su camino no fue mostrado al instante, de lo contrario, hubiese salido corriendo de allí, pero esperó, pues los rayos iluminaron sobre su cabeza y los truenos comenzaron a retumbar por las chozas de alrededor; algo pasaba, lo podía oler… No, de verdad lo podía oler, el olor a azufre inundó sus fosas nasales y se sintió marear. Tosió, y la gente comenzó a disiparse al observar la fumarola color púrpura que se armó alrededor suyo, cubriéndolo por completo; algunas brujas y magos se rieron de él y corrieron cuando la Bruja Mayor apreció frente a él, con una mueca de repudio hacia el torpe humano.

  —¡Es Arlissa! —gritaron por ahí, y el resto que quedaba en la explanada había desaparecido en un santiamén.

Jung Kook seguía tosiendo, intentando disipar la densidad del humo para poder ver, pero dio un brinco al encontrarse de frente con una mujer albina de ojos negros, tan negros como el más profundo e infinito de los abismos: —¿Quién eres?

  —¿Tú quién eres? ¿Y por qué estás pidiendo por un Nigromante tan poderoso en una celebración tan especial como esta? —La fumarola se disipó por fin, dejando ver a Jeon que ahora se encontraban en una habitación repleta de espejos que distorsionaban su imagen, y en ninguno de ellos la bruja podía reflejarse, su voz retumbando en ecos profundos, como si se tratara de una alucinación, pero era realmente sólo eso: el tono real de su voz.

  —¿Qué? ¿Dónde estamos? —De cualquier forma, ¿cómo era posible que esa bruja haya oído lo que pidió con tanta desesperación? ¿acaso estaba cerca? ¿no tenía un poco de privacidad en este mundo?

  —Responde, ¿Quién te ha mandado por ese hombre? ¿Qué es lo que requieres? —La bruja ni siquiera mostró expresión alguna, sólo mirándolo con esos ojos aterradores.

  —Necesito encontrarlo. —esa fue su respuesta, a la bruja no le había parecido del todo.

  —Ese nombre que pronunciaste está más que prohibido aquí, a los que siquiera piensan en articularlo se les corta la lengua y se les cosen los labios, ¿cómo te has atrevido? —El muchacho estaba más que confundido.

  —Entonces lo conoces… ¡¿Dónde está?! —Jung Kook dio un paso adelante, y tan rápido como eso, sintió cómo su boca se cerraba por sí sola, encontrándose a sí mismo sin poder abrirla, tocándose los labios con desesperación.

  —Muchacho insolente, ¿cómo te atreves a hablarme así? Dándome órdenes, ¡a mí! La madre de las brujas… —Espetó ofendida la bruja, acercándose al humano, dando vueltas alrededor de él, examinándolo de pies a cabeza.

Sus blancas —casi transparentes— manos de dedos largos y huesudos le tocaron el cabello negro como el alquitrán, mientras él intentaba abrir su boca con toda la fuerza de voluntad que pudo reunir, pero era inútil.

  —Soy Arlissa, humano; y has tocado una de las fibras más delgadas que pudiste al mencionar a aquel mago en mi entorno, y yo no lo dejaré pasar tan fácil. —La bruja blanca se acercó a olisquearle el cuello, y cerró los ojos, saboreando el aroma a calor y salinidad—, Hmm ya veo… te has metido en problemas gordos, ¿no es así?

RAVENS LAKEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora