VII. Martes (parte 2)

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     Llorar tanto no estaba dentro de su itinerario de viaje, definitivamente, pero ahí estaba: siendo presa de demasiados sentimientos al mismo tiempo, no sabía cómo sobrellevar su propia confesión. Lo dijo como si fuera el peor crimen o una enfermedad terminal, como si se sintiera culpable de serlo, a pesar de la valentía que mostró al principio.

     Se cubrió la cara para seguir llorando, temblando, desahogándose como el día del incidente, cuando tuvo esa charla con su mamá y ambos lloraron desconsolados.

     A su compañero de viaje se le hizo pequeño el corazón, porque se veía a sí mismo en JiMin: confesando algo sobre sí mismo que era difícil de asimilar para las personas comunes, esperando siempre el rechazo, viviendo a la defensiva.

—Hey, tranquilo, todo está bien —fue lo único que pudo decir, se acercó a él y lo envolvió en otro abrazo, mucho más fuerte que el anterior.

     JiMin se aferró, como si su vida dependiera de sentir aceptación entre esos cálidos brazos que pertenecían a un extraño, pero que no podía dejar de sentirlo tan familiar y acogedor. Tal cercanía tuvo el mismo efecto que el primer abrazo: logró hacerlo sentir mucho mejor luego de soltarse, como si YoonGi tuviera el poder especial de drenarle todas esas emociones que le hacían daño, dejándolo como nuevo.

     Hubo un silencio muy peculiar entre ellos, donde ninguno se sintió extraño, pero tampoco podían articular palabra alguna, quizá por temor a decir algo inapropiado o a que sus palabras salieran atropelladas. YoonGi quería hacerle preguntas, hacerlo sentir mejor, darle un apoyo moral que obviamente necesitaba, pero no sabía exactamente con qué empezar.

     Y JiMin... JiMin quería contárselo todo, pero no sabía qué cantidad de información estaba dispuesto a aceptar el otro. Así que sus acciones hablaron por sí solas. JiMin se cruzó de brazos, mirando hacia el fuego, mientras YoonGi se apresuró a sacar de la hielera una cajita de leche chocolatada que habían comprado el día anterior, aún estaba fresca. Le ofreció también uno de los sándwiches que preparó.

—Ten, come algo, te sentirás mejor.

—Gracias —le aceptó las cosas. Puso el platito con el sándwich encima del tronco y abrió la cajita de leche. Desde el primer sorbo, se sintió mejor, pero que YoonGi lo tratara con esa amabilidad, lo hacía todo mucho más ligero.

—Nadas muy bien, por cierto, yo no sé flotar como tú —YoonGi fue quien rompió el hielo, algo nervioso porque no sabía si aquello generaría incomodidad. ¿Pero de qué otra manera podía iniciar una conversación? YoonGi no era de los que hacían preguntas incómodas sobre la sexualidad de las personas.

—¿Por cuánto tiempo me viste? —hizo la pregunta con mucha vergüenza, porque no le agradaba la idea de ser observado por otros en su estado de desnudez.

—Pues... en lo que me daba cuenta de que eras tú, y en lo que enfocaba mi vista por culpa de mi astigmatismo, puede que unos tres minutos...

—Qué vergüenza. ¿Por qué demonios se me ocurrió ir a nadar desnudo?

—Porque no contabas con que yo me levanto automáticamente al salir el sol, y tenía ganas de nadar también —sonrió, intentando aligerar la tensión que de pronto se generó entre ellos—. Tranquilo, solo quisiste sentir un poco de libertad, y eso está bien, no veo motivos para sentir vergüenza. Yo también nado desnudo, incluso cuando me consta que otros puedan burlarse de mí por la marca de nacimiento que tengo en el trasero o por mi pene, que es muy pequeño—se rió de sí mismo, y eso levantó un poco el humor de JiMin, haciéndolo reír también casi a carcajadas.

Backpack Boyz [LIBRO DOS] || YoonMin || [EN EMISIÓN]Where stories live. Discover now