Capítulo III

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Cuando Ariana llegó a la comarca fue un extraño acontecimiento para todos. Mientras los lugareños anhelaban que llegara el momento de viajar a la ciudad para estudiar y -con suerte- establecerse por tiempo indefinido lejos de la comarca, una niña de cabello castaño muy lacio y un poco enmarañado por no haber sido correctamente lavado en días, pisaba por primera vez la tierra de la comarca y al parecer era para quedarse.

Pero lo que sorprendía a los dueños de casa no era la nueva residente, sino que esta llegaba de la mano de la luz de cada hogar: el conocido comerciante de velas, Park Hyunsik. Aunque decir 'de la mano' podría ser una exageración. La niña estaba más bien fuertemente sujetada al cinturón del señor Park y levemente oculta por el saco largo que este vestía.

Era un oscuro día de invierno, un poco irónico que quien era conocido por llevar luz a cada hogar regresara al propio casi oculto en la oscuridad de la noche, con los faroles del carruaje olvidados al haber consumido todo el aceite que tenían para el camino. Ariana comenzó a explorar con los ojos lo poco que veía del lugar. Estaba contenta de ver rostros nuevos, incluso si la niña de probablemente su misma edad parecía verla con cierto recelo al estar tan resguardada en el abrigo de su padre.

La madre era la más sorprendida, '¿quién es esa niña?', se preguntaba, ¿por qué viene con mi marido?'. Aunque confiaba plenamente en él, no era agradable el picor de los celos haciendo de las suyas en su estómago. "¡Mis mujeres! Finalmente estoy de regreso con ustedes." Hyunsik se acercó a abrazar a su esposa y acariciar su vientre abultado con cinco meses de embarazo. "Y vienes acompañado, querido.", su mujer resaltó posando los ojos en la pequeña.

Hyunsik soltó una risita baja, conocía bien a su mujer. "Lo estoy. Ella se llama Ariana, vivía bajo el cuidado del padre Miguel en la ciudad, pero desde hoy vivirá con nosotros.".

La mirada de su mujer rápidamente abandonó el rostro de Ariana para posarse sorprendida en los ojos de su marido. "¿Por qué razón-?", fue interrumpida por un 'no' agudo de la niña que sostenía su mano, la pequeña Ana parecía disgustada con la noticia.

"Vayamos adentro y conversemos," comenzó su padre, "¿les parece?". Hyunsik avanzó los primeros pasos para entrar a la casa y así resguardar a sus mujeres favoritas en el mundo de la fría nieve que los rodeaba. Y para proteger a Ariana también.

Sentados alrededor de una mesa rectangular cubierta por un mantel bordado a mano, los dos adultos y las dos niñas intentaban robar el calor que sus tazas de té recién hervido soltaban. No había mucha conversación de por medio, Hyunsik era el que más tenía para contar, pero aún con dos semanas de viaje, todavía no se encontraba muy seguro de cómo comenzaría esa historia.

Ariana tampoco tenía mucho que decir, era muy niña al final de cuentas. ¿Le hablaría sobre sus padres? No conoció a su papá y no era muy cercana a su madre, así que no le dolió cuando la abandonó en la puerta de la iglesia de la ciudad. Afortunadamente era una madrugada de verano y el aire que corría no era muy frío; de otra manera, quién sabe si hubiera sobrevivido a la pulmonía que le habría dado. Esa noche era una de las razones por las que Ariana, hasta el día de hoy, odiaba el verano. Caluroso, la piel se ponía pegajosa, las tareas de la casa se volvían más engorrosas y en sus sueños la perseguía su madre llamándola una 'niña maldita' porque sus ojos brillaban con el sol. ¿Qué tenía eso de malo? A Ariana le parecía lindo que sus ojos cambiaran del chocolate común a un amarillo brillante cuando miraba hacía el cielo de verano, los demás niños también comentaban sobre eso porque nunca habían visto a otra persona con ojos que cambiaran de color con el sol, pero según su madre era una maldición. Supone que por eso la dejó en la iglesia, para que la curaran. Fue la última vez que la vio, tal vez sigue esperando a que se cure.

Holy blood || Jungwon || Jay || Enhypen ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora