11 | miel, extraterrestres y bodas escocesas

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Fueron tal vez segundos en los que el cuarto se encontraba en silencio, no sabía que decir de todo lo que tenía en mi mente y estaba seguro que Sage se encontraba en la misma situación que yo

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Fueron tal vez segundos en los que el cuarto se encontraba en silencio, no sabía que decir de todo lo que tenía en mi mente y estaba seguro que Sage se encontraba en la misma situación que yo. Sabía que ella quería hablar del beso y por mis acciones de hoy pude haberle dado a entender que estaba arrepentido o no quería hablar de eso pero en realidad... estaba nervioso.

¿Cómo actuaba? ¿Le daba otro beso cuando la viera de nuevo? ¿O simplemente no hablo del tema? Que fue lo que realmente hice después de todo.

Así que decidí hacer esto, estar con ella sin toda esa gente a nuestro alrededor que era lo que parecía conectarnos más, ver algunas película, traer de mis dulces favoritos y dejar que todo vaya a su ritmo, pero aquí, ella viéndose tan tranquila y sin presiones, no podía resistir a que mi cuerpo se fuera recorriendo poco a poco hacia ella. Primero nos separaba una almohada, después tome el pretexto de que necesitaba más soporte, tome la almohada y la puse detrás de mi cabeza. Algunos centímetros a la derecha y nuestros hombros se rozaban, un poquito más y fue ahí cuando sucedió.

—¡Oh Dios mío! —gritó tan fuerte que lastimó un poquito mi oído. Ni siquiera me había dado cuenta en que parte de la película estábamos, pues estaba algo distraído—. Amo esa parte.

Describía la famosa escena donde estaban las gemelas paradas en medio de un escalofriante corredor luciendo aterradoras y extrañas.

—Espero no te hayas arrepentido de nuestro disfraz eh —me recordó.

—¿Cuál disfraz? —bromeé y reí ligeramente a sus ojos desanimados.

—¡Alex! —golpeó mi brazo. Estábamos tan cerca que casi podía definir el olor de su cabello, ¿vainilla tal vez? Muy común, ella usaría algo más fuerte.

—No te voy a mentir, no sé si me gusta la idea de ponerme un vestido pero ¿qué tan malo puede ser.

—No te preocupes, puedes lucir el personaje de Jack Torrance tan bien como el una gemela aterradora —hizo una pausa—. Pero tengo que decir que igual con un vestido infantil y femenino te verías sexy.

Sabía que se le había salido esa última parte, lo supe por el color rojizo de sus mejillas. Sage no era una persona pálida, tenía ese bronceado típico de vivir en la playa pero de alguna u otra forma siempre resaltaban sus mejillas rosadas, aún más cuando estaba apenada. De eso me di cuenta desde el primer día que la vi. Por el otro lado tampoco era una persona con miedo al decir lo que piensa así que me sorprendió que se apenara por decir algo que rondaba por su mente.

—Tengo que admitir que no me asusta ningún tipo de ropa, créeme. Una vez fuimos a la boda de un duque en Escocía y tuve que usar una falda típica a cuadros combinada con unos largos calcetines —confesé. Esa vez estaba tan apenado. Tenía diecisiete años y en la plena adolescencia así que no fue una experiencia agradable para mi—. Tenía tanto frío.

shine, prince | 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora