Jugó con la cámara en sus manos, moviéndola ansioso. No lo veía en ninguna parte. Los ancianos del pueblo le habían contado sobre su horario, y si no se equivocaba justo ahora debía estar pasando por el lago.
Consideró rendirse cuando, a lo lejos, notó una figura alta y esbelta, la cual-por algún motivo- le fue reconfortante.
El hombre tiraba pequeños trozos de pan a los patos, recargado sobre el barandal del puente que conectaba un lado del lago a otro. Su rostro proveía una sensación de familiaridad y confort, al igual que una de nostalgia y tristeza. Era imposible no mirarlo.
Caminó a paso lento hacia él, pasando saliva. Poseía una belleza delicada, temía lastimarlo con su abrupta presencia.
Una vez frente suyo el hombre volteó a verlo, haciéndole fácil distinguir cada una de sus facciones. Labios suaves y rosados, ojos afilados que denotaban seguridad, pestañas largas y oscuras. Tembló expectante, esperando por lo que sea que aquella linda boca tendría por decir,
-- Ya era hora, te he estado esperando por más de una hora.
¿Cómo?
Ladeó la cabeza, soltando un pequeño "¿Eh?"
-- La entrevista, ¿No? Todos en el pueblo han estado hablando de un tipo extraño preguntando por mí. Debes ser idiota si no crees que eso es espeluznante.
...
¿Era él? No esperaba que tuviera una lengua tan afilada. Imaginaba a un hombre delicado viviendo con un sombrero de aluminio en la cabeza entre cartones, golpeando palomas creyendo que eran drones, y peleando contra cualquiera que llevara el signo de una pirámide en la ropa.
-- No tengo todo el día, vamos.
Golpeó su hombro, yendo hacia las mesas del parque. Se suponía que debían ser usadas para picnics o reuniones, pero en su lugar encontró una cobija y un par de zapatos viejos al lado.
Volteó hacia otro lado, avergonzado al descubrir las condiciones en que el hombre vivía. Extrañamente, él no mostró signos de vergüenza alguna. Después de todo era Takato Saijo, ex actor profesional. Si había llegado hasta ahí, estaba jodidamente seguro de que lo haría hasta el final sin dejar ver debilidades. No arrepentimientos, ese era su lema.
-- Así que, ¿Qué quieres preguntar?
Lo volteó a ver, quizá o or primera vez en todo el tiempo que llevaba ahí. Un ruido sordo escapó por su garganta, al momento que sintió algo extraño estrujar su pecho.
Todo el lado derecho de su rostro estaba cubierto de cicatrices. Parecía como si algún animal salvaje hubiera desgarrado su piel meticulosamente.
El ojo de ese mismo lado era totalmente gris. No veía hacia algún lado, y, sin embargo, podía sentirlo examinando hasta la parte más profunda de su alma.
Aún así era hermoso. Llevaba 2 años viviendo en las calles, probablemente tomando baños del lago y comiendo las sobras de alguien más, pero eso no había sido suficiente para destrozar su elegancia.
-- He contado esta historia miles de veces, pero nadie parece creerme. ¿Quién lo haría? Si no fuera porque lo viví, yo tampoco lo creería. Esta cicatriz aquí es prueba de ello.
Acarició su rostro, cerrando ambos ojos. Revivía los sucesos de hace dos años cada noche, aún frescos en su memoria.
El joven entrevistador no quiso interrumpir, así que sólo asintió y escuchó atentamente.
-- Al inicio empezó como un simple dolor de cabeza. Era normal para mí. Como actor, largas horas tras el mismo libreto pueden volverte inmune a cualquier dolor, pero este fue creciendo hasta convertirse en algo inhumano. Jamás había considerado el verdadero dolor hasta ese momento. Él me tomó en brazos, preocupado, y cuidó de mí durante ese tiempo. Una semana fue lo que duré en cama. No podía verlo, pero escuchaba su voz preocupada y veía su sombra borrosa. Era tan molesto, incluso consideré lanzarme por la ventana del edificio antes de volverlo a escuchar preguntar si algo dolía. Todo dolía, no entiendo como esperaba que eso fuera a cambiar en los cinco segundos que tomaba entre cada pregunta.
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El Hombre Solitario
FanficSaijo Takato, el hombre que vive a las afueras de la ciudad con un corazón roto, y una historia por contar. Alguien misterioso, en verdad. Muchos lo toman por loco, otros por un hombre afligido, pero ninguno hace preguntas. No hasta que él aparece.