Parte 6 Tú me enseñaste a romper tu corazón

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Josef se despertó con un fuerte dolor de cabeza, abrió lentamente los ojos y vio a Tomás sentado en un sillón frente a él.

—¿Has hablado con Keidys? —preguntó Josef. Se quitó la cánula de oxígeno que tenía puesta y se sentó en la cama.

—Quédate quieto, ayer te complicaste mucho, Josef —pidió Tomás con una voz triste y un tanto melancólica.

—No... Tengo que buscarla, pedirle perdón —dijo Josef empezando a alterarse.

—Ella no está en la ciudad, pero va a volver, cuando lo haga la buscarás, mientras... debes recuperarte. Yo te ayudaré a convencerla, todos lo haremos, pero por ahora enfócate en descansar —Tomás reparó el rostro golpeado de Josef y sus grandes ojeras.

—¿A dónde se fue? —inquirió Josef mientras se acomodaba para así estar mejor.

—Solo fue a la cabaña para despejar la mente —Tomás se levantó del sillón.

—¿Cuándo vuelve? —Josef quería levantarse de la cama.

—Quédate quieto, debes dormir y recuperarte, ayer casi mueres ¿no lo entiendes?, no estás bien Josef, estás demasiado estresado y nosotros ayer casi te matamos; estábamos enojados contigo, no sabíamos por los tantos problemas que estás pasando... Si le cuentas todo a Keidys tal vez ella entienda y te perdone.

—Claro que no, yo no quiero que me tengan lástima. Solo deseo que ella me perdone, pero no porque me tiene lástima, quiero arreglar todo lo malo que hice; por eso debo salir de aquí —Josef trató de quitarse todo lo que tenía puesto en su cuerpo.

—Oye, Josef, no puedes salir, al menos por una semana donde descanses y comas adecuadamente, tu chica no va a volver por unas dos semanas, así que será en vano el que te vayas —explicó el doctor entrando al cuarto—, tuviste un estrés postraumático, eso es algo grave, estás vivo de milagro, si quieres estar al lado de Keidys trata de mejorarte.

—Doctor, usted fue quien la atendió aquella vez, sabía que estaba esperando un hijo mío, ¿por qué no lo informó ese día? —Josef volvía a empalidecer y comenzar a estresarse como la noche anterior.

—Ella no lo quiso, yo solo respeté su decisión. Josef, te puedo dar un 90% que ella no se va a apartar de ti, claro, si le demuestras que estás totalmente arrepentido por lo que hiciste, lo que me contaron fue muy grave, las mujeres fueron creadas para ser amadas, no maltratadas —el doctor le hizo señas para que se volviera a acomodar en la cama.

—¿Qué pasa con el diez por ciento faltante? —preguntó Josef.

—Roguemos a Dios para que no pase lo que hay allí en ese 10% —dijo el doctor.

—Sé que la traté muy mal, fui un completo bruto al no darme cuenta que ella ahora es cuando más me necesita —soltó Josef mientras inclinaba su mirada y la dejaba concentrada en sus manos.

—El hombre solo aprende de los golpes que la vida le da, ya tuviste tu lección, ojalá no vuelvas a repetirlo —el doctor le dio dos golpes en el hombro del muchacho.

—No, claro que no, si vuelvo a tenerla a mi lado le puedo jurar que haré todo lo que esté en mis manos para hacerla feliz a ella y a mi hijo —las palabras de Josef sonaron muy convencidas.

Tomás salió del cuarto y caminó bastante pensante por el pasillo, en la sala de espera estaba Claudia hablando con Gabriel quien había acabado de llegar.

—Me acabé de enterar cuando Mateo me llamó para decirme lo sucedido, —dijo Gabriel— ¿cómo es posible que pasara tantas cosas en una sola noche?

Ella era fea 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora