Parte 9: Los destinos que impone cupido

3 0 0
                                    

Tomás miró a todos sus amigos que estaban desayunado:

—Aquí falta un par —dijo de repente.

—¿Ah? —inquirió Mateo extrañado.

—Nada. Es imposible que hubieran sido ellos los de anoche —soltó Tomás mientras volvía a ver la comida.

—Ay, no... —Keidys se levantó de la mesa y al dar dos pasos hacia atrás se fue en vómito.

—Uish... —Alejandra tapo su boca.

—Ohs... Keidys —Claudia se levantó y se acercó a la joven—. Vamos al baño, tranquila, te entiendo amiga —las dos salieron del comedor.

—Recuerdo esos días en los que estaba embarazada de Keidys —la señora se levantó de la mesa para limpiar el vómito de la joven.

—Ya se me quitó el hambre —Gabriel apartó su mano del plato.

Josef estaba pasmado mirando a la nada, sus amigos lo observaron fijamente.

—Debe estar asimilando que su futura esposa en verdad está embarazada —dijo Mateo—. Yo me ponía igual los primeros días, después se me hizo normal.

Josef parpadeó dos veces y se levantó de su puesto, salió del comedor en busca de Keidys, la encontró en el patio tomando aire sentada en un sillón.

—¿Estás bien, amor? —se sentó al lado de ella.

—No me toques, me siento fastidiosa —gruñó Keidys. Josef quedó un tanto confundido.

—Es el embarazo, es normal —explicó Claudia.

—¿Quieres algo? —preguntó Josef a Keidys un tanto preocupado.

—Hay veces que es el hombre el que pasa los síntomas del embarazo —dijo Mateo al grupo.

—Ah... sí, una amiga mía se embarazó y era el esposo el que pasó los síntomas, eso se veía muy raro —contó Gabriel.

Tomás se levantó de la mesa.

—Todo estuvo muy rico, pero debo irme —informó.

—Oye, ¿y lo que quedamos de hacer?, ¿me vas a ayudar siempre? —preguntó Alejandra.

—Comenzamos mañana, ¿te parece?

—Bueno, entonces mañana —Alejandra desplegó una sonrisa.

Cuando ya todos había desayunado se fueron de la casa a sus respectivos trabajos, aunque Mateo tenía planeado hacerle el detalle a Claudia esa noche, la idea era que todo fuera una sorpresa. Así que dejó a Claudia a cargo del restaurante mientras él iba a comprar las cosas que necesitaba y adelantar los preparativos hasta que sus amigos llegaran para ayudarlo con lo demás.

—¡Llegué! —gritó Josef al entrar en la casa, se adentró a la cocina y encontró varias bolsas llenas de verduras junto con otras cosas que esperaban la hora en la cual se convertirían en comida—. Veo que tienes todo listo —agregó al ver que Mateo estaba entrando a la cocina.

—¿Y Santiago? —preguntó Mateo.

—Ya viene en camino —respondió Josef.

Como era costumbre, todos los hombres del grupo llegaron a ayudar con el detalle, aunque algunos eran un poco torpes, a veces terminaban haciendo desorden o dañando las cosas, como Tomás, quien terminó peleando con el cable de las luces porque estaba muy enredado.

—Hazlo tú, uy no... —se lo pasó a Gabriel.

—Tipo loco este... —masculló el joven empezando a desenredar el cable.

Ella era fea 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora