Capítulo 24. Amar.

4.2K 220 18
                                    


Lia

Escuchar las palabras de Zachariah tocaron mi corazón que estuvo a punto de congelarse. Y me dejé llevar porque sabía que todo eso que decía lo decía de verdad. Se notaba en su voz, en el temblor en sus palabras, en la mirada de sus ojos y le creí. Por eso no pude dejarlo ir.  Me hundí en él todo lo que pude hacerlo.

Separé nuestros cuerpos y me senté en el asiento de coche a su lado. Respiré hondo y entrecortadamente tratando de recuperar el aliento. Sequé las lágrimas de mis ojos y lo miré. 

—Sabes, no puedo soportar que rompas mi corazón de nuevo. No volvería a confiar en nadie. Aún no sé como confiar en ti — le dije una vez que recuperé mi voz.

Asintió y tragó antes de hablar. —Juro por mi vida que no volveré a lastimarte. Te mereces todo, te mereces más que yo. Pero te amo tanto que no puedo olvidarte, y menos aún dejarte ir. No voy a lamentar ser un egoísta si al serlo te tengo a ti— dijo acariciando mi mejilla. 

Me reí sintiendo mis ojos lagrimear. — A este paso se me saldrán los lentes de contacto. Pero no puedo dejar de llorar.

—Eres tan hermosa.

—Basta — reí.

Tomó mi rostro entre sus manos y beso mi nariz. —Dios, extrañé tu risa. Tanto. Sé que debería callarme y aceptar lo que me estás dando sin preguntar pero... ¿por qué el cambio? ¿Por qué el color...? — preguntó tocando mis mechas azules. —¿Por qué los lentes? ¿Y el piercing? Aunque no me opongo porque jamás te había visto tan sexy, al menos no tanto como cuando estás desnuda.

Oh, eso mandó señales a cierto punto de mí. 

—Me hice todo esto porque necesitaba verme distinta. Necesitaba no ver esa Lia que dejaste atrás, con anteojos, inocente... vulnerable. No... me soportaba. 

Sus ojos emitían dolor al escuchar mis palabras. Estábamos tan cerca que podía ver sus pequeñas manchitas grises en sus iris verdes. —Lo siento. 

Su mano se deslizó otra vez por mi cintura y acarició mis costillas. Me estremecí. —Estás más delgada —frunció el ceño. —¿Tú...?

—No — aclaré rápidamente. Sabiendo a lo que se refería. A mi pasado, con mi enfermedad.—Sólo no tenía hambre, no hice esto apropósito. Lo prometo. Aunque mamá se preocupó un poco.  

Suspiró. —Nunca me perdonaré haberte hecho todo esto. Jamás. Que tus antiguos demonios aparecieran de nuevo no... Lo siento tanto, Lia.

—Ya te disculpaste lo suficiente —lo interrumpí poniendo una de mis manos en su mejilla. Se apoyó en ella y cerró los ojos. 

—Nunca me será suficiente.

—Cuando uno ama, abre su corazón y al abrir tu corazón quedas vulnerable a cualquier sentimiento. Descuidas tus peores pensamientos encarcelados en el fondo de tu mente porque eres feliz y no te preocupas por ellos. Y es cuando pueden escapar. Esperan ahí como un lobo feroz para devorarte a la primera de cambio. Yo acepté eso cuando me enamoré de ti. Acepté que podías lastimarme. Me arriesgué a ello y pasó. Pero ahora estás aquí y quiero creer en ti y en lo que dice mi corazón. Que no me dejarás ir de nuevo y no lo lastimarás de nuevo como para que el lobo vuelva a salir. 

Me besó, suave, lento y con tanto sentimiento que me derretí en él. —Jamás te dejaré ir, Lia. Nunca. Lo prometo. 

Asentí en el beso y lo profundicé. —Te amo.

—También te amo, Zacha. Nunca dejé de hacerlo. 

*
*
*

Después de unos besos más, Zacha condujo hasta su casa. Pasó el siguiente par de horas demostrándome cuanto me amaba con su cuerpo y sus labios. Y lloré, durante el sexo lloré porque la conexión tan íntima y especial que siento con él me cala hondo dentro de mi ser y es dónde más siento el amor que le tengo. Y él beso cada una de mis lagrimas, repitiendo esas palabras que nunca creí que escucharía de nuevo: te amo. 

Y luego nos quedamos ahí. Abrazados. Yo apoyada en su pecho, escuchando los latidos de su corazón. Cerré los ojos y pensé, lo fácil que fue para mí entregarme a él después de verlo nuevamente a pesar de lo mucho que me había lastimado. Pero pensé también, que cada relación es un mundo, que uno siempre vuelve a dónde fue feliz y... simplemente dejé los prejuicios de lado y seguí mi corazón. Ahora miro brazo envolviéndome, su mano acariciando mi brazo distraídamente y sus ojos que me miran llenos de amor y... me siento completa. 

No está mal perdonar y volver con un amor del pasado. Porque si esos sentimientos aún están ahí, por algo es. Por algo nunca lo olvidé. Fue mi primer gran amor y será el último. Y de eso estoy segura. Aunque algunos digan que soy joven... Cuando uno lo sabe. Sabe. No se cuestionan las decisiones del corazón.

Zachariah

Suspiro bien hondo sólo para aspirar el perfume de Lia. De ella. La miro de fijamente mientras la sostengo fuertemente contra mi pecho, sintiendo sus respiraciones lentas y tranquilas. Le doy un beso en la coronilla y sonrío. Después de tantos meses, la sombra negra que cubría mi corazón se alejó. Lia es mi luz, mi vida, mi gran amor. 

Ella me hipnotizó desde el primer día que la conocí. Me miro a los ojos y pudo ver dentro de mí. Se metió debajo de mi piel. Me comprendió y me esperó. Me amó a pesar de todos mis defectos. Aún me ama, diablos aún no puedo creerlo. Y no hay regalo más hermoso que poder tener una segunda oportunidad con ella. Le agradeceré todos los días de mi vida haberme perdonado. Hay finales felices, y hay finales que no lo son. Hay relaciones que se terminan para siempre y otras que no. Pero si el corazón lo pide, hay que darle una segunda oportunidad. Y yo creo que la vida nos la dio a nosotros.

Entró en mi vida y me cambió. Saca lo mejor de mí, ¿por qué no luchar y mostrarle día a día cuanto la amo? 

El amor va más allá de las palabras. De los hechos. Amar es... que tu corazón ya no sea tuyo, que sea de esa persona. Que cada palpitación grite te amo. ¿Cómo sé que ella es la correcta y que quiero pasar el resto de mi vida con ella? Porque sí. La quiero para siempre. Quiero casarme con ella y tener hijos. Algún día. Somos jóvenes aún y quiero experimentar todo de la vida con ella. ¿Pero cómo es que lo sé? Porque estoy seguro, que nunca sentiré el amor que siento por ella con alguien más. Estuvo allí cuando más la necesite y cuando no también. Porque compartí risas y lágrimas. Porque me ayudó a crecer. Y sobre todo, porque cuando la miro con todo el amor que siento, ella me mira igual. 

Es así. Cuando uno lo sabe. Sabe. No se cuestionan las decisiones del corazón.

Dime que aún me amas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora