4.- 𝑯𝑶𝑮𝑾𝑨𝑹𝑻𝑺

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Empujó su carrito y se dirigió hacia la barrera, parecía muy sólida. Comenzó a andar. Fue más rápido, sentía que iba a chocar. Se inclinó sobre el carrito y comenzó a correr (la barrera se acercaba cada vez más), ya no podía detenerse (por más nervios que tuviera), ya estaba allí... Cerró los ojos, preparada para el choque... Pero no llegó, siguió rodando. Abrió los ojos. Una locomotora de vapor de color escarlata esperaba junto a un andén lleno de gente. Un rótulo decía: «Expreso de Hogwarts, 11 h.» Lo había logrado.

El humo de la locomotora se elevaba sobre las cabezas de la ruidosa multitud, mientras que gatos de todos los colores iban y venían entre las piernas de la gente. Las lechuzas se llamaban unas a otras, con un malhumorado ulular, por encima del ruido de las charlas y el movimiento de los pesados baúles.
Encontró un vagón vacío al inicio, colocó su baúl y su lechuza, tomó asiento al lado de la venta y se dispuso a ver a través de ella, luego de unos minutos se abrió la puerta de compartimentó y por esta se asomó su primer y tal vez ubicó amigo, Dean.

-Podemos... oh Jade qué bueno verte de nuevo,-ella sonrió inmediatamente- podemos sentarnos contigo

-Claro- Espera dijo ¿Podemos? Y si también entro un chico de pelo rubio

-Hola, soy Seamus Finnigan- se presento

-Jade Anderson- contestó amablemente, ahí comenzaron un agradable platica en la cual hablaron sobre las casas de Hogwarts, dulces que probaron y algo que le agradó a Jade Quidditch, si bien no era fan de los deportes eso sí que le llamó la atención, su platica se vio interrumpida por la puerta que habían abierto, la muchacha ya llevaba la túnica de Hogwarts.

—¿Alguien ha visto un sapo? Neville ha perdido uno —dijo. Tenía voz de mandona, mucho pelo color castaño y los dientes de delante bastante largos.

-No- contestaron al unísono

-Si lo ven me avisan- comenzó a salir pero antes dijo- Ah y cámbiense, ya casi vamos a llegar- y salió

-Un por favor o un les agradecería, me hubiera bastado- dijo Jade para que después los tres comenzaran a reír

Luego de cambiarse y que avisaran que ya llegarían comenzaron a bajar. Entonces apareció una lámpara moviéndose sobre las cabezas de los alumnos.

—¡Primer año! ¡Los de primer año por aquí! ¿Todo bien por ahí, Harry?— escucho decir a ese gran hombre hacia el cual se dirigían 

—Venid, seguidme... ¿Hay más de primer año? Mirad bien dónde pisáis. ¡Los de primer año, seguidme!— siguieron al hombre por lo que parecía un empinado y estrecho sendero. Nadie hablaba mucho. Neville, el chico que había perdido su sapo, lloriqueaba de vez en cuando.
—En un segundo tendréis la primera visión de Hogwarts —anunció por encima del hombro—, justo al doblar esta curva.
Se oyó un fuerte ¡ooooooh!
El sendero estrecho se abría súbitamente al borde de un gran lago negro. Encaramado en la cima de una alta montaña, al otro lado, con sus ventanas brillando bajo el cielo estrellado, había un impresionante castillo con muchas torres y torreones.—¡No más de cuatro por bote! —gritó, señalando a una flota de botecitos alineados en el agua, al lado de la orilla. Dean, Seamus y Jade subieron a un bote seguidos por un niño de cabello azabache.—¿Habéis subido todos? —continuó, que tenía un bote para él solo—. ¡Venga! ¡ADELANTE!

Y la pequeña flota de botes se movió al mismo tiempo, deslizándose por el lago, que era tan liso como el cristal. Todos estaban en silencio, contemplando el gran castillo que se elevaba sobre sus cabezas mientras se acercaban cada vez más al risco donde se erigía.

—¡Bajad las cabezas! —exclamó, mientras los primeros botes alcanzaban el peñasco. Todos agacharon la cabeza y los botecitos los llevaron a través de una cortina de hiedra, que escondía una ancha abertura en la parte delantera del peñasco. Fueron por un túnel oscuro que parecía conducirlos justo por debajo del castillo, hasta que llegaron a una especie de muelle subterráneo, donde treparon entre las rocas y los guijarros. Con ayuda de aquel niño desconocido, Jade bajo del bote.

—¡Eh, tú, el de allí! ¿Es éste tu sapo? —escuchó Jade que miraba los botes a medida que la gente bajaba de ellos.

—¡Trevor! —gritó un chico de cara redonda muy contento, extendiendo las manos.
Luego subieron por un pasadizo en la roca, saliendo finalmente a un césped suave y húmedo, a la sombra del castillo.
Subieron por unos escalones de piedra y se reunieron ante la gran puerta de roble.

—¿Estáis todos aquí? Tú, ¿todavía tienes tu sapo?
El hombre levantó un gigantesco puño y llamó tres veces a la puerta del castillo, la puerta se abrió de inmediato y una mujer esperaba ahí.

—Mira JJ es la profesora McGonagall—le dijo Dean, ella se puso de puntitas para rectificar

—Los de primer año, profesora McGonagall —dijo aquel hombre

—Muchas gracias, Hagrid. Yo me ocupo de ellos.

Abrió bien la puerta. Siguieron a la profesora McGonagall a través de un camino señalado en el suelo de piedra. Se podía oír el ruido de cientos de voces que salían de un portal situado a la derecha (el resto del colegio debía de estar allí), pero la profesora McGonagall llevó a los de primer año a una pequeña habitación vacía, fuera del vestíbulo. Ahí les explico en qué cosiste la selección... oh y claro unos fantasmas aparecieron que ocasionó un grito por parte de Seamus y Dean lo cual asustó también a Jade.

—En marcha —dijo una voz aguda—. La Ceremonia de Selección va a comenzar.

La profesora McGonagall había vuelto. Uno a uno, los fantasmas se marcharon flotando a través de la pared opuesta.

—Ahora poneos en fila —dijo la profesora a los de primer año— y seguidme.
Con la extraña sensación de que sus piernas se habían vuelto de plomo, Jade se puso detrás de Dean y Seamus tras ella. Salieron de la habitación, volvieron a cruzar el vestíbulo, pasaron por una puerta doble y entraron en el Gran Comedor.

Jade nunca habría imaginado un lugar tan espléndido. Estaba iluminado por miles y miles de velas que flotaban en el aire por encima de cuatro grandes mesas, donde los demás estudiantes ya estaban sentados. En las mesas había brillantes platos y copas de oro. Al fondo del comedor había otra gran mesa, ante la que se sentaban los profesores. La profesora McGonagall condujo hasta allí a los alumnos de primer año y los hizo formar una fila delante del resto de los estudiantes, con los profesores a sus espaldas.

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¿ALGUNA IDEA DE QUIEN PUEDA SER EL CHICO AZABACHE?

𝑱𝑨𝑫𝑬  𝒀  𝑯𝑶𝑮𝑾𝑨𝑹𝑻𝑺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora