3.- 𝑫𝑬 𝑪𝑶𝑴𝑷𝑹𝑨𝑺

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-Vayamos a Gringotts a conseguir el dinero- Llegaron a un edificio, blanco como la nieve, que se alzaba sobre las pequeñas tiendas. Delante de las puertas de bronce pulido, con un uniforme escarlata y dorado, había...

-¡Duendes!- exclamaron a unísono Jade y el chico moreno, voltearon a verse sorprendidos para después sonreír

-Ustedes quédense aquí yo iré por el dinero... y no vayan a otro lugar sin mi

Seguía sin creerlo como era posible todo esto, Jade simplemente veía todo a su alrededor como si quisiera memorizarlo; la voz de la profesora la sacó de sus pensamientos.

-¡Señorita Anderson!- exclamo- esto es suyo- dijo mientras le daba una bolsa con lo que parecía ser dinero- Las de oro son galeones —explicó—. Diecisiete sickles de plata hacen un galeón y veintinueve knuts equivalen a un sickle, es muy fácil. Eso será suficiente para el curso- Bien deberíamos... si vayamos comprar el uniforme —dijo señalando hacia «Madame Malkin, túnicas para cualquier ocasión»—

-Oh, Minerva qué gusto verte de nuevo veo qué hay muchos niños aún por traer- dijo la dueña, Madame Malkin era una bruja sonriente y regordeta, colocó a Jade en un escabel al lado del otro, le deslizó por la cabeza una larga túnica y comenzó a marcarle el largo apropiado. En un momento se fue y dejó a los dos niños con la túnica puesta, entonces él habló.

-Mi nombre es Dean -dijo el niño amablemente

-Jade -contestó un tanto cortante para su gusto, sus conocidos decían que era muy social por lo que hacía muchos "amigos", pero ella no se consideraba así, puesto que le gustaba estar sola, al darse cuenta de cómo sonó agregó- Pero puedes llamarme JJ- el niño simplemente asintió y sonrió, eso fue lo que dio comienzo a una agradable platica en donde contaron un poco de sus vidas, vaya que fue un gran logro para Jade.

Se detuvieron a comprar pergamino y plumas. Jade se emocionó cuando encontró un frasco de tinta que cambiaba de color al escribir. Compraron los libros en una tienda llamada Flourish y Blotts, en donde los estantes estaban llenos de libros hasta el techo. Luego salieron del Emporio del Búho, que era oscuro y estaba lleno de ojos brillantes, susurros y aleteos. Jade llevaba una gran jaula con una hermosa lechuza con ojos naranjas, plumas grises, pequeños detalles negros y blancos, sin ningún nombre en mente, solo la llamo Queen.

La última tienda era estrecha y tenía mal aspecto. Sobre la puerta, en letras doradas, se leía: «Ollivander: fabricantes de excelentes varitas desde el 382 a.C.» En el polvoriento escaparate, sobre un cojín de desteñido color púrpura, se veía una única varita.
Cuando entraron, una campanilla resonó en el fondo de la tienda. La profesora solo se quedó en la puerta, era un lugar pequeño y vacío, salvo por una silla endeble Jade miró las miles de estrechas cajas, amontonadas cuidadosamente hasta el techo.

—Buenas tardes —dijo una voz amable.
Jade y Dean dieron un salto. Un anciano estaba ante ellos; sus ojos, grandes y pálidos, brillaban como lunas en la penumbra del local.

-Hola- dijeron los menores un tanto nerviosos

-Es un placer conocerla señorita... Anderson- dijo el hombre viendo por un segundo a la profesora- señor Thomas, primero las damas- Sacó de su bolsillo una cinta métrica, con marcas plateadas—. ¿Con qué brazo agarras la varita?

—Eh... soy diestra —respondió Jade

-Extienda el brazo. Eso es. —Midió a la niña del hombro al dedo, luego de la muñeca al codo, del hombro al suelo, de la rodilla a la axila y alrededor de la cabeza. Mientras medía, dijo—: Cada varita Ollivander tiene un núcleo central de una poderosa sustancia mágica, utilizamos pelos de unicornio, plumas de cola de fénix y nervios de corazón de dragón. No hay dos varitas Ollivander iguales, como no hay dos unicornios, dragones o aves fénix iguales. Y, por supuesto, nunca obtendrá tan buenos resultados con la varita de otro mago. Jade se dio cuenta de que la cinta métrica, iba sola mientras el señor Ollivander estaba revoloteando entre los estantes, sacando cajas.—Esto ya está —dijo, y la cinta métrica se enrolló en el suelo—. Bien, pruebe ésta, madera de arce y nervios de corazón de dragón, veintidós centímetros, flexible, agarrala y agítala. Jane la agarró y la agitó un poco pero muchos libros cayeron casi golpeando a Dean, después de intentar con otras tres más:

—Madera de secuoya con núcleo de pelo de unicornio, veintisiete centímetros, flexibilidad inquebrantable

Jade toco la varita sintió un pequeño calor en los dedos, la levantó y agitó suavemente, una corriente de chispas azules y negras estallaron en la punta como fuegos artificiales.

—¡Oh muy bien! Vaya cosa, chispas negras y núcleo de pelo de unicornio, combinación un tanto... interesante.

-¿Porq..?- iba a preguntar

-Señor Thomas, su turno- interrumpió a Jade

Una vez terminadas las compras emprendieron su camino de vuelta por el callejón Diagon, a través de la pared, y de nuevo por el Caldero Chorreante, ya vacío. Jade se mantenía en silencio preguntándose el porqué de aquel comentario. Se despidió de Dean y luego de la profesora, para así entrar a casa.

-¿Qué tal te fue JJ?- pregunto su madre mientras le servía de comer

-Bien, fue emocionante- contestó con ilusión y así transcurrió el día contando todo lo que había visto.

Los últimos dos meses se la pasaba leyendo los libros del colegio eran muy interesantes. Por la noche leía en la cama hasta tarde le era muy interesante todo eso. El primero de septiembre Jade se arregló lo mejor que pudo, colocándose su ropa favorita y haciendo lo que casi nunca hacía... peinarse, aunque solo se hizo dos trenzas y dejó su cabello semi-ondulado suelto pero ¡Hey! ¡se peinó!, coloco un coletero que tenía un pañuelo azul marino, si bueno, tal vez no tenía muchas ganas de peinarse.

Bajo a desayunar y saco a sus padres a empujones para que se dieran prisa. Llegaron a King's Cross a las diez con veinte. Su padre cargó el baúl de Jade, lo puso en un carrito y lo llevó por la estación.

-Bien tienes que cruzar esa pared- se dijo ella misma al ver cómo unas chicas lo hacían y detrás de ellas otras menores

-Que te vaya muy bien JJ, cuídate no te metas en problemas- le decía su madre mientras la abrazaba

-Yooo jamás lo haría- contestó Jade con un pequeño tono de indignación y diversión

Su madre la regañó con la mirada- No le hagas caso a tú madre, tú... sigue siendo tu misma, que así no te tendrás que preocupar por las buenas notas o amistades, nos vemos en navidad- le dijo ahora su padre para luego dejar un beso en su frente

-Bien allá voy- se dijo


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AQUÍ EL CÓMO ES LA LECHUZA:

Y AQUÍ EL GRAN PEINADO DE JADE Y SU TÍPICO COLETERO, CUANDO LO DESCRIBA ME REFIERO A ESTE:

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𝑱𝑨𝑫𝑬  𝒀  𝑯𝑶𝑮𝑾𝑨𝑹𝑻𝑺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora