16.

249 29 185
                                    

Atravieso una crisis existencial (espero que sólo sea una fase):

Katie's pov:

"Putos Stoll. Putos Stoll. Putos Stoll. Putos Stoll. Putos Stoll. Putos Stoll..."

— Esto... ¿Katie?

— ¿¡Qué!?

Me volví cual bestia de las cavernas, gruñendo con un mal humor que pensaba descargar contra el pobre desgraciado que osaba molestarme.

Ante esto, Malcolm Pace dio un respingo hacia atrás.

"Mierda, ¡es Malcolm!"

— Humm... ¿todo bien?

— ¡Sí!— aseguré, un poco demasiado alto.— Sí, sí, todo genial. ¿Por qué preguntas?

— Porque llevas quince minutos golpeando tu cabeza contra esa pared.

Le eché un breve vistazo al muro de piedra. ¿Quince minutos? Eso explicaba mi dolor de frente.

Carraspeé, sin saber muy bien qué decir:

— Yo... tenía jaqueca... y pensé que unos golpes... me quitarían las molestias.

¿Os lo habéis creído vosotros? Pues igual Malcolm.

Estaba acostumbrada a poner excusas a cortitos de mente; se me había olvidado que Pace era un hijo de Atenea. Esa gente piensa.

— Te intentabas quitar el dolor de cabeza... a mamporros— repitió el chico.

— Ajá.

Él se cruzó de brazos, enarcando una ceja por encima de sus gafas redondas.

— ¿Y por eso murmurabas "putos Stoll" en bajo?—ofreció una sonrisa divertida.

Cerré los ojos, avergonzada.

— Así que lo has escuchado.

— Pues sí. Y ahora siento curiosidad — Malcolm ladeó la cabeza.— Creí que los Stoll y tú os llevabais mejor. Todo el campamento ha cotilleado sobre eso.

Era cierto. Desde nuestra pequeña excursión a mi casa, hacía casi quince días, yo había formado un acuerdo con Travis y Connor Stoll. No tenía sentido seguir peleada con dos chicos que han estado en mi habitación y peleado contra mi mayordomo.

Además, compartíamos el castigo de Quirón. Y fregar platos con lava ardiente es más entretenido si te llevas bien con tus compañeros.

Seguían sin ser mis mejores amigos, pero al menos ahora no les lanzaba piedras cada vez que los veía.

— Es una larga historia.

— Bueno— se encogió de hombros Malcolm— , llevamos un cuarto de hora esperando a Quirón y aún no aparece. ¿Se te ocurre algo mejor que hacer?

Paseé la vista por el resto de campistas.

Un grupo de hijos de Atenea se sentaba en el porche de la Casa Grande. Entre ellos estaba Annabeth, quien explicaba a Billie algún rollo de arquitectura.

Se veía que a Billie no le interesaba nada, pero que temía demasiado a Annabeth como para negarse a escucharla.

— He pillado a Connor intentando ligar con Miranda en los establos— confesé.

Las cejas de Malcolm se alzaron con sorpresa.

— ¿Con Miranda?— repitió, y yo asentí.— Por la biblioteca de Alejandría.

De flores y bromas pesadas (#TRATIE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora