8.

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Si alguna vez quieres matar a seis policías, necesitarás que un condón y un cerdo te ayuden.

Katie's pov:

Me quedaba sin tiempo antes de la huelga medioambiental y entré en pánico.

Tenía dos opciones: o daba por perdido mi orgullo y le pedía a Travis Stoll que me ayudara a escapar del Campamento Mestizo... o me bebía una botella de lejía para deslizarme hacia la muerte.

Como la persona cívica, inteligente y calmada que soy, elegí la primera opción.

(No me quedaba lejía).

— ¡CORRED, PERRAS, CORRED! — chilló Lou Ellen.

— ¡No puedo más! — se quejó Miranda.

— ¡Vamos, moved esos traseros, señoras! — ordené yo. — ¡Más rápido, más rápido!

Así que sí, ésa es la explicación de por qué mis amigas y yo estábamos huyendo del Campamento Mestizo a las siete de la mañana, en dirección a la carretera.

— ¡Katie! ¡Lou Ellen! — sonó la voz de Quirón. — ¡Volved aquí ahora mis...! ¡Travis, para!

Sin dejar de correr, giré la cabeza y me encontré con una escena digna de una película.

La cabaña de Hermes al completo estaba allí, junto al árbol de Peleo. Travis Stoll, el organizador de semejante desastre, se abrazaba al lomo de Quirón para retenerlo. El novato Rami ayudaba como podía, tirando de la cola del centauro.

Quirón intentaba avanzar, pero le era imposible.

— ¡Vas a arrepentirte de esto, Alice! — bufaba uno de los guardias de turno.

Los dos hijos de Ares que habían tenido la mala suerte de encontrarse de guardia estaban atados boca abajo del pino de Thalia. Igualitos que dos butifarras.

Abajo, la hija de Hermes Alice rió como una hiena.

— No puedo tomarte en serio con ese moco que intenta salir de tu nariz, Roi — exclamó entre carcajadas Alice.

Volví la cabeza. Mis piernas empezaban a quejarse, pero no podíamos parar ahora. No sabíamos cuánto podrían retener a Quirón, y el coche estaba tan cerca.

— Esto... es una... terrible... idea... — farfulló Miranda a mi lado.

La pobre iba con la lengua fuera, prácticamente asfixiada.

— ¿Y qué esperabas? — resolló Lou Ellen a su lado. — Los Stoll están involucrados en esto. Nada bueno puede salir cuando esos dos están por medio.

— Hablando... de eso... — la cara de Miranda parecía a punto de estallar: — Katie, ¿cómo es que... ahora... confías... en ellos?

Inspiré por la nariz antes de contestar. Yo también empezaba a quedarme sin aire.

— No confío en ellos — negué con la cabeza. — Pero Travis Stoll me prometió por la laguna Estigia que me ayudaría. Es un pacto entre caballeros.

— ¡ANNABETH!

"Oh, oh".

Giré de nuevo la cabeza, y casi me tropiezo en el proceso.

Reconocí en la distancia la rubia cabeza de Annabeth, apareciendo junto a Quirón.

— ¡Ve a por ellas! — le ordenaba el centauro, medio ahogado (Rami estaba colgado de sus barbas).

Tragué saliva.

No era tonta. Nuestras probabilidades contra Annabeth eran bastante nulas.

Pero en ese momento un cuerpo cayó de lo alto del pino de Thalia.

De flores y bromas pesadas (#TRATIE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora