17.

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Me ignoran, me regalan emparedados, se enamoran de mí y me dejan tirado. Y todo antes de la cena.

Travis' pov:

—Eh. Connor. ¿Sabes cuál es el número más tonto?

—Mmmm, ¿yo?

—Nop. Es el uno.

—¿Por qué...?

—¡Porque UNO NUNCA SABE!

Me encantan los autobuses.

Son lugares donde se concentran muchas personas, mucho caos, mucho griterío y, sobretodo, muchas carteras.

Es tan fácil robar en un autobús... Prácticamente los objetos de valor me gritan: "Travis, róbanos, por favor".

Como siempre, Julia se había situado la primera en los asientos de detrás, encargándose de que nadie nos los quitara. Cada vez que alguien se acercaba, ella empezaba a gruñir y a echar espuma por la boca.

—¿Dónde está Cecil?—pregunté a Connor.

Junto a Julia estaban Alice y Rami, pero ni rastro de Cecil.

Connor sonrió y señaló hacia arriba.

—En el portaequipajes, claro.

Alcé la cabeza. Del lugar elevado donde se dejaban las maletas, colgaba un brazo. Cecil roncaba allí, subido al portaequipajes.

—Te apuesto cinco dólares a que se cae antes de llegar—susurré a Conn.

—Trato hecho.

Como Connor seguía mirando a Cecil, aproveché y le robé su vaso de chocolate caliente. Bebí un largo sorbo, escuchando el resto de conversaciones del autobús:

—¿Seguro que estás cómoda?

—Seguro.

—No me importa intercambiar asientos. Incluso si decides en mitad del viaje que prefieres estar al lado de la ventanilla, puedo...

—Malcolm, en serio: estoy bien.

En un par de asientos, hacia el medio del autobús, Katie Gardner palmeaba la espalda de Malcolm Pace.

Quise tirarle de sus trenzas castañas hasta dejarla calva. A lo mejor así dejaba de ignorarme.

—Antes de que se me olvide...—decía Malcolm en ese momento, rebuscando en su mochila—... he traído esto para ti.

Sacó, ¡sorpresa!: un libro.

Solté un bufido. "Más aburrido, y nace siendo una lata de atún".

—Es una segunda copia de Drácula, mi libro favorito para leer en viajes largos—siguió hablando Malcolm, como si a alguien le importara su opinión.—Pensé que podría interesarte.

—Me encanta—y, en efecto, Gardner lo tomó como si fuera la octava maravilla del mundo.

"¡Que sólo es un libro viejo!", quise gritarles.

Pero se me ocurrió una idea mejor.

Avancé por el pasillo del autobús y me apoyé en el asiento de delante de Gardner.

—Buenaaaaaas—mostré mi sonrisa.

—Hola, Travis—saludó Malcolm.—¿Qué tal...?

Gardner ni se fijó en mí; prefirió hojear el libro de Malcolm.

Llevaba así un par de días, desde que nos dijeron que iríamos al Campamento Júpiter. ¡Me ignoraba! Si intentaba hablarle, no me contestaba. Si me burlaba de ella, de sus hermanas o de su estúpida jardinería, se iba. Incluso le tiré globos de barro; la vi apretar los puños, pero se contuvo.

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⏰ Última actualización: May 05, 2021 ⏰

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De flores y bromas pesadas (#TRATIE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora