𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝑰𝑽

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Los ojos de Lisa vagaron ante la oscura habitación de la mayor, claramente jamás había entrado a ella. Quería pensar que había sido un despistó de la doctora que la haya llevado a la habitación, y supo que era así cuando la pelinegra comenzó a quitarse la camisa.  

Su maldita camisa.  

Su hombro desnudo, su pálida piel, se notaba tan suave, Lisa inhaló ese aroma femenino y maduro sintiendo un escalofrío por todo su cuerpo.

Pensamientos impuros comenzaron a invadir su cabeza, escenas eróticas junto a la señorita Park, definitivamente eso la estaba poniendo caliente de inmediato.

—¿S-Se va a cambiar? ¿Necesita que me va-

—No. Quiero que te concentres en mi cuerpo y me digas... ¿Qué sientes al verme?—Lisa tragó saliva al ver como las yemas de sus dedos comenzaron a deslizarse por su blanquecino torso—¿Mmh?

La menor no podía hablar, claramente, tenía a una preciosa mujer a pasos de ella sin su camisa puesta, preguntándole qué sentía al verla, obviamente estaba más que nerviosa.

Tampoco es como si supiera exactamente qué sentía, le gustaba lo que veía, le gustaba ver en sostén a su sexy doctora, pero era difícil decírselo y no quería parecer una pervertida.

Por otro lado, Rosé pensaba que otra cosa podía hacer, sin llegar a algo extremo, al no poder tocar a su paciente para confirmar lo que tenía en mente. No se le ocurría otra cosa más que desvestirse frente a ella.

Bueno... después de todo, trata de hacer su trabajo y por fin resolver las dudas y problemas de Lisa. Se acercó lentamente hacia la sudorosa muchacha.

—¿Ni cuando tu novia te toca tienes una erección?—negó tragando seco—¿Me permites hacer una cosa?—Lisa sólo asintió, ni siquiera le salían las palabras. Rosé no quería pasarse de más, pero en esos momentos estaba olvidando un poco su profesionalidad—Nueve años de diferencia—se acercó a su oído—Tengo experiencia, ¿qué quieres que te haga?

Una de sus manos se deslizó por el pecho de Lisa, su abdomen comenzó a subir y a bajar con exageración, su respiración volviéndose entrecortada, estaba realmente exaltada.

La mano de Rosé comenzó a bajar más y más, esperando encontrarse con alguna sorpresa, y efectivamente era así, ya había logrado su cometido.

—Responde, ¿qué sientes al verme?

—Me gusta verla, me gusta y me excita verla de esta manera—Lisa perdió la consciencia y ya no le importaba lo que salía de su boca, sólo quería disfrutar del tacto de las manos de la mayor.

Rosé sonrió para sus adentros y bajó por completo.

Bingo.

Acarició lentamente la zona, sintiendo como se ponía cada vez más dura. Definitivamente ella tenía razón. Si Lisa no había logrado tener una erección con su novia y si con ella, su pensamiento de que a la castaña sólo le atraían personas más grandes era cierto.

Sólo apretó su miembro por encima de la tela antes de separarse con una sonrisa, ya era suficiente.

Pero para Lisa no.

—Puedes irte a casa, ya es tarde—iba a ponerse su camisa pero la menor reaccionó rápido y se levantó de la cama, dirigiéndose a la mujer tomándola por los brazos para luego pegarla en la pared y dejándola acorralada—¿Qué haces, Manoban?

—No me puede dejar así.

—¿Qué quieres que haga?—preguntó indiferente tratando de zafarse del agarre de Lisa, pero ella tenía más fuerza así que no pudo.

➥ 𝐬𝐞𝐱𝐮𝐚𝐥 𝐭𝐫𝐨𝐮𝐛𝐥𝐞 ❥⥤𝑪𝒉𝒂𝒆𝑳𝒊𝒔𝒂⥢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora