𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝑰𝑿

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Lápices de colores esparcidos por la mesa ratona y el piso de mármol, en el centro de ésta, la pequeña niña dibujando con esmero un lindo oso. O eso se suponía que era. Con desespero rayó todo el dibujo, enfadada del resultado negativo, otra vez. No era muy buena dibujante, y eso lo ponía triste. Quería dibujarle algo bonito a Rosé, porque ella le hacía sentir bonito.

Sintió la presencia de alguien detrás de ella, entonces se dio vuelta viendo a la chica castaña y a su madre.

—Mami, ¿quién es ella?—interrogó la niña ladeando su cabeza, Lisa la observó con detenimiento, aún sorprendida. No había pensando que Rosé podría tener una hija, ahora en su cabeza habían muchas preguntas. Miró a la mayor y luego a la niña otra vez, notando el gran parecido.

La pelinegra estaba demasiado seria y eso la extrañaba.

—Lía, camina a tu cuarto, yo ya estoy bien—habló, demasiado duro para Lisa. La menor puchereó mirando a la pelinegra, para luego mirar a la castaña. Le sonrío agitando sus manos y sus ojos desaparecieron, causándole ternura.

—¿Sabes qué estaba dibujando?—habló y Lisa sonrió involuntariamente negando—Un osito, ¡tú te pareces a un oso! gigante... Mmm, por cierto, ¿quién eres? ¿Por qué le estás tomando la mano a mamá?—al mencionar eso, ambas mujeres miraron hacia abajo dándose cuenta de eso y las separaron rápidamente. Y Lía rió bajo.

—A dormir, ya es tarde. No hagas que me enoje—la ignoró completamente.

—Oso gigante ¿te gusta Hello Kitty?

(...)

Rosé se encontraba sentada en el sofá de terciopelo color vino en su sala, simplemente pensando, mientras seguía curando sus heridas. Lisa la miraba desde las escaleras. Era de madrugada y quería asegurarse de que durmiera, Lía ya lo estaba haciendo, se había quedado un rato con ella luego de que Rosé se haya enojado por que no le hacía caso.

Lisa tenía tanta curiosidad, pero sentía que no debía preguntarle y meterse en su vida privada.

Bajó y se sentó frente a Rosé, en la mesita café que tenía frente al sofá, la pelinegra levantó la vista pero luego la desvió. Sabiendo que tal vez la castaña le preguntaría sobre esa niña y de por qué la trataba de madre. Agarró alcohol etílico y algodón, siendo conciente de la mirada seria de Lisa sobre ella. Pero luego se alivió cuando comenzó a mirar las cosas que su alrededor, fijándose en un cuadro abstracto de colores cálidos, que no había visto antes.

—Me gusta esa pintura—mencionó Lisa, Rosé acercó el algodón húmedo al pequeño corte en su pómulo, ignorando un poco su hablar ante su concentración a lo que hacía. Arrugó su nariz ante el olor a alcohol y también por el ardor que provocó el mismo en su herida.

—El cuadro es una vagina, por si no te has dado cuenta—habló en un murmullo, pasando un algodón seco ahora sobre la herida ya desinfectada, tomando luego la bandita para despegar el plástico protector—Es algo difícil de ver, pero ahí está—Lisa se ruborizó—¿Qué pensaste que era?—cuestionó la pelinegra, guardando las cosas.

—¿Un cuadro abstracto?—el sonido de la sonrisa de Rosé hizo a Lisa desviar sus ojos de la pintura hacia ella, le iba a mencionar sobre el por qué había ido, pero lo que salió de su boca no era lo que quería decir—¿Eres mamá?—el semblante de la terapeuta cambió rotundamente, apretando sus manos sobre la caja para luego negar, presionando fuertemente sus labios.

—Aquella niña no es mi hija por si querías saber.

Lisa calló, le molestaba que negara algo así, no le encontraba sentido que Lía la llamara y la tratara como su madre, Rosé no actuaba tanto como una como para que la pequeña sienta que lo es.

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⏰ Última actualización: May 02, 2021 ⏰

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