Birthday

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1 de Octubre 1993

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1 de Octubre 1993

Lily Sayre 14 años

La mansión estaba llena de personas que charlaban y bebían champagne a cada paso que daban. La pequeña pelinegra se encontraba sentada en la cima de las escaleras, el vestido de color plata resplandecía contra su piel blanquecina, el largo cabello le caía como cascada contra los hombros y la espalda cubriendo su rostro, la tiara resplandecía contra el espeso color oscuro de sus hebras azabache, pero ni todo el aspecto angelical que emanaba de ella la hacía sentirse incluída en la habitación llena de gente importante que había venido a "festejar" el día de su nacimiento y su entrada ante la gran "sociedad".

Lily miró hacia abajo solo para admirar las luces y las decoraciones que había dentro, como siempre todo tenía un aspecto exquisito a manos de las órdenes de Narcissa Malfoy. Se suponía que ella era quien reviviría a la casa Sayre al ser la última heredera y sobreviviente, sin embargo, se había llevado una sorpresa al ser expuesta bajo el apellido Malfoy. Ella estaba agradecida no podía negarlo, los quería, las palabras de Draco resonaban en su cabeza sabiendo que ese era su lugar, pero su padre quien ni siquiera estaba presente en la reunión, la había empujado a sentirse desfasada.

Dejó de lado la fiesta no sin antes pedirle a uno de los elfos que la buscará en cuanto los invitados se fueran. Miró los cuadros alrededor de la mansión hasta seguir a la habitación que estaba frente a la suya, la misma que había permanecido vacía por meses; la puerta no hizo ni un solo ruido en cuanto la abrió, a veces era increíble como los años parecían no afectar a la monumental estructura de la casa, pero claro todo era producto de la magia. Las luces estaban apagadas y el lugar era más oscuro debido a la ausencia de ventanas. Lily tiró de la pequeña cadena de oro que colgaba del móvil infantil  con varías formas que no alcanzaba a distinguir, Draco aún lo conservaba intacto como una pequeña lámpara de noche junto a su cama.

La luz le dió algo de calidez al lugar y Lily se tomó el atrevimiento de recorrer cada rincón de la alcoba, no había rastro de polvo en el cuarto, seguramente Narcissa había pedido a los elfos que no dejarán de limpiar la habitación, los zapatos del rubio ya no descansaban a los pies de la cama y su armario solo tenía la mitad de ropa que siempre, todo ordenado por colores y tamaños, fuera del closet la ropa de cama y el resto de la habitación lucían igual, las gemas incrustadas en la pared formando la constelación del menor de los Malfoy refulgia haciéndola sentirse más sola. Era una vista bella, pero a Lily le habría gustado más estar con Draco para compartirla, el escritorio también estaba bien acomodado solo hubo algo que llamó la atención de la ojiverde, las peinetas que Draco le había robado estaban ahí a excepción de una, en la fila de accesorios faltaba un broche brillante en forma de mariposa y el par de esa joya era la misma que ella se había prendido a la cinta del vestido.

Sonrió nostalgicamente llevando su mano hacia la joya, sintió las lágrimas picandole en los ojos y sin poder evitarlo derramó unas cuantas antes de ir hasta la cama en busca de un poco de calor, la seda se desacomodo contra su peso y ella se enroscó contra el colchón con el corazón abatido y desbocado, buscó el aroma de Draco entre aquella tela, pero lo único que la recibió fue el olor del suavizante, él le hacía tanta falta y solo habían sido unos meses, si la viera llorando y temblando en aquel lugar anhelando escuchar su voz aunque sea para llamarla por ese estúpido e irritante apodo se burlaría de ella y nunca la dejaría en paz, aún así no le importaba, porque empezaba a darse cuenta de que no les decía a las personas importantes en su vida cuánto las amaba y en ese momento deseaba gritarselo al rubio a la cara.

No sabía si aquel lugar le producía un sentimiento reconfortante o desolador, pero una vez que su llanto inició ya no pudo parar, su pecho se comprimía con cada espasmo y el aliento se le atascaba a mitad de la garganta, rogaba por poder gritar, por desmoronarse y ni siquiera sabía de dónde provenía ese vacío que se apoderaba de ella, lo tenía todo en apariencia, dinero, ropa, todo lo que pidiera, hasta una familia en apariencia por mucho que su padre se esforzará para sacarle esa idea de la cabeza y aún así no se sentía parte de nada, estaba aislada por una barrera transparente que no podía romper y verdaderamente deseaba romperla con todas sus fuerzas, quería reír con los demás, enfurecerse o entristecerse sin tener que recluirse y en cambio, el llanto permaneció en silencio, ahogandola, matandola con la presión que se acumulaba en su garganta y sentía que le quemaba, el ardor se quedó ahí al igual que la presión, pero después de quedarse dormida por el llanto ese peso no remitió solo encontró un lugar permanente en ella.

No sabía si aquel lugar le producía un sentimiento reconfortante o desolador, pero una vez que su llanto inició ya no pudo parar, su pecho se comprimía con cada espasmo y el aliento se le atascaba a mitad de la garganta, rogaba por poder gritar, p...

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Nadie la despertó cuando la fiesta terminó, la mayoría de los invitados eran personas a quienes realmente no les importaba el cumpleaños de la pelinegra, sin embargo, era un requisito de la élite que ella fuera presentada al ser poseedora de un apellido con tal peso diplomático, pero a su edad obviamente no le interesaba nada de eso.

Lo último que Lily recordó de aquella noche fue un toque suave y reconfortante que la arropaba y consolaba justo en la misma habitación en que había estado llorando. Las manos delgadas de Narcissa se movían sobre su frente dándole el cariño que le hacía falta, escuchó la voz suave tararearle de forma tranquilizadora mientras le ponía encima las mantas sobre el cuerpo para protegerla del gélido aire de la noche.

La mayor observó el rostro hinchado de Lily, sus temblores inquietos y los labios resecos de la menor y no supo que hacer para pedirle que le explicará ¿Qué podía hacer para consolarla?

El rostro de la ojiverde era tan parecido al de Sephora y a pesar de ir contra las normas actuales de los Malfoy, contra todos los protocolos sociales, la abrazó con fuerza y dejó que Lily llorara contra su pecho maternal, permitió que la menor la sujetará con tanta fuerza hasta clavarle las uñas mientras su pecho se desgarraba y solo salía una palabra de sus labios «Por favor ». Las lágrimas mojaban la ropa de la mayor, pero no importaba, ella ya había empezado a llorar también aferrandose a su hija, era suya, Sephora se la había confiado, le había dado su tesoro más preciado y ella estuvo dispuesta a cuidarla se había ganado quedarsela, quererla como suya porque lo era Lily era su bebé y siempre lo sería nadie iba a quitarle eso.

Y mientras el corazón de Lily se desgarraba pidiendo un consuelo al que no le encontraba una razón de origen, Narcissa Malfoy también se permitió llorar con ella, eran dos seres humanos despidiéndose de algo, la ojiverde le decía adiós al último rastro de su infancia y Narcissa se despedía de sus oportunidades de sobrevivir porque si no podía cuidar de ella eso terminaría matandola y sabía que era algo imposible de lograr.

The Sharpest Lives: Shadow «Draco Malfoy»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora