Cruzar la puerta no me llevó a nada distinto. Sólo una encrucijada más grande, donde se hallaban los peores desafíos que podría imaginar. Todo por entrar a un sitio más al que sólo una corazonada me guiaba.
Entré a un gran salón. La puerta se cerraba bruscamente detrás mío. El gran salón parecía el espacio indicado para hacer una fiesta de calamidades, un sitio perfecto para albergar todo lo que estaba ahí. En las esquinas del salón había pedestales sujetando una estatua diferente. Un niño abrazando un perro, con un gesto de terror que denotaba que había entrado en llanto, abrazaba al perro, quien trataba de proteger al niño, en una postura que indicaba su fuerte voluntad y mirando al centro del salón.
En la otra esquina se encontraba un señor con una lámpara de petróleo, taciturno, con una pistola en la otra mano, apuntándola hacia el centro del salón. Llevaba un sombrero de paja, un overol y herramientas colgadas, alguna especie de jardinero.En la tercera esquina se hallaba un monje, con la biblia pegada al pecho, la cruz y el rosario en alto y la misma expresión de horror que el jardinero. Miraba al centro.
Cuarta estatua, podría esperarme cualquier otra visión de algún incauto que fuese víctima de los horrores de esta casa, salvo la que vi. Era mi abuelo y su amigo Tom. Tom yacía en el suelo; con la cara destrozada, mientras mi abuelo lo sujetaba con una mano y con la otra sujetaba el candil. Mirando con un rostro serio, frío, sin expresión alguna; hacia el centro del salón.
Sentí una gélida sensación recorrer mi espalda hasta llegar a mi cuello, erizarme la piel y hacerme sudar en frío, todo un síndrome de terror reprimido, provocado por la expresión de mi abuelo, que ahora era parte de una sala de trofeos.
Todas las estatuas miraban al centro del salón... El misterio.. ¿Que había en el centro del salón?
Una gran estatua, cuya base tenía un ascensor que te llevaría sólo hacia abajo. ¿Quién era la desafortunada víctima?
Poseía un cuaderno en la mano izquierda, un quinqué en la otra y una pierna mal apoyada, además de un rostro bastante familiar, el mío.En ese momento, sentí un leve rose en mis hombros, tenía una sensación de pesadez, como si alguien se apoyara en mí.
Si desde el momento en que vi las garras que me sostenían hubiese reaccionado, podría haber tenido una suerte diferente. Pero no fue así.
ESTÁS LEYENDO
Vino Tinto
HorrorEn el castillo Atorde se encontró un cuaderno, que contenía en sus páginas esta historia, y junto a él, una botella de vino tinto. ------------------------------------------------- Todos los derechos reservados. SAFE CREATIVE Identificador:1501122...