IV

22 8 22
                                    

Alec

—¿Y si no llega a ser calec su profesora? ¿Y si llega a ser una de las locas de las dalecs? Entonces, ¿qué? ¡Se lo habrían llevado!

Estoy bastante nervioso, lo reconozco. El corazón todavía me va a mil desde aquella llamada que recibimos hace unos minutos. Era la profesora de Robert. Nos llamaba desde su teléfono personal para contarnos la última de Diana. Se presentó en el colegio del niño con Pedro y quisieron sacarlo de clase, diciendo que habían hablado conmigo y que estaba al corriente. Lógicamente no era para nada bueno, de eso no tengo duda.

—Cálmate, ¿vale? —me pide Carol, apretando más mi mano—. Ya estamos llegando. Además, al final no pasó nada; no pienses en lo que podría haber sido porque no tenemos ni idea de lo que...

—Vaya —le corto, viendo de lejos a Diana y Pedro hablando con unos paparazzi distintos de los que nos querían hacer fotos esta mañana—. Pues parece que ya sabemos lo que quería la loca de mi exmujer.

—Tranquilo, ¿vale? —me intenta calmar mi chica sin soltar mi mano—. Hemos quedado en que íbamos a tratar cualquier tema con...

—Diana —digo al llegar a su lado—. ¿Qué se supone que haces aquí?

Ella me mira primero con sorpresa y luego finge una sonrisa al ver que los paparazzi que ella misma contrató se volvieron contra ella, empezando a tomar fotografías y a grabar en vídeo lo que está sucediendo.

—Hola, Alec... —musita algo cohibida—. ¿Cómo estás? Cuánto tiempo...

—Cierto, aunque tú acabes de decir en el colegio de nuestro hijo que acabamos de hablar por teléfono para decirte que vengas a recogerlo.

—Bueno, bueno, haya paz... —media el imbécil de Pedro. Y mira a mi mujer—. Carol, sigues tan hermosa como...

—Pedro, vete a la mierda y ni me mires —le contesta ella con resolución, callándole la boca seguramente para toda la conversación.

—Hoy parece que tenéis un mal día —dice Diana, tratando de sonar graciosa mientras los paparazzi siguen revoloteando a nuestro alrededor.

—Para nada. Es el primer día de colegio de Robert y estamos más que contentos. —y me dirijo ahora en dirección a todos los flashes que me están cegando—. ¿Cuánto os ha pagado?

—¡Alec, por dios! —exclama Diana, haciéndose la ofendida—. ¿Qué pretendes decir con...?

—¿Cuánto ha sido esta vez? —les insisto.

Al menos dejan las cámaras quietas un instante.

—Mil libras a cada uno —contesta uno de ellos.

Yo me echo a reír inevitablemente con aquello.

—Ellos no tienen ni mil para todos —les digo, haciendo que ambos se quejen por lo que consideran una ofensa—. De hecho, seguramente saliera de mi bolsillo esa cantidad y no, no vais a cobrar si depende de mí —y viendo las caras de enfado de los paparazzi, me adelanto—. Os propongo algo: os pago dos mil libras a cada uno y os quedáis aquí con los otros compañeros vuestros que van a hacernos un par de fotos a la salida. Vosotros sacáis el doble de dinero, os lleváis unas fotos en buena calidad y os evitáis grabar el espectáculo nauseabundo que seguramente Diana tenía preparado.

Y mientras Diana y Pedro siguen quejándose, los paparazzi, por supuesto, aceptan el trato.

—Cariño, vamos a entrar ya; la directora nos está esperando —me recuerda Carol.

Mi chica tira de mí hacia la puerta pero todavía tengo algo que decir.

—En unos minutos vamos a salir y no quiero que sigáis aquí. Si no os largáis, llamaré a la policía si hace falta pero Robert va a pasar un buen día hoy sin meter mierda vosotros dos. ¿Me habéis entendido ambos?

Ninguno contesta pero antes incluso de que Carol y yo nos demos la vuelta, ellos dos ya nos dan la espalda, alejándose de aquí.

—Venga, cariño —insiste otra vez mi chica, acariciando mi brazo para hacer que reaccione y entre por fin en el colegio.

School rocks!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora