Capítulo 4

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Me incorporé con rapidez y salí corriendo de mi habitación dirigiéndome a la de mis tíos -que algún día fue de mis padres -mi tío se encontraba recostado en la cama como si estuviera durmiendo, no obstante mi tía lo miraba aterrorizada. Me acerqué un poco más y vi una mancha roja entre las sábanas blancas que lo envolvían. Caminé rodeando la cama hasta el otro extremo y fue cuando me di cuenta de lo que pasaba.
Ahí hacia su cuerpo pálido y rígido. Sus ojos abiertos con la mirada hacia el techo, su rostro con una mueca de horror y sus manos bañadas de sangre intentando cubrir el agujero que tenía en el pecho, el cual causó su muerte. Era claro, había sido asesinado.
Mi tía se desmayó, y el ruido del impacto de su cuerpo contra el suelo argumentó que no fue ella. Era obvio, ella lo amaba, pese a que el se había convertido en un borracho mujeriego aun lo veía como el caballero con el que se casó, con el que intentó tener hijos, pero nunca pudo, y el único que lograron concebir nació muerto dos días después de que yo nací, lo cual probablemente era una de las causas por las que mi tío no me quería, porque yo viví y su hijo no. En fin, ¿cómo pudo pasar algo así sin que ella se diera cuenta? Sabia que mi tía se tomaba unas píldoras para dormir que le funcionaban de maravilla, sin embargo, ¿serían tan fuertes como para no escuchar que su marido estaba siendo asesinado justo a lado de ella?
Vi las marcas en mis brazos de la noche anterior y me sentí un poco aliviada. Alguien había terminado con la vida de un ser despreciable, aún así, de igual manera me sentía triste por mi tía y asustada por cómo alguien pudo entrar así de fácil a mi casa sin problemas ni nada.
Unos minutos más tarde llegó la policía, el oficial interrogó a mi tía en la sala y a mi me mandaron a mi habitación por ser menor de edad y no poder colaborar en el caso. Sin embargo al poco rato entraron a mi cuarto para hacerme unas preguntas. Intentaron jugar al policía bueno y al policía malo, pero yo ya me sabia sus trucos, y no tenía nada que ocultar, así que con dulzura e hipocresía contesté todas sus preguntas.
Horas más tarde me encontraba en el funeral, en realidad no sentía ninguna emoción hacia el cadáver de un tonto en un ataúd, pero intente fingir tristeza por mi tía. Recibía lamentos de personas que ni siquiera había visto en mi vida, podía fingir pena pero no sentirla.

Al policía continuó con sus investigaciones por todos los medios que conocía. El asesinato de mi tío salió en todos los medios de difusión locales y nacionales. Llegó a ser un gran escándalo, ya que después de mucho tiempo no encontraron a su asesino y no podían explicar cómo es que habían entrado a mi casa sin forzar las puertas o llevarse nada. Estaba claro que no fue un robo. Como bien sabíamos mi tío se había dedicado a estar en bares y apostar, así que dedujeron que quizá había tenido un pleito con alguna persona en el bar por una mala apuesta y por eso lo habían matado, por venganza. También explicaron el fácil acceso a mi casa cuando mi tía recordó que mi tío había olvidado su llave en algún lugar una vez que estaba muy borracho. Y así es como se hizo "justicia", sin encontrar un culpable, sin nada. Tan típico de mi país.
Aquel había sido, sin duda, un año lento, tedioso. En el cual mi vida de torno aún más solitaria. Mi tía se encerraba en su cuarto a llorar desde que amanecía, y yo perdí todo un curso escolar por no entrar a la escuela. Y es que sentía que no tenía motivos para ir, ya no tenía razones para seguir adelante, es decir, ¿quién me iba a apoyar con mis estudios y demás?, ¿quién me iba a felicitar por haber sacado buenas notas y aprobar mis materias?, a demás todos los que creí que eran mis amigos me habían abandonado por no ser como antes.
Así es, me encontraba completamente sola.
Llego el día de mi cumpleaños. Había estado esperando por ese día por tanto tiempo, al fin seria mayor de edad y podría ser libre, conseguiría un empleo y me iría de la ciudad a una mucho mas lejos donde nadie me conociera, olvidaría mi pasado, empezaría desde cero, ya no habría impedimentos para intentar ser feliz.
Me levante y bajé a desayunar. Me asombró que esta vez no se escucharan los lamentos desgarradores de mi tía, sin embargo no le tomé importancia. Pensaba vender esa casa e irme con el dinero que ganara, recuperar lo que quedaba de la herencia de mis padres y meter a mi tía en un asilo; de esa manera podría estar con gente como ella, y la podrían distraer.
Subí las escaleras y al entrar a la habitación de mi tía ella estaba parada en el borde de su ventana.
-¡¿Qué estás haciendo?! ¡Esa no es la solución! -le grité asustada.
-¡Aléjate de mi maldita! -me respondió exaltada -¡conmigo no! -y se tiró.
Corrí hacia la ventana en un intento de poder sujetarla pero fue en vano. Fue horrible ver como su cuerpo se estrellaba contra el piso duro y frío del garaje, el impacto provocó que su columna se partiera en dos haciendo un sonido espantoso. Había sangre por todos lados, estaba tan asustada que ni siquiera pude tomar el teléfono. Esta era la tercera muerte en mi familia. Comencé a creer que estaba maldita, que todos los que se acercaban a mi morirían de esa manera.
Bajé las escaleras, salí de mi casa y me dirigí al garaje, tomé su cuerpo, lo llevé al cuarto de huéspedes y lo oculté bajo la cama.
Salí y limpié el desastre que dejó con tantos químicos que perdí la cuenta. Por fortuna mis vecinos se encontraban de viaje así que nadie presenció lo sucedido.
Tenía que deshacerme de aquel cuerpo. La gente creería que fue mi culpa, pero no es así, y yo no quería ir a la cárcel por un malentendido. Mi tía ya no tenía amigas desde que decidió aislarse por lo de mi tío, nadie la buscaría así que no habría problema en que desapareciera. Una vez mas sentí alivio, una carga menos, y justo el día de mi cumpleaños.
Al caer la noche salí y abrí el antiguo carro de mi tío, abrí la cajuela y cuidadosamente metí el cuerpo de mi tía, el cual se encontraba dentro de una bolsa negra. Conduje hasta cerca del cementerio. Me escabullí y logre encontrar un sitio donde pudiese darle un entierro. Cavé con las manos hasta hacer un hueco hondo. Sentía cómo mis dedos se habían cortado con las piedrecitas que habían y cómo la tierra había entrado en las heridas pero no me importaba, necesitaba deshacerme de ello lo mas pronto posible.
Pasada una semana había encontrado un comprador para la casa. Era una señor de 45 años de edad. Estaba decidido a comprarla bajo cualquier precio, pues la necesitaba inmediatamente. Se la dejé amueblada, mientras menos recuerdos conserve del pasado mucho mejor.
Ya tenía el dinero suficiente para irme, estaba realmente emocionada.
Una noche antes de realizar el viaje me hospedé en un viejo hotel situado a unas cuantas esquinas de la que fue mi casa. Ni siquiera me tomé la molestia de bajar mis maletas, solo algunos objetos para no sentirme más sola de lo que estaba. Ordené una pizza y la comí mientras veía la televisión.
Caí en un sueño demasiado profundo.
Al día siguiente desperté en mi carro. No sé cómo había llegado hasta ahí. No probé ninguna gota de alcohol como para que haya hecho cosas de las que no tenía conocimiento. Salí del automóvil y me fui a la recepción del hotel. Le pregunté al recepcionista si ayer me vio con alguien, pues estaba realmente asustada y le expliqué lo sucedido y el me respondió que no. Sin embargo me miró de una manera mucho mas extraña cuando le dije que pagaría mi estancia puesto que según el, ese pago ya había sido realizado, y entonces me mostró el recibo. Efectivamente, ya había sido pagado.

La soledad de mi locuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora