Capítulo 5

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Salí de la resección del hotel y me dirigí a mi automóvil repasando en mi mente los movimientos y acciones que había realizado con anterioridad. No recordaba haberme levantado de la cama, ni mucho menos haber pagado. Me sentía observada, como si alguien o algo estuviera detrás de mi. Pero, eso era tonto e imposible, a lo mejor era el cansancio que me había hecho hacer cosas que no me acordaba. Seguro que si, solo era eso.
Encendí el automóvil y decidí dar una vuelta por mi antiguo vecindario antes de irme. En realidad, solo quería pasar por mi vieja casa y despedirme mentalmente de ella. Justo antes de salir del estacionamiento y manejar hacia la dirección de mi antiguo vecindario una ambulancia seguida de un camión de bomberos pasó a toda velocidad. Sentí un pequeño impulso y los seguí en una velocidad un poco más moderada. Un pequeño escalofrío recorrió mi cuerpo cuando me percaté del lugar en el que ambos automóviles se estacionaron, ahí donde la gente rodeaba el lugar alarmados, se encontraba mi antigua casa, o al menos lo que quedaba de ella.
Tenía miedo de acercarme más, no quería mas desgracias en mi vida. Una señora de mediana edad pasó a lado de mi automóvil así que bajé la ventanilla y le pregunté lo que sucedía. Ella me contestó que al parecer alguien había encendido fuego la noche anterior mientras los nuevos dueños dormían y causó un incendio, nadie sobrevivió ni saben quien fue, solamente el vecino de enfrente escuchó unos ruidos extraños, pero eso es todo.
Mi cabeza estaba a punto de estallar, ni siquiera podía concentrarme en lo ultimo que la señora me decía. Las imágenes de mis padres abrazados, mis tíos sonriendo, el nuevo dueño (ahora muerto) firmando el contrato... Todo eso pasaba como en diapositivas en mi mente. Algo estaba mal, nada de esto podía ser casualidad.
Sentí que me desmayaría, entonces, retrocedí el vehículo dejando a la señora hablando sola y me fui lejos. Solo quería conducir, alejarme, no detenerme, pero entonces la gasolina se acababa y decidí estacionar en una gasolinera y después de ella entré a un café que se encontraba a lado del este lugar. Al entrar pedí un café capuchino y me senté junto a una ventana. Observaba la carretera, contaba los coches pasar, 1,2,3...6...9...20... "¡Conmigo no!" Las últimas palabras de mi tía resonaron en mis adentros. No lograba relacionarlas con nada, no entendía a que se refería y supongo que jamás lo haría.
Bebí mi café y jugueteaba con un poco de mermelada que se encontraba en mi mesa. Tomé un panecillo y un cuchillo untador. Abrí el sobre de mermelada y con el cuchillo lo unté en el pan. La mermelada era de fresa y en el momento en el que el cuchillo le tocó sentí un espantoso dolor en el corazón. Una sensación que nunca antes había tenido. Sentí miedo y sentí placer, pero mas que nada sentí ansiedad.
La gente me veía asustada al escuchar los ruidos provenientes de mi boca, hasta yo misma me daba miedo. Ya no tenía el control de lo que hacia e iba perdiendo el conocimiento poco a poco... Luchaba con esa sensación de derrota e intentaba mantenerme consciente pero no podía, aquello era mas fuerte que yo.
Me despertaron los murmullos de la gente, abrí los ojos y todos los que se encontraban en el café estaban a mi ella rededor desesperados preguntándome si estaba bien. Un sentimiento de culpa inundó mi ser, ¿culpa? Pero... ¿Por qué? No entendía nada y ver a toda esa gente a mi alrededor me asustaba así que salí corriendo del lugar y me dirigí a mi vehículo, entré y cerré la puerta, estrellé mi cabeza contra el volante y lloré, quería a mis padres, quería que mamá dijera que sólo estoy confundida que todo estaría bien, solo quería ver a mi padre, su presencia me hacia sentir segura y me sentía observada.
Ya en la carretera encendí la radio y comencé a tratar de buscar alguna canción que no tratará sobre algún tema moderno y tonto. Llegué a la conclusión de que las cosas habían cambiado muchísimo desde que me alejé del mundo exterior. Ya nada me parecía bueno, ya no pertenecía al grupo de gente con alguna afición. Ahora lo que más me preocupaba eran mis cambios de estado repentinos y cómo todo lo que se vinculaba conmigo terminaba destruido.
Tal vez alguien estaba vigilándome, alguien sabía mucho de mi, conocía todos mis movimientos, alguien estaba realmente obsesionado conmigo... Pero ¿quién?. No había nadie interesado en mi, ni siquiera para disfrutar de verme sufrir. Aquellos sucesos me preocupaban más y más conforme me alejaba de las ciudad.
Llegó la noche y se me dificultaba ver el camino a causa de la oscuridad. Llegué a una gasolinera para no quedarme varada en medio de la nada y por fortuna había un motel de paso. Estacioné el auto y pagué por una habitación. Se escuchaban los ruidos característicos de un motel, los cuales no me dejaban dormir, a demás de que de la tubería salían cucarachas e infinidad de bichos asquerosos.
Pero bueno, no podía quejarme, era eso o dormir en el auto. Al menos en este lugar tenía una cama y calefacción, pues el invierno comenzaba a hacer de las suyas. Tenía miedo de cerrar los ojos, dado que si lo hacia podía despertar en un sitio diferente o tal vez nunca más abrir los ojos pero a la vez me urgía descansar un poco después de haber manejado todo el día y poco a poco el cansancio fue haciendo de las suyas hasta que caí en un sueño completamente pesado.
Recuerdo haber soñado algo...
Ahí estaba yo, una niña pequeña jugando en el jardín de su casa. También estaba mi perro Dong, yo le tiraba una pelota y el iba por ella, hasta que una pelota cayó entre unos arbustos y Dong no podía encontrarla y decidí acercarme y ayudarle. Encontré la pelota pero al alejarme vi al niño que vivía en la casa de a lado observándome, me sonrió y sentí escalofríos, corrí hacia mi casa y me encerré en mi habitación.
Otro sueño interrumpió este, estaba en los columpios de mi jardín, Dong ya no estaba y me sentía sola, de pronto el mismo niño se acercó a mi y me preguntó si quería jugar, no me daba confianza pero me sentía muy sola y acepté. Jugamos escondidas, el contaba y yo me escondía, era muy buena en ese juego. Entonces el me encontró y corrimos juntos, llegamos al bosque que se encontraba a lado de nuestras casas y seguimos corriendo, hasta que el juego se volvió más intenso, el niño me tiró una piedra en la cabeza y yo comencé a llorar al ver la sangre que salía de mi. Le grité y comencé a correr de tras de el, enojada, el se burlaba y sonreía mientras corría, hasta que tropezó con una rama. Me miró asustado. Me tiré sobre el e intenté pegarle con una roca pero el era mas fuerte que yo.
Abrí los ojos y ahora me encontraba en el cementerio recostaba sobre la tumba de mis padres, sorprendida mire a mi alrededor pues quizá se trataba de otro sueño. Pero esta vez todo se sentía real. Sin embargo para cerciorarme de que ya no estaba durmiendo tomé un cristal del suelo, de una veladora rota y me corté en el brazo.
Sentí una fuerte punzada y vi cómo la sangre se escapaba poco a poco, era el dolor más fuerte que había sentido. Así que con un pedazo de tela que arranqué de mi blusa tapé la hemorragia para no desangrarme. No cabía duda, era real. No podía quitarme la imagen del niño de mi mente. Era el, el me estaba castigando, estaba segura, podía sentir su presencia rodeándome, estaba obsesionado conmigo.
Salí corriendo del lugar y busqué con la mirada mi automóvil pero no estaba por ningún lado. De pronto una grúa pasó y en ella se encontraba mi viejo carro destrozado. Después de ello pasó un camión de bomberos y una ambulancia, se dirigían a la carretera de donde venia.

La soledad de mi locuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora