Capítulo 8: Werewolf Cures & Handjobs

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DOMINGO

Cuando Hadrian se enteró de la muerte de Voldemort por boca de la mujer que lo mató, se rió. 

Se rió y lloró hasta hiperventilar. 

Se había quitado un peso de encima. Esta tarea que le había sido impuesta desde el año, ya no estaba en sus manos y la había resuelto otra persona. 

No tenía que rehacer su vida en torno a esta enorme amenaza. Y lo que es más importante, no tenía que volver a su tiempo de forma permanente porque la única razón por la que tenía tantas ganas de volver allí era por Voldemort. 

Ahora puede quedarse en este tiempo con las nuevas personas de las que se ha hecho amigo. 

Se levanta de la cama, se lava la cara y se cepilla los dientes y baja las escaleras para ver que Sirius ya está despierto y de pie en la cocina.

-Buenos días-, dice.

-Oye-, responde Sirius apartando la vista de su sartén chisporroteante y mirando a Hadrian, -probablemente deberías ponerte unos pantalones-.

-¿Por qué?-.

-Estás en una casa llena de tíos que quieren follar contigo y saben que les dejarías-.

Hadrian se encoge de hombros, -si llevo pantalones o no, no importa. Si uno de vosotros quiere follar conmigo...- se desliza por detrás de Sirius y le rodea la cintura con los brazos. Sus dedos se deslizan bajo la banda de los boxers de Sirius pero no van más allá, -lo harás con pantalones o sin ellos-, susurra.

Hadrian se aleja de Sirius divertido por lo tenso que está su cuerpo. 

No llega muy lejos porque le agarran el brazo y le empujan contra la isla de la cocina. Sirius se aprieta contra él, sus ojos no apartan la vista de Hadrian y se inclina tan cerca que sus labios apenas se tocan.

-Súbete a la encimera-.

Hadrian salta a la isla de la cocina en segundos. 

Pone su mano en la pierna de Hadrian, sus manos frías le hacen temblar mientras la piel de gallina le recorre la pierna, mueve su pierna abierta y Sirius se desliza entre ellos. Hadrian se muerde el labio.

Sea lo que sea lo que está a punto de ocurrir está preparado para ello. 

Sirius se inclina y esta vez sus labios se tocan en un casto beso que se profundiza al inclinar sus cabezas. Sirius desliza su lengua dentro de la boca de Hadrian y éste gime, sacudiendo sus caderas contra las de Sirius. Se besan hasta que Hadrian tiene que apartarse para recuperar el aliento.

-Túmbate de espaldas-.

Haciendo lo que se le dice, Hadrian se desplaza hacia la isla de la cocina para poder tumbarse cómodamente.

Sirius empuja sus piernas hacia arriba y le baja la ropa interior hasta los muslos. Hadrian puede sentir que se ruboriza, sabe que Sirius puede verlo todo y eso le revuelve el estómago. La forma en que Sirius se detiene y deja que sus ojos recorran el cuerpo de Hadrian con avidez envía calor directamente a su polla.

Sirius planta un beso en el interior del muslo de Hadrian. 

Baja besando y, a medida que se acerca, Hadrian abre más las piernas, con el corazón latiendo desbocado.

-Sabes-, dice Sirius en voz baja, mirándole fijamente a los ojos, coloca su pulgar en el agujero de Hadrian haciendo que éste mueva sus caderas hacia arriba, -realmente deberías aprender a no molestar a la gente-, dice, arrastrando su pulgar hacia abajo y apartándose.

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