Capítulo 2.

10 3 4
                                    

Capítulo 2: "La carta."

Harry, por más estúpido e incrédulo que sonase, seguía pensando en lo mismo desde hace dos días; el amor tortuoso que le esperaba. Estaba bastante seguro de que las predicciones se harían realidad, lo que no estaba seguro es de cuándo se harían realidad. Podría ser en dos años como podía ser ese mismo día, y por esa misma razón, se mantenía siempre alerta.

—¡Harry! ¿¡Estás escuchándome!? —preguntó Hermione, provocando que Harry saliera del coma. Este la miró con el ceño fruncido, sin saber de que estaba hablando. —¿Me estás escuchando? Mira que ya tengo suficiente con que este ni siquiera se de cuenta de mi presencia, señaló a Ron.

—¿Eh? —balbuceó Ron, aun con comida en la boca. Eso hizo que Hermione se asqueara. Harry le dio una seña, pues, este tenía crema de maní en la mejilla derecha. Paso su mano por donde Harry le había indicado, y sonrió al quitársela. Luego chupo el dedo con el que se la había sacado.

—¡Qué asco, Ron! La próxima no hagas eso en frente de nosotros.

—Pero si es solo crema de maní.

—No hablo de eso, hablo del hecho de que comas como un cerdo. ¿No has notado como todos te miran? Estoy segura de que traumáste a varios niños de primer año con esa grotesca forma de comer.

—¿Podrían dejar de pelear de una vez por todas? Son insoportables.

—Tal vez si Ronaldo dejará de comer como un cerdo. —dijo, Hermione. Dirigiéndole una mirada de asco a Ron, quien le devolvió el gesto.

—Tal vez si Hermi-tonta dejará de ser tan molesta.

—¡Sabes que odio que me llames así!

—¡Y tu sabes que odio que me llamen Ronaldo! ¡Me llamo Ronald, no Ronaldo!

—No quería llegar a esto... Ustedes me obligaron. —susurró Harry para si mismo, al ver que Granger y Weasley no paraban de pelear. —¡Los que se odian se aman! —gritó Potter, llamando la atención de los contrarios, y de todos en El Gran Salón. Hermione fingió arcadas, mientras que Ron ponía cara de haber comido limón. —Si siguen peleando, asumiré que ustedes se aman en secreto.

—No te atrevas a pensar eso de mi. ¡Te lo pidó, te lo ruego!

—Muy tarde, Mione. Muy tarde...


Caminaban tranquilamente hacía la mazmorra de Gryffindor, mientras Ron no paraba de quejarse por lo que había hecho. Insinuar que le gustaba Hermione, para Ron, era una ofensa bastante seria. Ambos se detuvieron en frente del cuadro de la señora gorda. —Lo siento, Ron. Hice eso porque no paraban de pelear como idiotas.

—¡Mira quien habla! Tu te has comportado como un verdadero idiota pensando en tu amoroso futuro. ¿No te das cuenta de lo estúpido que eso suena?

—No suena estúpido, Ronaldo.

—¿¡Podrían, por favor, dejar de llamarme así!? Primero, Hermione. Ahora, tú. ¿Qué viene? ¿Draco Malfoy comenzará a llamarme así? Bueno, eso sí, si se recuperá del golpe. Cosa que nadie desea.

—Concuerdo contigo, Ronaldo. —formó una sonrisa burlona en sus labios. —Caput Draconis. —de inmediato, el cuadro se balanceó hacía adelante, dando paso a los dos chicos. Entraron a la mazmorra tranquilamente, al parecer estaban solos. Hermione estaba en la biblioteca, estudiando. Neville estaba con Hermione, leyendo un libro de plantas. Ginny y Luna estaban bajo las gradas, haciendo Merlín sabe qué.

—Al parecer, no hay nadie.

—Bien, porque hay que estudiar para mañana, Harry. —dijo Ron, haciendo Potter se sintiera confundido. Ese no era su amigo.

—¿Tu quién eres? ¿Qué has hecho con Weasley? ¡No me digas que Granger te lanzó un hechizo para que dejes de comportarte como un autentico despistado. Porque, si es así, se lo voy a agradecer muchísimo.

—¡Ja! Que gracioso.

—¿De verdad? Supongo que ahora mi lejano sueño de ser comediante puede hacerse realidad. —bromeó, mientras subía por las escaleras hacía el dormitorio de los chicos.

Al llegar al dormitorio, se quitó los zapatos y la túnica, junto a la bufanda roja y dorada. Se lanzó a la cama, y tiro su cabeza sobre la almohada. Estaba realmente cansado, su cerebro no había parado de pensar en un millón de cosas. Se volteo para estar más cómodo y, al hacerlo, su mirada se encontró con una pequeña cajita, la cual estaba en su mesita de luz.

Rápidamente se sentó, mirando hacía la izquierda, y tomó la cajita entre sus delicadas manos. Creía que tal vez alguno de sus amigos se la había dejado, pero al leer la nota que esta traía cambio de parecer.

"Querido Harry:

Te escribo esta nota para confesar mi eterno amor hacía ti, hacia esa persona tan valiente y hermosa de la que me enamore. Desde hace tiempo he intentado confesarme, pero no puedo. Nunca encuentro las palabras ni el momento adecuado.

Si lees esta carta, quiero dejarte en claro que te amo. Amo tus hermosos ojos de color verde esmeralda, que tanto me gusta mirar cuando te distraes. Amo tu cabello azabache, y que, cuando te das cuenta de que esta despeinado, te lo peines con tus dedos.

Para mi, no tienes defecto alguno. Eres perfecto cada segundo del día, obvio, todo lo contrario a mi. Espero que no te tomes a mal esta carta, y que no te incomode.

Con amor, la persona que te ama."

Luego de leer la carta, quedo anonadado. No sabía que debía de pensar en ese momento. —¡Oye, Harry! ¿Vamos a hacer la tarea o te vas a quedar como un idiota, tirado en tu cama?

—¿Cómo sabes que estoy tirado en la cama, Ronaldo?

—Te conozco más bien de lo que creés, Harry. Ahora baja a ayudarme.

Ron intentaba terminar la tarea, pero precisaba de Harry para que le pasará las respuestas. Tenía demasiado sueño como para poder pensar, todo lo contrario a Harry. No sabía como podía pensar el en ese estado.

El azabache bajo rápidamente, con una idea un tanto alocada en su cabeza. Alocada, pero bastante posible. —¿Tu escribiste esta carta, Ron? —pregunta, sosteniendo la carta entre sus dedos.

—¿Qué? —abrió los ojos, asustado. No entendía de que hablaba Potter.

—¿¡Tu escribiste esta carta, Ronaldo!?

—¿Carta? ¿Qué carta? ¿¡Qué diablos pasa!? —Harry le entregó la carta al pelirrojo y este la recita en voz alta. Y, después de mirar a Harry, estalló a carcajadas. —Querido San Potter. Quería escribirte esta carta para confesarte mi amor eterno hacía tu honorable persona. —bromeó Weasley.

—Eres un idiota, Ron. ¿Lo sabes, no? —luego de un par de bromas de parte de la comadreja, por fin decidió abrir la pequeña caja. Lo que había en el interior de esta dejo anonadado a ambos chicos. Dentro de esta había un anillo con forma de serpiente. Al parecer, la autora de la carta, era una Slytherin.


SI ES QUE HAY ALGO MAL, QUE NO LES GUSTE, AVISEN

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

SI ES QUE HAY ALGO MAL, QUE NO LES GUSTE, AVISEN.

Y TAMPOCO SE OLVIDEN DE COMENTAR Y VOTAR, PLEASE.

SHUT UP, MALFOY!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora