—Pobre Scabbers... —dijo Ron, cabizbajo. Hace ya unas horas que no encontraba a su querida rata, y comenzaba a creer que Crookshanks se la había comido. —Ese maldito felino me las pagará, nadie puede comerse a Scabbers.
—Él pudo. —dijo Harry, no tenía intenciones de ofender a Ron.
—¡Oye! Cuida esa boca si no quieres que te la cosa.
—Lo siento.
Bajaban por la Gran Escalera a paso de tortuga. Ron se lamentaba no haber cuidado más a su pobre mascota, y Harry se lamentaba haber elegido acompañar a Ron y no a Hermione. Era obvio que el pobre Crookshanks no se había comido a su rata, ese felino era menos agresivo que una cucaracha. A menos que este tuviera un lado oscuro, no tendría mucho sentido.
Luego de bajar las escaleras por completo, se encaminaron hacía el patio. Iban de camino a la Torre Norte, el lugar de la clase de Adivinación. Harry quería que la Profesora Trelawney lo ayudara con la carta. Necesitaba su ayuda, y pronto. El tema ya le estaba estresando muchísimo.
—Harry.
—¿Si?
—¿Tenemos que hacer esto? —dijo Ron. El azabache paro la caminata para dirigirle una mirada confusa. —Quiero decir... ¿y si dejas de pensar en la carta?
—¿A qué te refieres, Ron?
—Yo no tengo ganas de hacer esto, y menos ahora. Tienes que dejar de lado ese tema y centrarte en otras cosas, como... no se... ¿tus estudios? Son muy importantes. —él pelirrojo le regalo una sonrisa nerviosa.
Harry le tiro del brazo para llevárselo a un lado del camino. —¿Te ocurre algo, Ronaldo? —Ron le dirigió una mirada leve, para luego regresar la mirada al suelo. Harry siguió penetrándolo con la mirada, estaba seguro de que su amigo le estaba ocultando algo. —Ron... ¿Qué ocurre?
—Si te lo digo... ¿me prometes que no te vas a enojar?
Harry asintió.
—Bueno... hoy, antes de encontrarme contigo, me encontré con Neville. Charle con él sobre el tema de Scabbers, y lo triste que me ponía, y bueno... él me contó que opinaba acerca del "romance" que te espera.
—¿Y qué te dijo?
—Me dijo básicamente que es una completa y rotunda estupidez, y que no valía la pena hablar de ello.
Harry se sorprendió al escuchar eso, nunca se imagino que Neville podría comportarse de esa forma. Incluso le dolió escucharlo, ¿eso era lo que todos pensaban?
—¿Y tu qué piensas?
—¿Qué pienso de qué?
—Ya sabes a que me refiero Ron. —Ron enmudeció por unos segundos, para luego levantar la mirada en un intento fallado de salvarse. Creía que si se mantenía callado Harry no tendría más que pasar de tema. —Si no contestas, le diré a Hermione que te gusta.
—¡Eso es trampa! ¡No puedes--
—Si no hablas, lo haré. Y sabes que soy muy capaz, Ronaldo.
—¿Podrías dejar de llamar-- Ash, nada. Si quieres saber que opino de eso, te lo diré. —dijo Ron, ofendido. —Es estúpido, Harry. Tan estúpido como Draco Malfoy. Eres un incrédulo si crees que encontraras el amor, ¿sabes por qué? Porqué esa loca de Sybill no adivina el futuro. Seguramente algún idiota de Gryffindor puso la carta ahí.
—¡Por favor! El único estúpido aquí eres tu. —grito Harry. —¿Crees que nadie puede enamorarse de mi, eh? Pues dejame decirte una cosa, no sabes una mierda. —todos los que pasaban por ahí giraron a ver lo que ocurría, incluso profesores. Ambos chicos estaban elevando el tono sin darse cuenta, y lo peor de todo es que nadie hacía nada, pues, no sabían que hacer.
—¡Señor Potter! —grito la maestra McGonagall, pero ninguno de los dos la escucho.
—¡Púdrete, Harry!
Antes de tomar caminos distintos, ambos chicos se fulminaron con la mirada por última vez. La maestra Minerva no sabía a quien seguir, así que solo se limitó a ordenar que todos fueran a sus clases, y terminar ya con la escena. Rápidamente se dirigió a donde Dumbledore, para contarle lo que había pasado.
Harry se encontraba sentado bajo la copa de un árbol, pensando en todas las veces que había sido amable con el egoista de Ron, arrepintiéndose de eso. —Maldita comadreja, a veces me dan ganas de asesinarlo mientras duerme. —susurró Harry para si mismo. —Ojala le tiren un Avada Kedavra de camino al baño.
—¡Wow! Es la primera vez que escucho a Potter decir algo tan feo de su amigo, la comadreja.
—¿Qué quieres, Malfoy? —Harry giró en redondo, quedando de frente al contrario. — ¿Acaso no ves que estoy ocupado?
—Solo vine a ver como estabas, luego de escuchar la noticia me preocupe por ti. —dijo Draco. El azabache le miro con el ceño fruncido.
—¿Draco Malfoy preocupado por alguien más? No me lo creo, ¿qué tramas, Draco?
Harry se levanto de su lugar, sus ojos desbordaban odio. Draco le miró con una pequeña sonrisa, aun con la furia negándole la vista, lograba ver ese hermoso brillo que tanto amaba. Si no fuera porque, posiblemente, Harry le patearía la entrepierna, lo besaría hasta que sus labios se hincharan como sapos.
—No tramo nada, Harry. Solo quería ver como estabas, aunque veo que no quieres verme. —rápidamente amenazo con irse, pero Harry le tomo del brazo. Sonrió de oreja a oreja, para luego voltearse con un gesto serio.
—¿Acabas de llamarme "Harry"?
—Si, ¿por qué?
—Tu siempre me llamas Potter. O algo así. —dijo Harry, sonrojado. No sabía bien porque se ponía rojo, pero así era. Le había puesto nervioso agarrar del brazo a Malfoy, jamás había tenido tal contacto con él. Y si tenían ese contacto, era para nada más y nada menos que para golpearse.
Quedaron en un silencio rotundo por unos segundos, mirándose avergonzados. Harry le soltó el brazo al darse cuenta de que a el rubio le estaba doliendo. Luego de eso ambos se sentaron juntos en el mismo lugar en donde se encontraba Harry antes. Hablaron sobre esto y esto otro, hasta que acabaron hablando de la carta.
—¿Tu conoces a alguien que sea capaz de entrar a la mazmorra de Gryffindor solo para dejar una carta de amor? —dijo Harry, tan directo como siempre.
—Yo. —murmuró Draco.
—¿Qué dijiste?
—Nada, no dije nada. Yo no creo que ninguno de Slytherin sea capaz de eso, nadie tiene le coraje suficiente como para hacerlo. Y menos sin saber la contraseña. Tal vez le pidió a alguien que dejara la carta ahí, alguien que le debía un favor.
—¿Un favor?
—Tal vez.
—Si, tal vez.
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