Capítulo 2: ¡Bienvenidos a Acapulco!

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18 de Diciembre del 2018. 10:30 p.m.
Palladium, Acapulco de Juárez.

   Sunny D. sonaba en los altavoces de la discoteca. Sarita, la chica de piel caucásica y cabello castaño amarrado en una coleta debajo de un sombrero de mago, se encontraba mirando su teléfono cuando observó la manera en que un Mustang subía por la entrada del estacionamiento y se quedaba en un sitio alejado en el que apenas podía verse la silueta del vehículo. La chica dejó su teléfono y observó cómo alguien baja del auto al mismo tiempo que se ponía un saco.
   Mientras se acercaba ella sonreía y sacaba una pequeña caja de apenas unos centímetros que le extendió al chico de cabello negro y piel morena clara que tenía ojeras muy llamativas.

   —¿Noche pesada? —preguntó Sandy tomando la caja y poniéndose las gafas oscuras que venían en esta.

   —Darla te dirá... —esbozó Sarita sonriendo mientras Sandy le ponía una mano en la mejilla— Mi turno termina en una hora, nene. ¿Te podrías apresurar?

   —Tal vez... —susurró Sandy— Hoy es noche de ver Naruto, no sé si me quieras acompañar.

   —Tal vez... —contestó Sarita con una mirada provocativa— Depende de cuántos episodios me puedas meter encima, Valey.

   Sandy se quedó inmóvil y luego miró a otro lado.

   —Meh —respondió Sandy—. No me esperes, ve directo a mi casa, niña. Algo me dice que voy a tardar un poco. No te preocupes, la cena ya está servida.

   Sandy le extendió las llaves de su departamento, las cuáles Sarita recibió y guardó en su bolsillo mientras el chico entraba a la discoteca tranquilamente.
   Era noche de 80's. Todos iban vestidos como si fueran los personajes de Fiebre de Sábado por la Noche. Algunos afros, otros con trajes blancos y uno que otro moviéndose de una manera tan anticuada que era genial.
   Sandy pudo ver mesas con polvo blanco regado y personas fumando por montones. Siguió caminando, rodeando la pista de baile llena de humo y personas bailando.
   Llegó hasta la barra que se encontraba vacía, en ella estaba de pie una joven de piel caucásica muy parecida a Sarita, pero su cabello era pelirrojo oscuro y rizado. La chica vestía con un traje de camarera a diferencia de Sarita que vestía con un traje ayudante de mago.
   La chica sonrió al verlo y se acercó más a la barra cuando Sandy se sentó frente a ella.

   —Algo me decía que no tardaría en verte aquí —dijo Darla—. ¿Qué va a tomar hoy, señor Valey?

   Su voz era coqueta y hermosa.

   —Whisky —contestó Sandy al mismo tiempo que sacaba un cigarro de un bolsillo de su saco—. ¿Y qué novedades tenemos, Darla?

   —Bueno, parece que tenemos a un invitado especial —explicó Darla sirviendo la bebida y preparándola en cuestión de unos segundos—. Según tengo entendido, Antonio (tu amigo), lo invitó.

   —¿Qué tan malo es?

   Darla deslizó el trago en un portavasos frente a Sandy para luego sacar un mechero de su bolsillo y encendió el cigarro del chico de manera lenta.

   —Sebastián Santana —le dijo Darla guardando el mechero—; líder de un cartel de drogas muy grande en Helter. Ya sabes, esa ciudad a lado de la famosa Moonville.

   —Sí, conozco Moonville —comentó Sandy—. Tengo un primo allá.

   —Tal parece que Antonio no sabe que Santana y el señor Wayne no se llevan bien —siguió explicando Darla mirando a una esquina de la discoteca dónde se encontraba una mesa con varias personas—. Digamos que el señor Wayne se quiere expandir a Helter, pero Santana se resiste a dárselos, quiere más bien, venderle sus esquinas y tierras.

La Masacre de Wayne²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora