Capitulo 20

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POV Yessica

Despierto en lo que parece una habitación, me levanto con un poco de mareo, pero aun así trato de mantenerme en pie y recuerdo que tengo el celular en el bolsillo de mi chaqueta, lo saco y lo escondo en mi brasier acomodándolo junto con la blusa para que no se note. Escucho que la puerta se abre y entra Antonio.

—Estas despierta, por fin—dice acercándose a mí—no te asustes que no te haré daño muñeca.

—Antonio ya van a salir las chicas, trae a la que falta —articula un hombre parado en la puerta.

—Ya va —expresa Antonio—. Cámbiate la ropa por la que está en la silla junto a la cama, rápido si no quieres que lo haga yo mismo por ti.

Él sale del cuarto y me deja sola, entonces saco el celular, pero no hay señal —oh Dios mío, ayúdame Señor —exclamo mientras mis lágrimas se agolpan en mis ojos.

Busco la ropa de la silla y la examino, viendo que es un corset negro, con medias largas del mismo color y unos pantalones cortos rojos.

Me lo pongo a toda prisa y decido quedarme con las botas de taco alto que tenía y así guardar el celular dentro.

—¿Estas listas? —dice Antonio entrando.

—Sí —respondo sintiéndome incomoda por la ropa.

—Entonces, sal.

Salgo del cuarto observando que al lado hay otras puertas más, con números del 1 al 10 por lo que pude ver, por el largo pasillo de este lugar.

—Tendrás la fortuna de que vas a hacer exhibida como una de las vírgenes y por los más adinerados serás vista —expresa mi acompañante sonriendo, pero tal parece que Richard no le dijo que yo no soy...

Al terminar el pasillo de puertas, llegamos a lo que parece ser un bar repleto de hombres con trajes de pingüino, bebiendo con chicas sentadas en sus piernas o sirviéndole tragos a su lado y otras bailando en una barra para que después de terminar su baile, se vayan a los cuartos con él hombre que le ofrezca más dinero lo que me empieza a poner nerviosa.

—No te preocupes si nadie te compra, yo te llevaré conmigo para que puedas servirme en este lugar —exclama Antonio—sube a esa tarima que está en el centro.

Le hago caso y subo cada escalón como si fuera a mi propia perdición y en la tarima me uno a la fila de chicas que están aquí entonces, empiezo a orar pidiéndole al Señor que me ayude a salir de este lugar, que me llene de fuerza porque las lágrimas amenazan otra vez en salir.

—Tienes que sacar una sonrisa como puedas o Antonio se enojará —me susurra una chica a mi lado, pero yo me mantengo neutral, invadiéndome después de orar una paz que sobrepasa todo entendimiento dándome calma en medio de este tormento y se entonces, que él está conmigo.

—Ahora caballeros empezaremos con la subasta de las vírgenes codiciadas de este lugar —anuncia Antonio y yo fijo mis ojos en las mesas del fondo y veo un chico castaño de cabello sedoso con un tipo rubio a su par —ese es Scott y Fred—logro visualizar desde donde estoy.

Y pienso, ¿él frecuentará estos lugares?

Empiezan a subastar a las 4 chicas que están conmigo y a mí me dejan de último.

—Ahora caballeros, tenemos a esta joven de porte elegante por 50,000 pesos—un Señor de al parecer 60 años levanta la mano—vendida al Señor Grey a la de tres, dos, uno...

Scott alza la mano sorprendentemente, ofreciendo 100,000 pesos.

—¿Quién ofrece 200,000? —articula Antonio—Oh vamos caballeros, me dirán sentimental, pero vale más que eso está señorita.

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