ᴀᴛʀᴇ́ᴠᴇᴛᴇ ᴀ ᴅᴏᴍɪɴᴀʀᴍᴇ

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Un apuesto empresario acostumbrado a ver cumplidos, hasta en sus más íntimos deseos. Un joven inteligente incapaz de dejarse someterse por nadie, cuyo único pecado había sido por accidente, entrar en el mundo del señor Jeon. Y de inmediato se aleja de él.

Para otros alfas eso es una buena ventaja, que les a facilitado el camino para cortejar al precioso omega de brillantes ojos.






Pero, hay algo que ellos no tienen en cuenta. Un pequeño e insignificante secreto que se oculta.








Mientras que por el día Jimin aparenta odiar al empresario, una vez que está detrás de las puertas cerradas y las cortinas corridas, disfruta pasar su tiempo arrodillado al final de un látigo sostenido por el señor Jeon.









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Jeon Jungkook, suele ser una persona que tiene unos objetivos marcados muy claros, luchando con uñas y dientes como el alfa que es para conseguirlos. Y, ese omega de rubios cabellos se a convertido en su principal objetivo.

Para ser sincero, le gusta mirar la timidez que surge de ese omega, que se limita a mirarlo desde la lejanía. No le eran suficientes las fotografías que escondía en uno de sus cajones. Le es casi irresistible no evitar mirarlo directamente y sin discreción cada vez que se cruzan, solo para verle apartar la mirada rápidamente como si quemará, notando el calor en sus mejillas pálidas.

Más placentero era verle fingir ser un lobo bravo con una corteza gentil por sobre los colegas y socios de su padre. Le hacía ver cómo un cordero inocente e indefensos pretendiendo ser la bestia, y para el señor Jeon no era bueno, porque le hacía tener pensamientos sucios de él. ¿Cómo miraría al caos que nublaba su juicio?

Pero por algún motivo que desconocía, Jimin parecía decidido a evitarlo. Es una locura. Su aura tenue estando cerca de él le impedía descifrar lo que sentía a su alrededor, algo que le frustra cada vez más y no hay reparo de ello, pues solo le toca mirar como actúa amable y cortéz hacía otros alfas.

La rabia le nubla la vista de nuevo; empieza a ver el despacho borroso, pues no es la primera vez que a sucedido donde le toque ser el simple observador. La ira le endurece las facciones y por un momento se quedó paralizado, recordando lo indiferente que se mantenía a su alrededor, decayendo su sonrisa característica al instante y manteniendo una distancia proporcional, como si fuese un bicho raro.

Para Jungkook no le era un problema mayor la actitud rebelde de ese omega, —si se puede decir así—. Solo requería más esfuerzo, ya que su actitud le hace desear desesperadamente mantener las riendas de la situación, no solo mantener el control sino que también hacerle saber quién manda.

Durante años avivó el odio que sentía por los demás alfas, dejó que la desesperación e impotencia se apoderasen de su corazón. La envidia corría por sus venas, envenenado su sistema hasta la médula por culpa de ese omega quisquilloso al que le gusta jugar con su cordura, meneando su cola hacia otros alfas.

Trataba de alguna forma profesional que mordierá el anzuelo, que se fijará en él o que lo tratará como los otros, incluso mejor. Estaba tan desesperado que, cada palabra o sonrisa que ofrecía a otros alfas lo hundía en un abismo del que no quería que saliera su feroz instinto animal. Apretando los puños, y apartando la vista para proseguir a alejarse.

Amarlo u odiarlo, sucubir al placer o a la ira. Suspiró, apartando la idea de su cabeza casi al instante. Salió de su ensoñación, mirando al hombre frente suyo mientras golpeaba suavemente con sus dedos impaciente su escritorio de madera. ¿Pasaron cinco minutos? ¿Diez? Vió como su pecho subía y bajaba lentamente, aminorando la acelera velocidad de su respiración. Nunca se le escapaba nada. Jungkook es un hombre callado y observador, que se limita a estudiar a los demás. Para su trabajo era ideal, pero no ahora ya que había estado divagando mentalmente en ese omega.

𝐎𝐁𝐄𝐃É𝐂𝐄𝐌𝐄 I 𝐊𝐎𝐎𝐊𝐌𝐈𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora