ᴄᴏʟᴇᴄᴄɪᴏɴɪꜱᴛᴀ

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La obra maestra de Botticelli se encontraba en la galería de los Uffizi. Su cuadro de Venus era una de las obras de arte más famosas del mundo. Generación tras generación admiraba su belleza. No cabía duda qué aquella pintura encajaba perfectamente en su colección. Las imágenes que le había enviado la señorita Hye sobre la nueva pintura que estaba a la venta en el museo las tenía guardadas en el cajón, tendría tiempo después de tratar con ese tema.

Jungkook encendió suavemente el encendedor, envolviéndolo en su palma para que la luz no se apagara. La punta del cigarrillo ardió en un rojo vivo y luego, alejó el encendedor apagándolo para fijarse a su alrededor. Estando fuera, en el balcón, un viento bastante fuerte soplo y agitó su cabello. Tenía demasiadas cosas en la cabeza. Adentro, en su despacho, se había convertido en una bola gigante de estrés que se agrandaba estando pegado al computador.

Había estado leyendo las propuestas que antes se le entregaron mientras hablaron del tema durante la comida, y ahora estaba terminando el análisis final que tuvo con el director financiero. Las conexiones son de suma importancia para la compañia, y hay tres alfas considerados los peces gordos que cazaría próximamente.

Pero entonces un mensaje del señor Haakon interrumpió en su pantalla. Le pidió que recogiera a Jimin a las nueve de la noche en el estudio S&M. Los choferes estaban ocupados en el evento. Pudo llamar a Min YoonGi, llamar algún amigo de Jimin para llevarlo pero no, él quería ser quién lo llevara a casa.

Dio otra calada. Entendía que su lobo se aferraba a ese chico, conocía los terrenos llenos de hierba hacía Jimin. No debía acercarse a él estaba claro. Pero esa necesidad de tenerlo cerca comenzaba agrandarse cuando en su escritorio estaban los papeles de revisión sobre la invitación del señor Wang para una reunión.

¿Una maldita reunión tan pronto? No esperaba que se adelantaran los planes tan deprisa antes de que el señor Haakon saliera del país. Sin dudas, él lo atrasaría.

La puerta se abrió y giró hacia su oficina, viendo a su mayordomo acercarse al balcón.

—Señor, está todo listo.

—¿Cómo están? —giró su rostro hacia la vista boscosa de su jardín. Mirando desde su balcón el patio, las cercas de las siguientes mansiones y las destellantes luces al fondo del resto de la ciudad.

—Como usted los dejo mi señor. —entrelazó los dedos—: ¿cree que es momento de liberarlos?

—No, aún no es el momento. Espera a que yo te lo ordene, es demasiado pronto.

—Como usted diga.

—Choi por favor avísame cualquier cosa mientras yo no esté, —libero el humo de su boca, ya había terminado con su último cigarrillo.

—¿Saldrá?

—Por el joven Park, lo recogeré de su clase de violín —se apresuró a entrar a su oficina y tomar su chaqueta del perchero—: Hye se encargará del resto.

El rostro de Choi cambió, sabía perfectamente quien era Jimin, eso no era un secreto, pero también sabía que era el chico al que el señor Jungkook a deseado someterlo como el resto.



El rostro de Choi cambió, sabía perfectamente quien era Jimin, eso no era un secreto, pero también sabía que era el chico al que el señor Jungkook a deseado someterlo como el resto

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