ʙᴀᴊᴏ ʟᴀ ʟʟᴜᴠɪᴀ

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Hoy comienza todo para el viaje. Lo sabe, viendo a las secretarias del señor Haakon corriendo de aquí para allá con montañas de papales en las manos. Probablemente preparando toda la documentación para salir fuera del país y hacer negocios al final de la semana.

Saludo amablemente a los trabajadores que se le cruzaban, sonrío a las recepcionistas y subió las escaleras, mirando la oficina de su líder que estaba teniendo una conversación por teléfono. Se apresuró en llegar a la puerta de cristal, y entró cuando le hizo la señal.

—¿Como estuvo la junta señor Park? —abrió la puerta despacio.

—La señorita Reeves, la mujer que el señor West estaba jodiendo con traerla y hacer una negociación de alianza... hizo un escándalo.

Con escándalo sabía que se refería a no tener los mismos planes que él, y que por su parte pedía más de lo se podía ofrecer.

—Me daba ya una idea, había investigado sobre sus negociaciones con otras empresas. Su forma de negociar aún que es demasiado egoísta... déjeme decirle que no ha perdido ninguno, hasta hoy. —tomó las carpetas que la secretaria Nayeon le entregó antes de cerrar la puerta.

—Siendo una alfa pura no significa que andara a sus anchas dominando a otros en mi territorio. Tenía que ponerle un alto. —encendió un cigarrillo y le dio una calada.

—¿Sus hijos estuvieron en la junta?

—Chaeyoung está demasiado ocupada negociando con inversionistas de Nueva Zelanda, Jin-young está en su vuelo de regreso a New York.

—¿Y Jimin?

Detuvo su caminata, se giró hacia él y sonrió. Una sonrisa de un alfa hacía otro llena de misterio. Soltando el humo de su boca.

—Tengo una pregunta para ti, Jungkook —le dedico una pensativa mirada—: ¿Qué piensas de los Wang Corporations?

Había hojeado las primera parte del archivo sobre su equipo de trabajo, su organización destacaba en todo el país. Leyó las primeras líneas del discurso del presidente Jackson Wang que dio a la prensa y no se quejó de su liderazgo.

—Serían una gran oportunidad, podemos trabajar con ellos de forma que beneficien a ambas compañías. Su estilo de trabajo es muy similar al nuestro, señor.

El señor Haakon comenzó a reír. ¿No había pedido que le dijera lo que pensaba de ellos? Él nunca se equivocaba con la información. Aturdido cerró la carpeta y espero a que aquella gracia terminara.

—Hijo, sabes a lo qué me refiero.

Entonces entendió esa mirada, esa sonrisa. Se arremangó las mangas de su camisa y suspiró. El señor Haakon hablaba de forma que se uniera con un vínculo de por medio. Un matrimonio.

—Los he estudiado yo también. No soy estúpido. Las reuniones que hemos tenido en común me di la tarea de estudiarlos a todos. Resultó que teníamos las mismas visiones y probablemente el interés en mi hijo está en medio.

Así que el señor Haakon dejaba que sus dos hijos alfas estuvieran haciendo negocios fuera, sin importarle mucho su vida pero a su único hijo omega no lo dejaba salir del nido.

—¿Él lo sabe?

—Lo sabrá el jueves por la tarde, después de que terminen sus clases de violín.

Tragó saliva.

—¿Qué pasa Jungkook? ¿Hay algo de malo? —le dio otra calada a su cigarrillo—:  ¿No te convence el señor Jackson?

𝐎𝐁𝐄𝐃É𝐂𝐄𝐌𝐄 I 𝐊𝐎𝐎𝐊𝐌𝐈𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora