- Me voy- exclamé mientras tomaba mi saco, que reposaba medio caído en una silla.
Diego me miró de una forma que no supe entender.
- Te enojaste?- Se puso en pie soltando el celular.
- No, esta todo bien. Créeme cuando te aseguré que de ahora en más soy una persona nueva- Deslicé las mangas del saco entre mis brazos.
- ¿Entonces por qué te vas?
Esto ya parecía un interrogatorio, pero yo estaba decidida a darle todas las respuestas que quisiera, sin pelos en la lengua.
- Viene Amanda a casa, no sos el único que puede tener romances ¿Sabes?
Se quedó pensando en vaya uno a saber qué mientras se rascaba la barbilla.
- Entiendo- su voz sonaba como si intentara concretar una idea.
Miré el reloj. Marcaba las 7:15 p.m y me decidí a no perder más tiempo.
- Bueno, nos vemos, nene.
Y en ese momento expresó en palabras lo que estaba incubando en su retorcida cabeza. Con lo cual me hizo frenarme y abrir los ojos como platos.
- ¿Por qué no le decís a tu amiguita Amanda que venga para acá?
Primero pensé que era un chiste de mal gusto. O quizás había escuchado mal, tal vez mi sentido auditivo me jugaba una mala pasada y esa loca proposición no había sido real. Decidí averiguarlo.
-¡¿Qué!?- Fruncí el entrecejo.
- Lo que escuchaste. No empieces con tus Drama Queen, si te consideras tan madura como profesas ser entonces demostrámelo.
¿Acaso me estaba desafiando?
- ¿Y con que fin queres vos conocer a Amanda?- le instigué.
- Somos amigos, Flor. Deberías ser capaz de presentarme a tus futuras parejas.
Esto ya era el colmo.
- Primero, Amanda no es mi pareja. Tuvimos algo en el pasado, pero actualmente no hay nada físico entre nosotras. Segundo, es una situación en extremo bizarra- Analicé la siguiente reacción de su rostro.
Me miro calmo.
- Entonces no tendría que ser un problema organizar una reunión de amigos. Puede ser divertido.
- ¿Qué pretendes, pervertido?- dije casi bufando.
- ¿Ves como sos? Ya te estás metiendo cosas raras en la cabeza.
Este imbécil quería jugar con mi mente. Pero no estaba dispuesta a darle el placer de volverme loca. El juego modificó sus reglas pero la partida continuaba.
Sin decirle una palabra mas, y guiada por un titiritero esquizoide moviendo sus hilos invisibles, me encerré en su habitación mientras marcaba con mis dedos el numero de Amanda.
Uno.
Dos.
Tres tonos.
- Hola, preciosa, estoy por subirme al taxi por si te preguntabas si ya salía
- Se escuchaba ruido de llaves y autos en movimiento.
Tome coraje.
- Estoy en lo de un amigo. Íbamos a tomar unas cervezas, ¿No queres venirte para acá?
- ¿Vos decís? Yo quería verte a vos, no a alguien que no conozco. Sabes que soy medio antisocial con desconocidos.
Pensé en un buen argumento.
- Lo sé, pero es un chico buena onda (Sentí un poco de asco al pronunciar esa patética descripción de su persona, considerando lo que estaba haciendo con tal de demostrarle vaya uno a saber que).
- ¿Y que vamos a hacer ahí?
- Lo mismo que hacemos todas las noches, Pinky- Intente sonar graciosa.
- Dale, boba.
- Tiene flores, de excelente calidad... creo que te va a gustar probarlas.
- Vos siempre das justo en el clavo para convencerme. Pásame la dirección por mensaje. Nos vemos en breve.Colgué y le envié la calle y sus respectivas numeraciones. Me senté en la cama dejando el teléfono a un lado. ¿Qué acababa de hacer?, ¿Mi teoría se había vuelto realidad y finalmente la marihuana había consumido la poca lógica que me quedaba? Lo cierto es que ya no había vuelta atrás.
Volví a donde se encontraba Diego. Sentía mi rostro palidecer.
- ¿Estas bien?
- No estoy segura, creo que estoy chiflada.
- Lo que vos necesitas es dejar de maquinar tanto en esa cabecita de chicle.
Lo odie.
- Voy a comprar dos cervezas más y de paso te dejo el terreno para cuando llegue tu amiga. Hacele un bonito tour por el departamento - Dijo cogiendo envases.
- Te odio- Lo miré con furia.
- Yo sé que no- Me guiño un ojo y salió por la puerta dejándome sola,entre esas paredes que me oprimían y se movían a mi alrededor aun permaneciendo inmóvil.
Puse la mente en blanco. Me zumbaban los oídos como si un enjambre furioso me acechara por los rincones. Los rincones de mi mente, oscuros y retorcidos.
Habrían trascurrido alrededor de diez minutos en los que creí haber quedado en coma. Fue entonces que desperté de mi trance a causa del resonar del portero eléctrico.
- Abro- Dije mientras oprimía el botón que abría la puerta principal del edificio.
Esperé ansiosa, nerviosa. Deambulaba en círculos alrededor de la mesa de madera, ubicada en el comedor. Quizás en estos momentos no era mala idea brincar por la ventana ¡No estaba lista para desatar el caos!
Escuche la puerta del ascensor abrirse en el pasillo. Inhalé una bocanada de aire, tratando de no hiperventilar. Las manos me sudaban.
Vamos, Flor- me dije a mi misma- no pasa nada. Amanda no sabe quien es Diego para vos ni toda la historia que te estas escondiendo detrás y tampoco tiene porque enterarse nunca. Todo va a salir bien, es una simple reunión, como tantas otras, compartiendo un ¿plácido? momento con ¿amigos?
Otra parte de mi que hacia un terrible esfuerzo por mantener callada me gritaba entre eufórica y furiosa ¡Sos una estúpida!, ¿¡Como llegaste a esto!?, ¿Que demonios se te paso por la cabeza, se te aflojaron las tuercas?
Calma, calma. Era todo lo que pedía.
Pude oír los pasos acercarse a la puerta y no espere ni un segundo mas, la abrí conteniendo el aliento.
- Adelante mi bestia doncella- La invité a pasar, intentando demostrar la mayor normalidad de la que era capaz de aparentar.
- Oh gracias, divina caballera- me sonrió ondeando su melena con gracia.
Verla parada en el centro del comedor observando los detalles minimalistas de la decoración me provoco una extraña sensación. Como si la realidad se hubiese alterado y un agujero negro estuviera succionando la poca cordura que manejaba el mundo.
- ¿Y tu amigo?- pregunto buscándolo con la mirada.
- Se fue a comprar cervezas.
-¿Fue un plan tuyo para que nos quedemos a solas?- río pícaramente.
Me sonroje, me hacia sentir como una adolescente.
- Me descubriste- levante las manos en alto fingiendo estar decepcionada.
- Me alegro que así sea entonces.
Estaba hermosa. Lucia un pantalón gamuzado y una remera con el logo de la banda Megadeth, con el pelo suelto barriendo sus hombros con delicadeza. En su muñeca pude apreciar la pulsera que le había obsequiado.
- Te la pusiste- dije, mientras tomaba su brazo para poder verla mejor.
- Si decidiste representar la pasión que decís sentir por mi con este objeto entonces no me lo quitare jamás en la vida.
- ¿Y vos qué tipo de pasión sentís por mi?
- Eso no lo puedo expresar con palabras- Colocó sus brazos alrededor de mi cuello.
- ¿Entonces de qué manera puedo saberlo?- mis circuitos neuronales estaban como locos, si pudiese describir gráficamente lo que pasaba por mi mente diría que lo reflejaría como fuegos artificiales en festejo de año nuevo.
Me besó. En ese departamento, en esa habitación, rodeada de toda esa ridícula decoración minimalista, zambullida en los recuerdos que había sembrado con otra persona en ese mismo lugar. Dejando esparcir el caos.
Sus labios eran tan dulces como los recordaba, su aliento olía a fresas (quizás debido a su adicción a las pastillas frutales con mentol) y yo quería envolverme en ella. Enredarme por siempre en su suavidad, aferrarme de tal manera para que nunca me permitiese caer.
Y justo en ese momento en que me creí rodeada de paz, la puerta se abrió de par en par. Casi muero del susto. Quizás morirme hubiese sido mas fácil.
Amanda me soltó rápidamente y le dedicó una sonrisa a Diego, que la observaba de pies a cabeza. Sentí celos, yo quería ser la dueña de esas sonrisas.
- Hola- dijo saludando con un beso en la mejilla a Amanda mientras estiraba el brazo dejando reposar las cervezas en la mesa.- Un gusto
- Igualmente
(No me hacia demasiada gracia que fuese un gusto para ambos)
- ¿Qué te parece mi humilde morada?
- Diego abrió los brazos abarcando todo a modo de señalización.
- Interesante decoración, me agrada. Yo podría vivir en un lugar como este.
Quería comprar tapones y colocarlos en mis oídos para no tener que escuchar nada de lo que pudiera avecinarse. Esto era una catástrofe inminente.
Decidí buscar algo que hacer, antes de comenzar a tirarme del cabello. Destapé una cerveza, guarde la otra en el freezer y traje vasos. Serví, sin espuma claro.
- ¿Así que te gusta Megadeth?- Diego señalo la estampa en la remera.
- Es mi banda favorita- respondió ella orgullosa.
- ¿En serio? ¡La mía también!- dijo emocionado- Pensé que quizás eras una mas de esas niñas caretas que se ponen remeras de bandas sin siquiera haber escuchado un tema.
- Jamás, esto es pasión pura- exclamó colocando una mano en su pecho.
Quería que me tragara la tierra. Estaban hablando de música pesada, de instrumentos, de Megadeth y yo había pasado a un segundo plano. Lo peor es que no fue compromiso la coincidencia musical, la banda favorita de Diego realmente era Megadeth.
Me bebí mi vaso de cerveza de un sorbo y automáticamente me serví otro. Quizás así podía vivir esta situación de forma mas leve. Cualquier intento de solución a esta pesadilla que yo misma había creado era bienvenida.
Pusieron música eligiendo un tema cada uno y discutiendo sobre cuál disco había estado mejor.
Apagamos las luces y solo quedo el reflejo de la pantalla del monitor de la pc.
- Florencia me comentó que te gusta fumar- Dijo Amanda recordando como la había convencido para caer allí.
- Me ayuda a relajarme- Diego me clavo la mirada por un segundo- creo que es hora de empezar la fiesta.
Me había comido la lengua el gato. Mis cuerdas vocales parecían anuladas.
- ¿Tenes flores?- pregunto Amanda cuando vio el frasco que reposaba sobre la repisa.
- Si voy a fumar que sea calidad, nada de prensado asqueroso.
- Eso es genial- agrego mostrando sus blancos dientes en una amplia sonrisa.
Comenzó la convención de tos. Me pregunte si los vecinos creerían que el chico del tercer piso había organizado una reunión de tabaquistas compulsivos. Estas flores eran muy fuertes.
- Este porro es una bomba de tiempo- tosió Amanda cubriéndose la boca mientras sorbía un poco de cerveza.
- Te aclaré que solo consumo de la buena- Diego se aclaró la garganta.
Comencé a reírme. Estaba tentada. No sabia si me reía de la ironía de la situación, por darme cuenta de que estaba perdiendo la cabeza, o porque se me veía mejor riendo que llorando.
- Bueno parece que no hablas pero en el fondo la estas pasando genial dentro de tu mente- Diego río a la par mía. Eso ya no me causaba gracia.
Se dirigió al baño.
- ¿Estas bien?- Me pregunto Amanda preocupada.
- Si, estoy bastante colgada, nada más- era en parte cierto.
- Te ves encantadora en tu colgada y fumada versión.
Me beso en los labios y deslizo sus dedos entre mi cabello. Quería mas de eso. Me acerqué para besarla nuevamente pero me aparto.
- No quiero que nos vea tu amigo, me da vergüenza.
- ¿Porque?- dije, confundida.
- No lo conozco, no se que pueda pensar de mi. No tengo confianza como para estarme besando en su departamento.
- Perdón...
- No me pidas perdón, tontita- me regalo un piquito rápido- cuando regresemos a tu casa vamos a tener todo el tiempo del mundo para hacer esto.
Eso me dio la suficiente motivación como para cambiar mi mueca fantasmal a una más alegre. Justo en el instante en que Diego salio del baño.
- ¿Esta pasando algo interesante por acá?, ¿De que me perdí? Continúen besándose si es lo que estaban haciendo.
La cara de Amanda se torno en un color rojo vivo, pude percatarme de ello pese a la poca luz que se reflejaba. Quería asesinar a Diego.
Nadie dijo nada. Ahora interpretábamos con gracia el papel de mimos.
- ¿El baño esta por allá?- Amanda señalo el corto pero oscuro pasillo.
- Exacto- contestamos Diego y yo al unísono.
- Vaya, que sincronizados- Río ella.
Cuando Amanda entro al baño Diego me observó sonriendo y alzo los pulgares en alto a modo de aprobación.
Le devolví una mirada furiosa. ¿De donde había salido? De seguro se recibió en la universidad de imbéciles con honores.
Saque una tercera cerveza del freezer en el preciso momento en que escuchaba como Amanda interrogaba a Diego sobre si tenia novia.
- No, ¿Por qué la pregunta?- Cuestionó sorprendido.
- Pude notar que hay dos cepillos de dientes en el baño, solo me genero curiosidad.
Sentí mi corazón detenerse. ¿Qué sucedería si bajo los efectos en que se encontraba Diego se le aflojaba la lengua y le nombraba algún detalle de nuestra intimidad a Amanda? ¡Seria mi fin!
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Gris Arcoíris, un triángulo peligroso
RomanceFlorencia acaba de romper con Diego y siente que no va a poder superarlo nunca, hasta que un viejo amor reaparece para hacerla dudar y quebrantar todas sus emociones. Pero el pasado siempre vuelve, y peor que eso, se entremezcla. Una novela sobre u...