Capítulo 10

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Un leve cosquilleo me hizo entreabrir los ojos. Todo estaba muy oscuro y yo todavía permanecía lo suficiente adormecida como para lograr captar algo de la realidad que me rodeaba.

 Advertí el rozar de unos dedos recorriendo mis muslos, realizando movimientos circulares. Solté un gemido, buscando expresar que iba despertando poco a poco.
 Lentamente y con falso disimulo Amanda comenzó a deslizar hacia abajo mi tanga. Separé levemente las piernas y permití que con su mano curiosa se adentrara en busca de mi sexo. Podía sentir como un calor excitante se apoderaba de mi cuerpo con cada pequeño roce. Con la yema de sus dedos acarició mi clítoris. Suspiré agradecida ¿Acaso seguía soñando? Si así era no quería despertar nunca.

Como pude y procurando hacer el menor movimiento posible giré mi rostro para encontrarme con el suyo. Sus labios estaban esperándome, deseosos. Fresas, calor y humedad. Una humedad que comenzaba a recorrer mi bajo vientre.
Me desplacé sobre ella bruscamente. La besé con pasión, recorriéndola de forma rotativa con mi boca y mi lengua, sus labios, su cuello, sus hombros. Me deslicé con pericia sobre su pecho y le quite el brasier dejando, ante mi mirada maravillada, la perfecta visión de unos pezones rosados, ansiosos por ser succionados. Me consideré una mujer afortunada, estaba viviendo en carne propia el mejor suceso erótico que pudiese haber imaginado. Estuve entretenida un largo rato entre esos pechos carnosos y bien formados mientras poco a poco deslizaba mi mano por debajo de su shortcito pijama. Anhelaba llegar al fondo del tesoro y descubrir todos sus secretos.

- Espera...- dijo Amanda, contrayendo las piernas y retirando mi mano con ímpetu.

La observé confundida sin emitir palabra, tenia el corazón acelerado y juraba que se podían escuchar mis latidos resonando en la habitación.

- No estoy lista aún... - me miró buscando comprensión en mis ojos.

Fui cayendo lentamente como si me hubiesen arrojado un balde de agua helada.

- Quiero conectarme con vos- dije deseosa de proseguir.
 - Y yo también, pero necesito esperar un poquito mas. Quiero que sea perfecto.

Me hice a un lado y me rodeo entre sus brazos.

- Te prometo que cuando llegue el momento no te vas a arrepentir- Me dio varios besos entre mi boca y mi nariz.

No estaba enojada, ni triste, ni siquiera contenta. Estaba excitada, y buscaba entenderla y esperarla, pero mi sexo me pedía a gritos algo de acción.
De todas maneras no me quedo otro remedio que darle un ultimo beso antes de desear buenas noches.

- Voy a estar esperando para vivir ese sueño en vida- mis ojos destellaban en la oscuridad a causa de la lujuria- sos la mujer mas hermosa en la tierra.
- Te equivocas.

Estuve a punto de replicar, pero ella colocó su dedo índice en mis labios, incitándome a que cerrara la boca.

- Esa sos vos- Retiró el dedo y concluyó con un beso característico de novela romántica,  envolviendo mi estómago en mariposas alborotadas.

No podía esperar nada mas, pese a mi humedad inconclusa y mi deseo carnal puesto en pausa, este momento era único e irrepetible.

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La mañana se desplegó ante mis ojos y quise espantarla con movimientos torpes, como si pudiera quitar al sol que asomaba por mi ventana con mis manos. Mi torpe intento de echar al sol de mi habitación despertó a Amanda que me contemplo entredormida.

- ¿Se puede saber que queres inventar?- Me instigó con la voz adormecida.
- Intento sacar al sol de la casa- respondí poco cuerda.

Se hecho a reír y se encimó hacia mi.

- ¿Para que crearon las cortinas y persianas entonces? Alguien lo pensó antes que tú.
- Tonterías, ya controlaré el clima con mis súper poderes- me erguí en la cama.
- ¿Todavía seguís bajo los efectos de lo que fumamos anoche?
- No, lo mío ya es locura natural. Basta con inhalar este oxigeno contaminado de ciudad para que te se te de vuelta la cabeza.

Nos cambiamos y decidimos ir a desayunar por algún bar cercano, decidiéndonos por uno ambientado al estilo ochentoso. Ella pidió un tostado de jamón y queso y yo un crepe con fruta. Compartimos un Milkshake arrimándonos como una pareja.

Panza llena, corazón contento. Nuestro día continuó paseando por los lagos de Palermo, mezclándonos entre la gente, alimentando a los patos entre risas y besos ajenos a todo lo demás.

Nos encontrábamos escuchando a un artista callejero, que tocaba una balada de Arjona con su guitarra, cuando Amanda me pidió disculpas y sacó su celular del bolsillo, que emitía un vibrar chirriante.

- ¿Qué queres ahora?- Amanda daba pequeños golpecitos al suelo con la suela de su zapatilla.

Me coloque cerca de ella para poder oír la conversación. Pareció no molestarle mi descaro.

- ¿Podemos vernos? Me estoy muriendo, estuve comiéndome las paredes durante todo el día.
- No estoy segura de que sea la mejor idea, Ale.
- Fui a tu casa hace un rato y tu hermano me dijo que anoche te fuiste a lo de Florencia, ¿Estás  ahí con ella?
- Eso no es de tu incumbencia, deja de intentar controlarme- sonaba molesta.
- Voy a volver a tu casa y no me voy a mover de ahí hasta que regreses.
- No seas patético, ¿Queres?
- Parece que es la única forma en que puedo llegar a ubicarte, algún día vas a tener que volver a tu casa.

Amanda titubeo unos segundos.

- Esta bien, en una hora estoy por allá. Pero no lo hago por vos, lo hago porque vas a acabar desquiciando a mi hermano si te plantas como un potus en mi puerta.
 - Gracias, gracias, gracias, te am...

Amanda colgó.

- ¿Te vas a enojar?- Tomó mi rostro entre sus cálidas manos.
- Es tu novio... y yo solo soy tu amiga, no tengo nada que decir- dije resignada agachando la cabeza.
- Sos un ángel- me besó en la frente y tomó mi mano- Vamos, te dejo en tu casa.

Tomamos un taxi y en el camino retocó su maquillaje, haciendo malabares con un pequeño espejito cosmético. Se aplicó algo de máscara de pestañas y pintó sus labios de rojo. Volvió a guardar todo en su bolso y lo cerró, en el preciso instante en que el coche estacionaba en mi vereda.

- ¿Va a estar todo bien? Me preocupa que Alejandro te pueda hacer algo, esa desesperación con la que se expresa no me inspira confianza- dije esto sin mirarla a los ojos.
 - No te preocupes, puede sonar como un desquiciado, pero es el dolor fresco del momento. No puede afrontar que nuestra relación se esta quebrando en pedazos.
- ¿Prometes escribirme cuando el mar este calmo?
- Lo prometo, hermosa.

Me dio un beso profundo envolviendo su lengua con la mía. El chófer estaba atónito y lucía cara de perverso, pero a mi no me importaba y a ella mucho menos.

Mientras me bajaba del auto comprobé que el labial rojo de Amanda se había corrido. Pensé en advertirle, pero una idea cruzo como un rayo fugaz por mi cabeza. Tal vez era necesario que Alejandro supiera la verdad, en un detalle tan simple como un maquillaje corrido en unos labios besados con ímpetu. Quizás Amanda se percataría y se arreglaría la boca, o quizás el destino permitiría que no fuese así, y finalmente las mentiras saldrían a la luz, esa red de mentiras en la que yo también me veía envuelta. ¿Seria responsable del caos? Ya estaba asumiendo las responsabilidades y consecuencias de antemano.

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Gris Arcoíris, un triángulo peligrosoWhere stories live. Discover now