Capítulo 6

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Me fui de viaje con el fin de resetear mi cabeza, de enjuagar mis ideas y de inspirarme en lo maravilloso de estar vivo disfrutando de lo que se me otorgaba con facilidad: Buenos momentos.

Mis amigos me proporcionaron risas, diversión y contención. Cada segundo con ellos era un viaje a un universo feliz. No tenía palabras para expresar lo que daría por vivir así por siempre. Sin problemas, sin autoplanteos estúpidos, y sin una loca y neurótica yo comiéndome la cabeza. Sólo rodeada de estas increíbles personas haciéndome olvidar esa parte gris que condiciona al mundo.

La vuelta a casa me resultó tortuosa, si hubiese tenido la plata que quisiese a mi alcance no habría regresado nunca.

No me pude contener en comprar dos regalos. Uno para Amanda. Otro para Diego. Lo sé, soy patética, pero no puedo evitarlo, al fin y al cabo constituye lo que soy y no tengo porque avergonzarme de ello. Soy una cursi empedernida. Una cursi bastante confundida, también.

Me dejaron en mi casa a las diez de la noche, nos saludamos emotivamente y me ayudaron a entrar mi equipaje (que como siempre era el doble que el del resto).
Una vez sola y dentro de mi hogar me tumbé en la cama. Sentía el cuerpo cansada y pesado, me dolía cada uno de mis músculos. No es que hubiese corrido una maratón ni mucho menos pero el hecho de viajar en auto durante largas horas me provocaba agotamiento corporal.

Mi celular recibió un WhatsApp.

Diego Poza: ¿Ya volviste?

Florencia Toscanini: Acabo de pasar por la puerta, siento como si me hubiera atropellado una moledora.

Diego Poza: ¿Entonces si te digo de venir al depto tengo un no asegurado?

Florencia Toscanini: Te compré algo.

Diego Poza: ¿Enserio?, ¿Qué es?

Florencia Toscanini: En breve lo verás con tus propios ojos.

No me importó el cansancio, ni el sueño que me invadía segundos antes. Mis conexiones neuronales claramente estaban fallando, pero quería verlo. No sé con qué fin, ni si era saludable para mi misma. Pero lo quería y decidí seguir mi deseo.

Cuando llegué al departamento entre embalada. Lo abracé, él me hizo a un lado. Odiaba los abrazos.

- Sos un arisco- refunfuñe.

- Ya me conoces.

Abrí mi bolso y le entregué el paquete envuelto en papel regalo. Intentó analizarlo.

- ¡No adivines, abrilo!

No se resistió demasiado. En segundos visualizaba el vaso chopero de cerveza térmico. Contenía un gel interno que al ponerlo dentro del freezer se congelaba para que a la hora de servir la cerveza ésta se mantuviera en el punto exacto de frío. Personalmente a mi me parecía genial.

- Me encanta, gracias- Sonrió y me abrazó (No se si fue un abrazo de compromiso o la recompensa por haberle traído un regalo, pero me hizo sentir estúpidamente feliz).

Comimos algo, probamos el vaso chopero después de dejarlo reposar en el freezer por media hora, jugamos videojuegos y luego Diego se sentó en la mesa a picar marihuana.

- ¿Hoy si vas a fumar?- me miro desafiante.

- No lo creo, ¿Debería?

- Acabas de volver de vacaciones, relájate un poco.

Lo encendió y le dio tres pitadas. Me lo paso. Lo mire insegura.

- Sácate esas ideas raras de que se te va a fundir la cabeza si fumas seguido, es todo una mentira para asustarte. Esto te abre la mente.

Gris Arcoíris, un triángulo peligrosoWhere stories live. Discover now