Capítulo 5

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La alarma sonó y mis oídos lo captaron como el sonido mas chirriante e insoportable del maldito mundo. La había colocado bastante lejos para evitar la posibilidad de que, en un arrebato de sonambulismo, la apagara inconsciente y me perdiera mi preciado viaje a Mar del Plata.
Intenté callarla con la mente pero claramente no funcionaba. Diego me propinó un codazo acercándose desde la otra punta de la cama. Se lo devolví y me puse en pie a regañadientes.
Hacía frío, maldita sea, odiaba el frío. Casi tanto como madrugar.

Me cambié, peiné, me lavé los dientes (con mi cepillo que aún se conservaba reposando junto al de Diego) y me maquillé un poco para disimular el estado zombie en el que me encontraba.

- Me voy- dije susurrándole en el oído mientras Diego me espantaba vagamente como si me tratase de una mosca.

Pronunció una oración incomprensible.

- ¿¡Qué!?, habla claro, nene, no te entiendo.

Me miro de reojo.

- Que agarres las llaves extras, no me voy a levantar. Llévatelas y volvelas a poner en tu llavero si queres.

- No estoy segura de eso, prefiero que me abras la puerta vos.

Tarde. Volvió a roncar. Intenté zamarrearlo un poco, sin resultados.
Resignada cogí el par de llaves de la repisa. La realidad es que había sentido mi llavero vacío sin ellas desde el día en que se las devolví en un arrebato de drama, pero no era hora de pensar en eso.

Antes de irme le di un beso en la cabeza. No lo evalué, solo lo hice. Supongo que jamas se percató de ello, de mis pequeños gestos de cariño.

Gris Arcoíris, un triángulo peligrosoWhere stories live. Discover now