Capítulo 4 - Magia, Música y Montañas

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Elin corrió a su habitación casi rompiendo el suelo bajo sus botas, no sabía cuánto duraría lo que acababa de hacer pero respiraba agitada y sentía el pulso por todo el cuerpo

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Elin corrió a su habitación casi rompiendo el suelo bajo sus botas, no sabía cuánto duraría lo que acababa de hacer pero respiraba agitada y sentía el pulso por todo el cuerpo.
Se ató el cinturón y tomó un bolso grande que llenó de frascos con diversos contenidos, la mayoría sobrantes de las pruebas para curar al Rey. Esperaba que su nivel como alquimista hubiera subido tras tantos intentos y noches en vela, aunque su confianza seguía por los suelos ante el fracaso.

Necesitaría su caldero y otros objetos varios que forzó dentro de su bolso, luego corrió a la recamara de su padre, subió a la cama y arrancó la espada de cristal de la pared.

Tenía un color azul opaco como si estuviera hecha de hielo. No tenía filo alguno y se sentía tan lisa como una piedra de río.

Abrió el armario. El rey Hale fue un hombre de muchos pasatiempos.
Junto con su mejor amigo, el príncipe Aurie de Ghelken, practicaron diversas actividades peligrosas hasta que el hermano mayor de Aurie, murió en la guerra contra Kuiren y tres años después, el tío de Elin, hermano mayor de su padre, murió también en la guerra para ayudar a las brujas.
Ambos jóvenes entonces se volvieron reyes, intercambiando años de montar olas Ghelkenesas y escalar montañas Lundemereanas por actividades más extremas como lo eran dirigir reinos y educar tanto a pequeños príncipes como a pequeñas princesas.

Encontró los instrumentos para escalar de su padre, se rodeó con varias cuerdas y puso todo lo demás en el bolso, luego corrió a la armería donde tomó su arco favorito, algunas flechas y su espada ligera, finalizando con una visita a los establos.

Se detuvo justo ahí un segundo. La puerta estaba abierta, Iggy incluso ya estaba de pie con la silla puesta cuando llegó. Había una capa gruesa agarrada a la silla y una nota:

 Había una capa gruesa agarrada a la silla y una nota:

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El Corazón de una Mala PrincesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora