Exael vagaba sin un rumbo fijo por las oscuras calles de Nueva York, maldiciendo de todas sus formas conocidas a su padre por castigarlo durante un mes a compartir la Tierra con esos seres humanos inmundos. Nunca pensó que pagaría tan caro intentar colarse por las puertas del cielo, fue mala fortuna que San Pedro lo descubriera.
El joven demonio estaba tan enfrascado en sus asuntos que no era consiente de los miles de ojos que se paraban en él cada segundo, y es que, aunque Nueva York sea una ciudad con gente muy diversa, no es normal ver un ser de más de dos metros con la piel de color azul y dos cuernos semejantes a los de una cabra, paseando tan tranquilamente por la 5ª Avenida.
- ¡Ey, tú! El que parece sacado de Avatar. Me flipa tu rollo, ¿qué eres? ¿emo? ¿gótico? - Dos chicas jóvenes se acercaron a Exael, sacándolo de sus pensamientos.
- ¿Avatar?, ¿emo? - El demonio miraba extrañado a las chicas. Estaba seguro de que su padre le había dicho que en la Tierra se hablaba el mismo idioma que en los infiernos.
- Sí, ¿a que tribu perteneces? Es que tienes un flow increíble. - Comentó la otra.
- ¿Tribu? Mi nombre es Exael, soy hijo de Lucifer. - Se presentó muy dignamente, cuadrándose de hombros.
- ¡Wow! ¿Eres un satánico? ¡Cómo mola! ¿Es verdad que os pone hacerlo sobre tumbas?
- Mirad, ratas humanas, o me habláis en algún idioma que pueda entender u os quemo vivas y os mando a conocer a mi padre. - La poca paciencia del demonio ya se había consumido y sonaba enfadado.
Las dos chicas se miraron entre ellas, su expresión era de seriedad y concentración. Exael se sintió orgulloso de si mismo por haberlas asustado pero al mismo tiempo se estaba empezando a preguntar si las nuevas generaciones de humanos se podían leer la mente. De repente, ambas jóvenes se volvieron hacia él con una gran sonrisa.
- ¿Quieres venir con nosotras de fiesta?
Exael se quedó parado un momento ya que no esperaba esa contestación, pero su idea no le pareció nada mal.
- Sí, vámonos. - Dijo sin pensar el hijo de Lucifer.
- Pero, ¿si no te hemos dicho ni dónde es ni nada?
- Es una fiesta querida. No necesito más información.
Si había una cosa que le gustara más a Exael que ver a gente llorar y sufrir, eran las fiestas. No tenía ni idea de como sería una fiesta en el mundo de los humanos, pero aunque fueran más flojas que en el infierno, estaba seguro de que alcohol, drogas y sexo no iba a faltar.
De camino a la fiesta pasaron por delante de un bar que estaba lleno de gente. Como había ocurrido desde que el hijo de Lucifer había llegado a la Tierra, todos se voltearon cuando pasaron las dos chicas junto con él. Pero el demonio, que hacía caso omiso de las miradas, se paró en seco cuando vio algo que le llamó la atención.
- ¿Qué es esta cosa humana pequeña? ¿Qué le pasa? ¿Se ha encogido? - Dijo Exael acercándose a un niño que estaba en los brazos de su madre.
- ¿Qué dices? - Preguntó sorprendida al mismo tiempo que risueña una de las chicas, que durante el camino se había presentado como Jane. - Es un niño, Exael.
El demonio se acercó mucho más al infante y se agachó para estar a su altura.
- Así que tú eres uno de los famosos "niños". - Exael miraba al bebé, que no debía tener más de dos años, con completo asombro.
- ¿Qué pasa? ¿Nunca habías visto un niño? - Intervino la otra chica, cuyo nombre Exael no recordaba muy bien, pero sabía que sonaba a algo como Ally o Angie o parecido.
- De echo no. En el infierno no hay mini humanos de estos, ya que no llegan a hacer nada importante en sus vidas para que los considere merecedores de bajar al inframundo.
- Mira Harry. - Le dijo la madre al bebé. - Mira que disfraz tan chulo lleva este señor.
- ¡¿Disfraz?! - Exael se puso derecho muy rápidamente y se llevó una mano al pecho. - Disculpe, pero yo no lo he insultado. Yo no le he dicho a usted que es un adefesio mal hecho. Esto no es ningún disfraz, esto es belleza demoníaca. De lo mejorcito que hay por allí abajo, debo de añadir.
La madre, y todas las personas que se habían agolpado a su alrededor tenían los ojos abiertos como platos, y se había hecho un silencio sepulcral. Aunque ese silencio fue roto enseguida por el sonido más horrible que Exael había oído nunca. La risa de un niño.
- ¡Por el mismísimo Lucifer! Que sonido tan angelical, tan bonito, tan armonioso. Me quiero arrancar las orejas. Haced que se calle por favor. - Gritaba el demonio.
La madre intentó hacer que el niño callara, pero era imposible. Cada vez que Exael abría la boca, el niño se moría de la risa.
- CÁLLATE ESCORIA. - Los ojos del demonio cambiaron de negro a rojo y un aura azul eléctrico salía de su cuerpo como si estuviera rodeado de humo.
- Ey ey, Exael, tranquilízate. - Jane le tiró de la manga con una fuerza que sorprendió al demonio. Lo hizo moverse hasta que se apartaron del bar y él volvió a su estado normal.
- ¿En qué estabas pensando? ¡Es solo un niño! - La otra chica se acercó a ellos, visiblemente estresada.
- Tú. - Dijo Exael, haciendo caso omiso de la otra chica, y apuntado con su índice a Jane. - ¿Cómo has hecho eso? ¿Cómo me has movido? Eres diminuta, y yo soy un ser sobre humano, tengo más fuerza que tú.
Ambas chicas se volvieron a mirar.
- Ay Exael, cariño. ¿De verdad te piensas qué Dios va a dejar a un demonio solo por las calles de Nueva York? - Dijo Jane, con un tono calmado y una sonrisa en su boca.
- ¿Qué no le va a poner vigilancia para que algo, como esto que ha estado a punto de ocurrir, no ocurra? Casi matas a un niño Exael. Menos mal que estábamos aquí. - Siguió su compañera.
- ¿Sois ángeles? - Preguntó el demonio, sin poder creer que Dios le había enviado a dos secuaces para que lo vigilaran.
Ambas chicas sonrieron y unas pequeñas alas blancas brotaron de sus espaldas, dejando a Exael sin palabras.
- Creía que por mi nombre te iba a resultar más evidente. Pensaba que los demonios erais más listos, ya sabes, por el dicho de: más sabe el diablo por viejo que por diablo.
- Muy astuta Angie. Pero la noche me confunde. - Evadió el tema Exael, ya que estaba tan enfadado con su padre que no había reaccionado a algo tan sencillo de relacionar y fácil de averiguar como eso.
- ¿Y? ¿Nos vamos de fiesta? - Preguntó Jane, con una elevada vitalidad, cortando la conversación del demonio y el ser angelical.
- ¿Lo decís enserio?
- Claro que sí, pequeño demonio. Qué seamos ángeles no significa que no nos guste la fiesta.
- Además, tenemos que vigilarte. - Añadió Angie.
- Queridas, si pisarais una fiesta en el infierno, os juro que no querríais salir de allí nunca más. - Les afirmó Exael guiñándoles un ojo seductoramente.
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Me he inspirado en el azul eléctrico para hacer esta historia. Este color me recuerda a las noches de las grandes ciudades, un ambiente de fiesta, a las luces de neón de las discotecas, al humo de los coches mezclado con la luz de las farolas. También me ha inspirado el carácter de Exael, ya que es un color que aplicado a una persona me parece que crea una personalidad con chispa, con un tono irónico pero que a la vez con un poco que se enturbie, se crea un color azul oscuro, es decir, un ser enfadado.
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Historias fugaces ✨
القصة القصيرة¿Quieres vivir una extraña revolución en los Estados Unidos de América en el siglo XVIII? ¿Te gustaría adentrarte en la Irlanda de mitad del siglo XX? ¿Saber cómo viviría un demonio entre humanos? ¿Embarcarte en un teatro inspirado en la Divina C...