Capítulo 81

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Este es el capítulo de mañana, pero lo publico hoy porque mañana no voy a poder. Así que disfrutad <3 Y recordad darle a la estrellita, comentar y compartir la historia si os gusta mucho.

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-(t/n)-

—¿A qué te refieres con que la desesperación solo acaba de empezar? —le preguntó Shuichi a Tsumugi, tensando sus hombros.

¿Que podía ser más desesperante que sentir la pérdida de un amigo, que encima había trabajado con mi peor enemigo? No pensaba que pudiera haber algo más doloroso que eso. En mi pecho sentía el enorme vacío que se había llevado Rantaro, y dolía como mil agujas atravesándome la piel. Me rehusaba a pensar que había algo más desesperante que eso.

Y no sabía lo equivocada que estaba.

—Está bien, está bien —declaró Tsumugi con las manos en su cintura—. Debéis estar muy confundidos, lo entiendo, pero para eso estoy aquí. ¡Para terminar de resolver este caso!

—Creo que voy a vomitar —musitó Himiko, inclinándose sobre si misma.

—Si vas a hacerlo, procura no manchar los podios —le regañó Tsumugi—, son difíciles de limpiar, ¿sabes?

—¡Yo me piro de aquí antes de que esto se ponga feo! —anunció M1-U, asustada, mientras se escondía dentro del sistema de Keebo.

Hasta que no me moví hacia un lateral no me di cuenta de que el brazo de Kokichi seguía enrollado en mi cintura, sujetándome para no dejarme caer. No era capaz de mantenerme en pie por mí misma, así que apoyé una mano en su hombro. La cabeza me daba vueltas, pero conseguí reunir fuerzas para hablar.

—¿Se ha ido? —dije en un tono frágil, y Kokichi me miró con preocupación—. Rantaro... ¿Se ha ido para siempre?

Mi pregunta no iba para nadie en particular, simplemente necesitaba oírlo de otra persona para confirmar que era real. De alguna manera quería torturarme a mí misma, porque creía que me lo merecía. Pasaron unos segundos de silencio hasta que la última persona a la que quería escuchar contestó mi pregunta.

—Oh, ¿te refieres a esos trozos de carne que asumisteis que eran de cerdo? —dijo Tsumugi sin cortarse un pelo—. Sí, digamos que Rantaro se convirtió en un tomate triturado. Fue un poco cruel que lo confundierais con un cerdo, ¿sabéis? Deberíais sentiros mal con vosotros mismos, especialmente tú, Shuichi.

—¿Y-Yo? —murmuró éste.

—¡No le eches la culpa a Shuichi! —saltó Kaito con aspereza—. Has sido tú quien ha matado a su propio ayudante.

—¡Por dios santísima! —exclamó Tsumugi, llevándose las manos a la boca—. No, no, no. Yo nunca haría eso. ¿Qué te hace pensar que fui yo quien lo asesinó?

—Bueno... —balbuceó Kaito, rascándose la coronilla—. Esto... Tienes que ser tú, ¿no?

—Víbora —musitó Kokichi en un tono apenas audible.

Tsumugi se volvió hacia él con una inocente sonrisa en el rostro.

—Perdona, Kokichi, no te he oído bien. ¿Decías algo?

—¡He dicho que eres una puta víbora asquerosa! —explotó Kokichi, sujetándome con el brazo izquierdo y apretando el puño con el derecho.

Tsumugi apenas reaccionó al grito de Kokichi, lo miró estática por unos segundos y luego frunció el ceño.

—Te admito lo de víbora —dijo ésta, girándole la cabeza—, pero lo de puta es inadmisible.

Estaba claro que Tsumugi no se había sentido ofendida por el comentario, tan solo quería molestar a Kokichi.

Atrapada en la ficción (Danganronpa V3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora