Capítulo 60

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A la mañana siguiente, me desperté antes de que sonara el anuncio de Monokuma, así que me preparé y decidí encaminarme hacia el laboratorio de Miu. A estas alturas la máquina debía haber terminado su procesamiento y ya estaba impaciente por saber que era lo que tenía Miu preparado para nosotros antes de morir.

A medida que me acercaba a su laboratorio un cosquilleo nervioso crecía dentro de mí, tenía un mal presentimiento. Una vez delante de la puerta alcé mi temblorosa mano para girar el pomo, pero cuando entré me quedé petrificada.

Ante mí se abría paso el desordenado laboratorio, nada había cambiado excepto una cosa, la más importante. La máquina que debía estar procesando las memorias seguía tapada por aquella manta. Sin embargo, aunque no se viera a simple vista se podía intuir que estaba destrozada, aplastada como si la hubiesen golpeado con un bate de béisbol.

Mi corazón se paró en seco ante tal escena y sin perder un segundo más me acerqué a la máquina para levantar la manta que la tapaba. Cuando lo hice me di cuenta de que el aparato que estaba destrozado no era la misma máquina que se estaba encargando de procesar las memorias, sino que se trataba de otra muy distinta. Solté un suspiro de alivio y desvié mi mirada en todas direcciones para buscar la verdadera.

De esta manera, comencé a rebuscar por el desastroso laboratorio mientras maldecía a Miu por no haber sido más ordenada. Después de un rato buscando, el único lugar que me faltaba por mirar era dos grandes armarios que había al fondo de la sala.

Intenté abrir el primero, pero al parecer estaba cerrado con un candado que requería una combinación de cuatro números para ser abierto. Después de tres intentos sin éxito, me rendí. Si la contraseña hubieran sido letras quizá hubiera probado algunos nombres relacionados con partes del cuerpo eróticas, pero al ser números no tenía nada que hacer.

Me dirigí al segundo armario y para mi sorpresa éste podía ser abierto sin necesidad de ninguna contraseña. Cuando eché un vistazo al interior encontré la máquina que estaba buscando, solté un suspiro de alivio al ver que estaba de una pieza. ¿Por que estaría guardada en el armario? Está claro que alguien la ha movido, la pregunta del millón es quien.

Cuando me fijé mejor vi que el procesado de memorias había sido pausado, pues no estaba conectada a la corriente eléctrica. Utilizando toda mi fuerza agarré la máquina y la coloqué en una de las esquinas que estaba cerca de un enchufe para volver a conectarla a la corriente.

Acto seguido, investigué las opciones que habían en la pequeña pantalla de la máquina y logré volver a ponerla en marcha. Pero no solo eso, también conseguí la fecha y hora del momento en el que la desconectaron. Fue pausada anoche a las 8:04 pm, si no recuerdo mal en ese momento yo estaba con Himiko.

La máquina debería haber terminado hoy su procesado de memorias, pero debido a este contratiempo probablemente habría que esperar hasta mañana. No sabía si debía volver a colocar la máquina en su lugar original o dejarla ahí, pero opté por mantenerla en esa esquina y avisar a Shuichi o a Rantaro de lo ocurrido. No sé muy bien que es lo que ha pasado y quien ha hecho esto, pero está claro que alguien no quiere que termine este procesado de memorias. Aún con miles de dudas rondando por mi cabeza salí del laboratorio cerrando la puerta a mi paso.

Sin embargo, en cuanto lo hice un hedor a muerte entró por mis fosas nasales y varios escalofríos erizaron mi piel. Todos mis sentidos se pusieron alerta, como si mi cuerpo hubiera detectado antes que yo un peligro inminente. Detrás de mí podía notar como una atmósfera oscura trataba de atraparme con sus afiladas garras.

Con los nervios a flor de piel me di la vuelta para encontrarme con esos ojos rasgados, que me miraban como una serpiente mira a la presa que está a punto de cazar.

Atrapada en la ficción (Danganronpa V3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora