¡ treinta y cuatro !

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Cuando Jisung se despertó, sus brazos seguían abrazando a Minho y sus piernas estaban entrelazadas. Han sonrió, levantando un brazo para poder pasar sus dedos entre las hebras de cabello del mayor. Se sentía tan mal por haberlo lastimado, por haber traicionado su confianza y, por sobre todas las cosas, por hacerlo dudar de sí mismo. Se odiaba por haberse alejado durante tanto tiempo, por no haber sido capaz de solucionar sus problemas, por no haber podido aguantar un poco más.

Si él nunca se hubiese ido a Londres...

Minho se movió lentamente, anunciando que estaba despertando. Jisung bajó un poco la vista, encontrándose con los ojitos adormilados de su adorado novio. Curvó sus labios hacia arriba antes de juntarlos en un tierno piquito, pidiendo silenciosamente un beso de buenos días.

El mayor se apoyó sobre sus codos y, sin decir nada, dejó un corto beso sobre los labios de Han.

—Buenos días, bello durmiente.

—¿Estabas despierto hace mucho? —quiso saber Lee, acomodándose nuevamente sobre el pecho de Jisung.

—No, sólo unos minutos.

—Ah, bien. ¿Es muy tarde?

—Creo que no son las ocho todavía. ¿Querés que prepare el desayuno mientras tomas una ducha?

Minho lo pensó un momento antes de negar.

—¿No querés bañarte?

Soltó una risita.

—Hagámoslo juntos —dijo, levantando el rostro para observar los ojos castaños de Jisung—. Digo, si no tenés problema. Hay tiempo para llenar la bañera y quedarnos un rato ahí...

El menor sonrió enternecido.

—Esta es la mejor mañana de mi vida.

—No seas tonto, Jisung —refunfuñó, y se levantó de la cama rumbo al maño—. Voy a preparar el agua, no tardes. 

El menor asintió y luego de pasar unos largos segundos en la cama, aún procesando la idea de que Minho lo quería con él en un acto que le parecía realmente íntimo. Refregó su rostro con las palmas de sus manos, saliendo de las ideas que amenazaban con llenar su cerebro para que sólo pudiese pensar en sus preocupaciones.

Salió de la cama y luego de buscar ropa limpia suya que con el tiempo había dejado en el departamento de Minho, entró al baño.

La imagen que lo recibió era digna de una película, o mejor dicho, digna del museo más costoso del mundo. Jisung sostuvo firmemente que había sido el hijo de puta con más suerte del mundo por poder ver a Minho allí. Estaba desnudo y su cabello mojado caía perfectamente hacia atrás. Lo observó con una pequeña sonrisa cuando oyó la puerta ser cerrada.

—Ya te estabas tardando.

—¿Por qué nunca hicimos esto?

Minho soltó una risita.

—Desnudate y vení al agua. Quiero que me abraces.

Jisung acató las ordenes al instante y se desvistió bajo la vista demandante de Minho. Sintió sus mejillas calentarse a penas y, repentinamente, sintió un poco de vergüenza apoderarse de él cuando su cuerpo descubierto por completo se irguió junto a Minho. El mayor se acomodó en la bañera, dejándole espacio para que se sentase frente a él. 

—No voy a comerte, Jisung —musitó Minho, mirando un tanto entristecido la forma silenciosa en la que el menor dudaba entre entrar o no—. Si no tenés ganas de hacer esto está bien. No quería que te sintieras obligado a venir conmigo.

Rápidamente, Han se acomodó frente a Minho, dejándolo colocar las piernas al rededor de su cadera y lo atrajo contra su pecho con fuerza.

—No digas eso, Minnie.

LOVE ━ MINSUNG Donde viven las historias. Descúbrelo ahora