¡ dieciocho !

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Había pasado bastante tiempo desde que decidieron volver a intentarlo, y día a día, su relación se volvía más fuerte. No solían discutir seguido, y para estar en el segundo —casi tercero— mes de relación, ambos se sentían muy felices de poder estar juntos sin problemas.

El trabajo de Minho había sido un tanto exigente las pasadas semanas, pero solía buscar refugio en Jisung y en la deliciosa comida que preparaba la señora Han cuando su cuerpo estaba demasiado cansado.

Jisung, por su parte, solía tener un trabajo menos exigente en lo que a horarios se refiere pero bastante intenso. Comenzaba temprano en la mañana y volvía a su hogar en la tarde, intentaba pasar la noche con Minho y al otro día, repetía lo mismo.

Ese día era sábado, y como no trabajaban los domingos, estaban preparándose para una cena que tendrían en el hogar de Felix y Changbin. Ambos chicos llevaban años juntos, había recorrido varios países en una pequeña casita rodante y luego habían vuelto a su adorada casa. Felix se mantuvo en contacto con Jisung todo el tiempo que estuvo en Londres, y hasta fue a visitarlo cuando Changbin tuvo vacaciones y lograron pagarse dos pasajes hacia aquella preciosa y ancestral ciudad.

Minho no podía dejar de observar a Jisung, aunque siempre era bonito, esa noche lo era aún más. Llevaba un enterito de jean y un buzo rosa pastel, muy parecido a como se vestía cuando era todo un adolescente viviendo con su primer amor. 

—Estás precioso —comentó Minho, abrazándolo con un brazo por la cintura y cerrando las llaves del departamento detrás de ellos. 

—Gracias, Honnie. También te ves muy bien —dijo dulcemente, parándose sobre las puntas de sus botitas converse para dejar un piquito en los labios del mayor.






Jisung tocó el timbre de la casa de su mejor amigo con su dedo índice, balanceándose inquietamente sobre sus pies porque le resultaba bastante sospechosa la forma en la que la parejita los había invitado a cenar, diciéndoles que debían mostrarles algo muy importante y necesitaban verlos cuanto antes.

A los pocos segundos, la carita feliz y sonriente de Felix se abrió paso frente a ellos, recibiéndolos como siempre los hacía, con un abrazo.

—¡Sungie! ¿Cómo anduviste estos días? ¿Minho está tratándote bien?

—¿Por qué hablas como si yo no estuviera al lado suyo? —preguntó Minho con un puchero, recibiendo un abrazo y risas por parte de Felix.

—Todavía no te perdoné por lo de hace casi tres años.

—Pero yo sí, Lixie, ya no te preocupes por eso.

El castaño de pecas se encogió de hombros y se corrió de la puerta de entrada para que pudieran pasar. La joven pareja vivía en esa pequeña casita en la ciudad desde que ambos habían sido lo suficientemente mayores para mudarse. Al principio, las cuatro paredes que formaban la estructura parecían próximas a caerse, los pisos estaban arruinados y el techo sucio; sin embargo, luego de muchísimo trabajo y tiempo, Felix y Changbin armaron un lugar al que podían llamarle hogar, lleno de plantitas, libros y discos de música vieja.

—¿Qué tenían que mostrarnos? —preguntó Jisung, girándose a ver a su amigo.

—Siganme, Bin está en la cocina.

Los dos siguieron a Felix hasta llegar a su destino, donde se encontraron un regordete bebé sentado sobre las piernas de Seo. Sus manitos pequeñas estaban abiertas y jugaban con Changbin, apretándole las mejillas, los labios y las orejas. Jisung se quedó observando la escena sin decir nada, sintiendo la mirada de Felix expectante sobre él.

—Hola, chicos —saludó Changbin con una sonrisa, levantándose de donde estaba y acercándose a la pareja recién llegada.

—¿Por qué tienen una bolita que hace ruido en su casa?

Changbin soltó una risita.

—Él es Minjae, nuestro hijo.

Jisung se quedó sin palabras, y lo único que atinó a hacer fue abrazar a Felix con toda la fuerza que cabía en su pequeño cuerpo.

—Oh, Dios. Felicitaciones, tienen un bebé tan precioso —lloriqueó contra su oído, golpeando con su mano suavemente la espalda de Felix.

—Tiene dos añitos, lo trajimos a casa hace dos días —comentó el australiano, separándose de su amigo y tomando al bebé para entregárselo a Jisung—. ¿Querés sostenerlo?

Han asintió varias veces y tomó entre sus brazos al regordete bebé. Movía sus manitos con emoción y soniditos tiernos salían de sus labios, mientras sonreía y mostraba sus encías ocn pequeños dientecitos.

—Es tan bonito.

Minho se acercó por detrás de Jisung y le sonrió al bebé, haciéndole muecas graciosas y gestos para que se ría aún más. 

—Llevábamos bastante tiempo peleando por él, los papeles son más difíciles cuando no hay una mujer en la relación —dijo Changbin—. El primer día que lo vimos supimos que sería nuestro hijo, y aunque fue difícil estamos muy felices de verlo acá.

—Encaja bien con ustedes, son como tres bolitas de amor —respondió Minho, sonriéndole a su amigo—. Me alegro mucho por todo lo que lograron.

Jisung no podía separar sus ojos del pequeño y regordete bebé en sus brazos, miraba sus ojitos oscuros con dulzura y limpiaba con cuidado la baba que se le caía a veces por la comisura de sus finitos labios. Se preguntó como se sentiría tener un bebé en su casa, quizás con Minho. 

Repentinamente, la idea de formar una familia con Minho se instaló en su cabeza, y nunca más pudo sacarla de allí. 




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