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Las pálidas manos de YoonGi se encontraban frías por el clima helado durante otoño, por suerte aún no comenzaban las nevadas que llenaban las calles hasta cubrir sus tobillos. Ajustó su bufanda y dio un largo trago a su café con la esperanza de que la cafeína hiciera efecto. Entró al campus de la universidad, un grupo de chicos lo saludaron amablemente cuando pasó a su lado, todos en el área de artes parecían tenerle cariño y admiración, pues no cualquier persona a sus treinta y un años abandonaría un buen trabajo estable para volver a estudiar y mucho menos en una área de artes, todos los adultos jóvenes parecían haber decidido que sería su padre y mientras no lo molestaran YoonGi estaba de acuerdo.
Cuando sus padres se enteraron de su decisión le gritaron e insultaron, eso le causaba gracia por recordarlo, ellos no tenían idea de lo feliz que lo hacía sentarse frente a un piano y tocarlo por horas. Tomó asiento al frente del salón y saludó a la anciana profesora que estaba escribiendo parte de la teoría en el pizarrón. Por alguna razón, a pesar de que él estaba en el área de música era popular entre los estudiantes de artes plásticas y fotografía, sinceramente no entendía la razón, todo el tiempo pedían que fuera su modelo —cosa que el aceptaba para ayudarlos— y llegaban a discutir por él. Un chico de cabellos negros y el cabello ocultando sus ojos entró corriendo al salón con un lienzo mediano entre las manos, lo buscó con la mirada y fue hacia él.

— YoonGi hyung, necesito su opinión, es para la galería que se hace en navidad —le mostró la pintura y quedó impactado por el gran talento del menor. El paisaje era demasiado realista para ser una pintura—, siento que no es lo suficientemente buena...

— JungKook, está increíble —lo frenó regresándole el cuadro para evitar acariciarlo y ensuciarlo por accidente —, debes dejar de dudar de tus obras.

— De acuerdo, hyung —dejó el lienzo descansar sobre sus zapatos para poder agacharse y quedar a la altura del contrario al agacharse— ¿Nos vemos más tarde?

A pesar de que no podía ver los ojos del contrario sabía cómo lucían en ese instante esos ojitos de Bambi que tenía su menor. No era secreto el enamoramiento de Jeon JungKook con el pálido, todo el mundo lo sabía, todo el tiempo estaba detrás de él y era super pegajoso, tanto que parecía que estaban saliendo, pero no. YoonGi no sentía nada por él, le agradaba su compañía, eso era todo.

— Sí, Kook-ah —le quitó el cabello de los ojos—. Tus ojos son muy bonitos, deberías dejar de cubrirlos.

— Justo por eso los cubro, hyung. Siempre halagan mis ojos y me da vergüenza —regresó el cabello a su lugar sacudiendo la cabeza. JungKook notó que los demás estudiantes empezaron a llegar y se despidió para no llegar tarde a su clase—. Nos vemos.

YoonGi soltó un resoplido al verlo irse corriendo, era un chico adorable y atento, le dolía no poder corresponder sus sentimientos ya que la diferencia de edad sí era algo que le importaba, JungKook apenas cumplió veinte años. Sacó su libreta para tomar apuntes de lo más importante que iba escribiendo su profesora con calma en lo que daba la hora para iniciar con la clase.

...

Luego de casi cinco horas en el salón de clase viendo demasiada teoría se sintió agobiado, el descanso le sentó de maravilla. Fue hasta una parte solitaria de la universidad para descansar de las personas a su alrededor. Gruñó al ver a alguien en su lugar, obviamente no era suyo, pero desde que empezó a ir a clases iba a aquel rincón para fumar y recuperar energía. Decidió que una persona era mejor que cientos de alumnos artísticos ruidosos y felices a su alrededor. Se mantuvo a una distancia prudente para no tener que entablar una conversación, ya más cerca pudo analizarlo. Era un hombre castaño de unos veinticinco años, de mirada agotada e inexpresiva, tenía bolsas bajo sus ojos por falta de descanso, su piel morena resaltaba por la bufanda roja alrededor de su cuello y por su cabello rizado color miel. Debía admitirlo, era jodidamente atractivo con ese cigarrillo entre sus dedos largos, leía un libro sosteniéndolo en su mano izquierda. Sacó su cajetilla para llevar un cigarro a su boca, palpó sus bolsillos en busca de su encendedor sin éxito. Pensó en guardarlo e irse, pero se verdad necesitaba el sabor del tabaco en su lengua.

Take me |TaeGi|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora