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YoonGi bostezó en el autobús, trabajó hasta tarde la noche del viernes por la paga extra. La renta era costosa y casi no tenía comida en la nevera, el esfuerzo que hizo por dejar el sábado libre fue enorme. Eran horas descontadas en sus cheques de pago. TaeHyung mencionó un pago, mas no planeaba aceptarlo, de hacerlo no podría mirarlo a la cara. El profesor insistió durante el viernes que le permitiera pasar por él en su auto para ahorrarle el viaje en autobús. Su cabello humedecía el cuello de su sudadera, acababa de bañarse. El fotógrafo fue muy explícito en su petición, seguramente debido a una mala experiencia. Revisó una última vez el mapa en su teléfono para saber dónde bajarse, lo guardó en su bolsillo y caminó hasta la puerta para pedir la parada. Vagó por la calle al no encontrar donde se suponía que debió haber dado vuelta para bajar. Bufó molesto cuando el mapa del celular lo quería mandar por una calle incorrecta por enésima ocasión. Caminando de regreso empezó a marcar el número de TaeHyung, alcanzó a verlo a lo lejos caminando hacia él cuando alzó el celular y respondió la llamada.

— Sabía que estaba perdido —se burló en el micrófono del celular y colgó para terminar de acercarse. Iba vestido igual de formal que siempre con su pantalón de vestir café y una camisa blanca.

— Lamento la tardanza —pidió disculpas, perdió alrededor de diez minutos caminando sin rumbo—. Esta cosa me manda hacia otro lado —le enseñó la pantalla con el mapa indicándole que fuera tres calles atrás.

— Me pasó un par de veces, por eso salí a buscarlo —no supo si era un chiste para quitarle la tensión a la seriedad o lo decía en serio. De una u otra forma, le hizo reír.

Lo siguió hasta un lugar que se encontraba en un piso bajo tierra, normalmente esos lugares eran menos costosos que los de a nivel de suelo o superiores. Al contrario de lo que creyó, era amplio, bastante espacioso. Lienzos regados, ya sea con pintura o en blanco; latas de pintura apiladas contra una pared. Un estante con cajones y una mesa con llantitas puestos desordenadamente a medio camino, al fondo podía ver un colchón sobre el suelo. Una parte del cuarto estaba con una lona blanca en la pared y el suelo, alrededor había pantallas reflejantes para las lámparas de luz blanca acomodadas estratégicamente. Su atención se vió capturada por dos lienzos volteados, impidiendo ver su contenido; el resto no podía analizarlos por estar encimados y con cosas enfrente. Pero esos no. Se acercó a ellos con la intención de husmear mientras TaeHyung sacaba cosas de un cajón, aprovechando para tantear los límites del rubio.

— Sé lo que piensa —interrumpió el camino de su mano cuando los dedos rozaron la parte superior del lienzo—. No están terminados —explicó cerrando el cajón, abrió la boca para darle indicaciones, pero fue interrumpido por el mayor.

— ¿No puedo verlos ni un poquito? —aquellos ojos que lo perseguían hasta en sus sueños lo orillaban a aceptar.

No estaba seguro de cómo tomaría sus intentos de retratarlo, muchas personas no solían tomar de buena manera que los pintara o fotografiara sin su conocimiento. Lo llamaron acosador un par de veces. Él no lo veía de esa forma, pero nadie nunca le explicaba por qué era malo.— Si quiere —concedió el permiso.

YoonGi ni lento ni perezoso tomó el lienzo más cercano hacia él por el marco de madera y lo giró. Su mandíbula cayó al verse a sí mismo. No hacía falta terminarlo para apreciar cómo luciría ya finalizado. Reprimió las ganas de acariciar la pintura, podía ensuciarlo y no quería eso. Lo más bonito eran sus ojos. Finalmente entendía por qué le decían que eran similares a los de un gato. Volteó a ver a TaeHyung, quién por supuesto seguía en lo suyo, para tratar de entender si así lucía desde su punto de vista. El otro lienzo estaba todo tachado, veía los parches de pintura que ocultaban lo que fue originalmente. Dejó las cosas en su lugar cuando el rubio lo llamó para arreglarlo. Tomó asiento en una parte bien iluminada y TaeHyung se puso a trabajar.

Take me |TaeGi|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora