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— Hyung —YoonGi rió al escucharlo nuevamente. Llevaba todo el día buscando excusas para hablarle y poder usar el honorífico. Volteó a verlo antes de responder, suspiró al encontrarlo inmensamente atractivo con la cara manchada de pintura.

Normalmente TaeHyung vestía con ropa formal y elegante, prendas que por supuesto le favorecían y le daban un aire de galán de televisión, pero personalmente consideraba a TaeHyung con camiseta ancha sin mangas y vaqueros flojos una bendición. Su cabellera rubia desordenada y su piel morena teñida en breves espacios blancos. Los muebles y el piso del departamento del mayor estaban cubiertos con plástico y sábanas viejas para protegerlos de la pintura. El menor se ofreció en la mañana a ayudarlo y, como no le entusiasma la idea de pintar todo el lugar, aceptó encantado, prometiendole llevarlo a comer más tarde.

— ¿Qué pasa, Tae? —respondió esperando alguna bobería de su parte.

— ¿Te ayudo con esa pared? —era la última parte por terminar y TaeHyung moría de hambre. Era definitivamente más rápido y hábil que YoonGi, técnicamente él pintó más de la mitad del departamento y, aún así, terminó antes que él—. Piensa a dónde me vas a llevar a comer —bromeó quitándolo del camino para acabar con prisa. Le gustaba pasar tiempo con él de cualquier forma, pero prefería estarlo besando.

YoonGi no conocía muchos lugares, cuando era universitario, por primera vez, no salía con sus compañeros a ningún lado. Estaba demasiado ocupado en ser un alumno de excelencia o sus padres lo echarían de su casa y, ciertamente, no deseaba trabajar todavía. Se sentó en el sofá encima del plástico y observó a TaeHyung trabajar. Los músculos de sus brazos y espalda siendo visibles en cada movimiento le erizó la piel. El menor giró a verlo después de sentir que su mirada lo atravesaba por la espalda, sus ojos de gato parecían verlo como su presa, totalmente absortos en lo que hacía. Le dedicó su sonrisa cuadrada sin pensarlo mucho y se apresuró a terminar.

— ¿Conoces algún lugar al que quieras ir, TaeHyung-ah? —preguntó al no tener ni la menor idea de a dónde ir.

— No realmente, no suelo comer en la calle —balbuceó limpiando el rodillo para comenzar a guardar las cosas—. Siempre me llevan la comida al departamento.

YoonGi se levantó a reacomodar todo mientras TaeHyung lo ayudaba a lavar las brochas y el rodillo. Abrió la ventana y encendió el ventilador de pie para sacar el aroma a pintura. Al final, ambos se sentaron sobre el sofá cubierto para revisar lugares juntos.

— ¿Por qué no conoces lugares? —se interesó TaeHyung, después de todo no veía la razón para que su mayor no saliera. A él lo sobreestimulaban demasiado rápido las multitudes, especialmente si estaba en un sitio ruidoso.

— De jóven siempre me quedaba en casa estudiando y después simplemente empecé a cocinar para mí por la falta de dinero—respondió con simpleza, descartando otro lugar que lucía ruidoso.

— ¿Sabe cocinar bien?

— Supongo que no está mal —dijo con una risita—. A JungKook siempre le ha gustado mi comida —añadió.

— ¿Algún día podría cocinar para mí? —pidió sin saber si era correcto o no—. Llevo años sin comer comida casera y de niño siempre sabía horrible —dijo al pensar en todas las veces que la comida que él preparaba eran fideos instantáneos.

— ¿Tu mamá era mala cocinera? —preguntó inocentemente.

El gesto confundido de TaeHyung lo dejó aún más confundido a él:—. ¿Mi mamá? —preguntó sin saber por qué había sacado algo así de la nada—. Soy huérfano, hyung. Crecí en un orfanato —sonaba como si hablara de cualquier cosa simple. Inconsciente de el golpe ficticio que sintió el pelinegro al escucharlo—. ¿Nunca lo dije? —pidió una disculpa al verlo negar.

Take me |TaeGi|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora