- Dormiste casi 6 horas, Lyan. Llama a tus padres.
- No, me iré luego. Gracias por todo Alex, y todo lo que viste, por favor, olvídalo.
Inmediatamente, Lyan terminó su vaso de agua y salió del lugar. Al caer al piso, Alex la tomó y la recostó en la cama, cuidadosamente, ya que Lyan seguía llorando y sollozando. Estuvo con ella, hasta que despertó, viendole su rostro demacrada y las lágrimas que se secaban. Quería saber qué había pasado, pero conocía tanto a Lyan, que también sabía que no habrían respuestas.
Llegando a casa, Lyan como siempre, se dirigió a su pieza y comenzó a reflexionar sobre su vida. Hace tiempo que no lo hacía.
Recordó a sus amigos y compañeros del colegio, qué estaría haciendo ahora, si tan solo su mente se hubiera quedado tranquila. Todo eso le daba aún más pena, por lo que no dudó en salir nuevamente la casa de un amigo, en busca de la santa amiga que la ayudaría a olvidar.
Su amigo, que también tenía la necesidad, la apoyó y fumaron juntos. Entre drogas y sensaciones, estos comenzaron a enfrascarse en un lío de besos y tocaciones que terminaron en lo esperado. Lyan lo besaba y este reapondía tan bien, que por mucho tiempo ella se quedó atrapada en esos besos algo cariñosos. Ella se desvistió encima de su amigo, buscó los condones que él dijo que tenía y se los pasó. Se los puso y el festival de empujones no se hizo esperar. Él, llegó al climax primero, mientras que Lyan sólo disfrutaba el cariño en los labios y ese ardor en ellos.
Iban por la segunda ronda y él paró.
- Me siento culpable, Lyan.
- Por qué? - decía ella entre besos- Estás haciendo algo malo acaso? - y soltó una carcajada.
- No sé - dijo el dudando - Es que no me gusta hacerlo con condón.
Lyan se apartó inmediatamente. Y se sentó al lado de él.
- Es en serio? - poniendose la polera - Después de todo esto, me vas a decir que no quieres por una estupidez así.
- Lyan, es que...
- Odio a los hombres miedosos, sólo que tú no tienes miedo de eso. Tienes miedo y te sientes culpable porque aún quieres a tu ex.
- No es eso...
- No me mientas. Esta bien, siente todo lo que quieras, pero no empieces algo que no terminarás. La estábamos pasando bien y tú vienes con tu mierda sentimental. Dios! Vine aquí para olvidar cosas como esas y lo primero que encuentro es a un masoquista sentimental.
- Ahora yo soy el masoquista. No es mi culpa que no puedas soportar estas cosas por tu cobarde miedo hacerca del amor. Ándate y consigue ayuda, que mucha falta te hace.
Acto seguido, Lyan se vistió y se marchó. La mierda volvió a fluir y lo único que hizo es dormir. Ya se acercaba la madrugada y sería un nuevo día.
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Wonderwall.
SpiritualDe una chica amable, sociable e hipócrita a alguien totalmente despreciable, pero sincera.