Durante la siguiente semana, y aunque Steve llegaba tarde de trabajar y de buscar piso, tuvieron tiempo para estar juntos durante unas horas la mayoría de los días.
Eran momentos que les resultaban muy satisfactorios.
En ocasiones permanecían callados, a gusto con aquellos silencios; en otros momentos no paraban de hablar: arreglando el mundo, quejándose de las injusticias de la vida y riéndose de las cosas absurdas. En una palabra, conociéndose el uno al otro.
A veces paseaban por el parque y después almorzaban en algún concurrido bar; o en otras ocasiones cenaban en algún lujoso restaurante, o iban a ver algún espectáculo.
En cuanto a Toni, no le importaba como pasaban el tiempo. Lo importante era estar juntos.
Ni su padre ni Natalia dijeron una palabra, pero las miradas envidiosas de Natalia a su hijastra, dejaban claro que habría estado encantada de ocupar su lugar. De haberlo hecho, pensó Toni irónicamente, se habría sorprendido al comprobar lo inocente que era todo: tanto en casa de su padre como fuera de ella, Steve evitaba, salvo algún roce ocasional, cualquier tipo de contacto.
De no ser por la llama de deseo que a veces veía en sus ojos, habría pensado que no estaba interesado en ella como mujer. Pero al tiempo que admiraba su autocontrol, se daba cuenta de que cada vez estaba más impaciente, y se preguntaba cuanto tiempo aguantarían así.
El siguiente viernes por la noche, Steve insistió en ir los cuatro juntos a cenar a Peregrines.
Durante la excelente cena, propuso un brindis por el padre de Toni y Natalia.
- Por Howard y Natalia. Quiero agradecerles a los dos su generosa hospitalidad durante las últimas semanas.
El padre de Tasha, que haciendo gala de una gran perspicacia había llegado a la conclusión que la relación entre su hija y su invitado era completamente inocente, había suavizado mucho su actitud.
- Nos ha gustado tenerte en casa - dijo y sus palabras eran sinceras.
Natalia, a quien Howard había confiado sus pensamientos, también habló cariñosamente.
- Nos gustaría que dejaras de buscar piso y que te quedaras con nosotros hasta que te marches.
- Gracias. Es muy amable por su parte, pero la razón de esta cena es anunciarles que me mudo mañana. He encontrado un pequeño apartamento que me será útil en varios aspectos. Para empezar, está lo suficientemente cerca del trabajo para poder ir andando.
Natasha escuchaba presa de sentimientos contradictorios, preguntándose cómo iba a afectar aquella mudanza a su relación.
¿Aprovecharía Steve la oportunidad como excusa para salir de su vida? A pesar de lo que había dicho sobre la atracción y la química sexual que había entre ellos, quizás no la quería a ella concretamente, en cuanto tuviera un piso para él solo no tendría ningún problema en encontrar una amante.
Abatida por aquel pensamiento pasó el resto de la velada apesadumbrada, aunque haciendo un esfuerzo, consiguió sonreír y participar en la conversación.
De vuelta a casa, su padre y Natalia dieron las buenas noches y se fueron a la cama, dejando a la joven pareja sola.
- Por cierto, tengo entradas para el teatro para mañana en la noche, si te apetece ir - comentó Steve despreocupadamente mientras tomaban una última taza de café en el cuarto de estar.
- Me encantaría - contestó Natasha sin dudar.
Al ver como sonreía, Toni se preguntó si no debería ponérselo más difícil, pero era demasiado sincera y no estaba en su naturaleza el andar jugando.
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Matrimonio por encargo
RomanceAdaptación ¿De verdad Steve Rogers había engañado a su padre en los negocios y había tenido una aventura con su madrastra? Natasha se quedó destrozada al oír aquello justo antes de descubrir que estaba embarazada de Steve; lo único que podía hacer...