Capítulo 2 Inicios

52 8 7
                                    

~En ese momento todo fue oscuridad y frío, el dolor de repente desapareció y mi cuerpo dejo de responder. Una paz me invadió avisando que ese era el final.~

El cenote estaba tranquilo, el agua azul resplandecía tenuamente desde el fondo y sobre este se encontraba el cuerpo inmóvil de Donají mientras que desde las alturas una gran y extraña ave de gran plumaje negro y belleza sin igual observaba el cuerpo inmóvil de la joven que se desangraba lentamente. El ave descendió majestuosamente posándose sobre el cuerpo flotante juntando sus cabezas frente con frente, cerrando sus ojos hizo surgir un silencio que con el paso de los segundos fue invadido por un aura verde desprendida del ave que poco a poco se fue mezclando con el azul del agua iluminando cada rincón de la cueva suavemente mientras se comenzaba a escuchar el canto de las aves de fuera y algunos peces nacían del fondo. Las flores comenzaron a crecer y florecer por todas mientras la joven era sumergida por el que antes era un ave y ahora parecía un hombre joven de piel apiñonada y cálida al igual que sus ojos con una cabeza algo alargada y sin cabello vestido con algún tipo de pati rojo y amarillo con un collar de piedras redondas, brazaletes de metal y adornos en su cabeza; el hombre quien parecía estar arrodillado sobre al agua entonaba un extraño dialecto mientras dejaba delicadamente el cuerpo sumergido para después conversar con el cielo donde la luna descansaba a través de un orificio en lo alto del cenote. Tomando de nuevo a la chica entre sus brazos acarició su mejilla y presionó su entrecejo devolviéndole la conciencia.

Al despertar no pudo sentir nada más que terror pues se encontraba sola en medio un cenote con un enorme dolor de cabeza que no hacía más que confundirla más sin poder mantenerse bien a flote. Después de lograr estabilizarce comenzó a buscar una salida dando con la extraña imagen de un hombre ligeramente sonriente sobre el agua que se transformaba en ave. Confundida nadó hacia el único pedazo de tierra en el cenote topandose con el ave la cual parecía clavar su mirada en ella hasta que solo se dió media vuelta y desapareció caminando en la única gruta del lugar. La joven extrañada se quedó en la orilla sin poder aclarar su cabeza mientras sus ojos analizaban el lugar y su memoria hacia su mejor esfuerzo tratando de recordar lo ocurrido  pues nada era claro. Cansada y adolorida se recostó en la tierra húmeda observando la única entrada de luz que poco a poco le fue dando una extraña y profunda sensación sofocante mientras los recuerdos de lo ocurrido la bombardeaban llenadola de emociones que se anudaban en su pecho impidiendo que el aire pasara.

—Sigueme— escuchó resonar en la cueva sacando a la joven del trance sin desaparecer sus emociones, dándole un solo objetivo: escapar.

El único camino que tenía era la gruta por donde el ave se había ido pues jamás podría escalar hasta el orificio, así que armandose de valor se adentró en la oscuridad. La gruta era lo suficiente amplia para que una persona pasará por ella, por sus paredes escurrían pequeños hilos de agua hasta el suelo donde se generaba un riachuelo que cruzaba del cenote de dónde venían hasta el otro lado donde se miraba un pequeño haz de luz al fondo que se hacía cada vez más grande con cada paso que daba llegando así a una cueva más chica con un cenote más pequeño donde una superficie de tierra resaltaba al poseer una mesa hexagonal de piedra con un cuenco tallado en medio de dónde emanaba agua cristalina que llegaba al cenote y que parecía subir por la paredes adornadas de diversas plantas que aromatizaban el lugar.
De nuevo aparecía el hombre estirando su mano hacia la joven mientras le pedía acercarse a la mesa amablemente, Donají desconfiada fue acercándose poco a poco al ver que tampoco había una salida en esa cueva.

—¿Quién eres tú?— preguntó del otro lado de la mesa de piedra con una mirada defensiva.

—Tengo muchos nombres— le respondió tranquilamente mientras bebía agua con sus manos, —Pero en la antigüedad me llamaban Yum Ka'ax— complementó mirándola fijamente con sus hermosos ojos brillantes.

Donají: El Renacer de un GuardiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora