Capítulo 1. Los Blake

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"Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, de pronto cambiaron todas las preguntas"

Mario Benedetti


2008

La chica de la minifalda y los tacones plateados se inclinaba a la ventanilla del conductor del auto que había detenido con solo contonearse en su esquina. No pasó por alto los ojos verdes y el cabello castaño del pequeño que yacía absorto en el comics de Batman en el asiento trasero del auto.

–Esta noche paso por ti – dijo el conductor.

La joven sonrió con picardía y envolvió su dedo en un rizo azabache que le colgaba en la nuca.

– ¿Dónde siempre?

El hombre asintió.

– Solo espero que esta vez no traigas compañía –la joven señaló con los ojos al pequeño niño.

– ¿Te refieres a mi hijo? – Pronunció con voz inmutable y grave – Es un niño discreto, pero vendré solo, pago por lo que quiero y te quiero solo para mí...esta noche.

El pequeño levantó la mirada y repasó fríamente a la "amiga" de su padre y retomó la lectura. El padre sacó una mano fuera del auto y perfiló con la punta de los dedos el escote de la joven, quien se estremeció y guiñó un ojo a su cliente.

Llegaron a casa media hora después.

Fue una víspera de navidad como cualquier otra para la familia Blake, fiesta en la mansión, regalos y una vela con el número siete decoraba el pastel de chocolate del pequeño. Sin embargo al terminar la celebración y quedar la casa vacía, poco a poco, justo antes de que los ojos turquesa se cerraran adormilados pudo ver a su padre escabullirse por la puerta, su madre junto al sofá dormida o inconsciente junto a algunas botellas de vino, algunas sin terminar otras completamente vacías.

Parecía todo un triste cuadro de Edvard Munch*. Lamentable contraste de lo que horas antes parecía la familia perfecta.

Unos brazos levantaron al pequeño y lo llevaba acunado en su pecho, quien con una entrecerrada mirada verde azulada examinaba el triste cuadro familiar ya habitual.





2022

Catorce inviernos pasaron desde aquella tarde de nochebuena. Nuevamente un auto, esta vez mucho más lujoso se detuvo en la misma calle de hace tanto tiempo. Esta vez el conductor no dijo una palabra. La puerta trasera se abrió y una voz masculina salió de ahí.

–Entra – ordenó

Esta vez no era una joven en minifalda, sino una señora de treinta y tantos años con el cabello teñido de negro y reflejos rojizos. Vestía un vestido dorado con plumas en los hombros y una abertura en la pierna derecha que al sentarse no dejaba nada a la imaginación, todo en ella era una invitación a la lujuria.

La voz provenía de un joven atractivo con una corbata esmeralda y traje negro, la expresión de este era prepotente y ansiosa, pero había algo en él que encontraba raramente familiar.

–Vamos a una fiesta – dijo el chico.

–Podemos iniciar la fiesta ahora mismo – ella recorrió atrevidamente con la mano el interior de su muslo mientras se contraía de excitación. Ella le sintió tensarse y sonrió de satisfacción.

Era una de esas pocas veces en las que una prostituta encontraba un joven tan atractivo requiriendo sus servicios y si sobre todo eso si era rico, pues era una doble fortuna.

¿Quién eres tú?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora