Ese algo

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—¿Puedes? —repitió desviando sus iris.

Bakugo asintió, respiró un poco para luego comenzar a desprender su olor un poco, lo suficiente para percibirse. Un refrescante olor a bosque.

Era tan agradable, dejándose llevar se acercó de manera lenta y como no hubo objeción por parte el cenizo; dirigió su rostro al cuello ajeno.

Sintió un escalofrío por esa cercanía, no diría nada porque era tan placentera. Shoto dejando atrás toda la pena posó sus manos entre los hombros y los pectorales de Bakugo.

Era bueno que haya crecido, ahora era pocos centímetros más alto, porque así Todoroki no tuvo problema en descansar su cabeza en su hombro, con si nariz en dirección al olor.

Las manos del alfa fueron de a poco a abrazar la cintura ajena para acercar un poco más al heterocromatico.

Fue fastidioso no poder hacer lo mismo, porque el cuello de Shoto no tenía olor, pero no podría quejarse, la estaba pasando muy bien.

Era increíble como sentían sus corazones a mil y al mismo tiempo una calma los rodeaba.

Ambos lobos se reconocieron, se complementaban, así era como debían estar. Así era como querían estar.

[...]


Presentable sin perder su estilo, le sentaban bien los pantalones con esa playera sencilla manga larga. No tardo tanto en arreglarse y prefierio solo darse un vistazo en el espejo para evitar pensarlo tanto.

Ya era viernes, a media hora de su cita. Aún recuerda cómo se le abalanzaron sus amigos cuando les dio que ya había arreglado el asunto, y luego vieron los consejos de vestimenta, en donde solo usó un poco algún consejo de Mina.

Ni de broma les dijo dónde, eran capaces de espiarlo para saber todo de primera mano. Por el grupo de chat de sus amigos le daban ciertos consejos, así como también lo hicieron salir a media hora antes porque la puntualidad es imporante para dar buena impresión.

Por favor, no era la primera vez que salían, de ese modo sí, pero ambos conocían al otro; las primeras impresiones quedaron atras.

—Mírate, pareces decente —comentó Mitsuki sonriendo por ver de esa forma a su hijo.

Sabían a dónde iba, también con quién. Pero eso último solo debía saber su padre porque le pidió consejos y para darle alguno bueno el hombre tenía que saber quién era de ser posible.

La razón de pedirle consejos a él, era porque compartía cierta similitud con Todoroki en algunas actitudes. Cuando hablaron la rubio los escuchó; tan molesto no estaba, ella también le dio cierta ayuda.

—Suerte en tu cita, hijo —le dijo el pelicafe.

Asintió sin dejar de caminar, era incómodo y mejor se apresuraba.

—Ay, Masaru, ¡ya quiero conocer a Shoto-Kun en persona! —se tocó la mejilla emocionada.

—Yo también, cariño. Esto me recuerda cuando tuvimos nuestra primera cita, Katsuki se parece tanto a ti —señaló depositando un beso en la frente de su esposa.

Tenía razón, podía verse reflejada en el cenizo; ese mismo nervio que ocultó para ir al encuentro con su pretendiente. Le llenaba de alegría ver a su hijo contento.

LavenderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora