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Sakura se mantuvo inmóvil en contra de su voluntad, el agarre en su cabello era firme. La tranquilidad con la que era sometida era abrumante.

Como si ambos supieran que ya habían ganado.

—Kabuto te llevará a casa— habló Danzo, pronunciando con énfasis cada palabra, su voz trasmitía una calma estremecedora—, y cuándo terminé con unos asuntos, iré por ti.

Sakura escuchó el sonido metálico de las esposas— ese maldito sonido—, y cuando el click de la cerradura resonó con eco en su cabeza, emitió un gimoteo de desesperación.

—Tan linda— la aduló el hombre, la pesada mano de él, se deslizó por su largo cabello, acariciando las hebras con ternura—. Al principio estaba furioso, cuando te perdí mi alma se llenó de tristeza—. Sakura no contuvo sus lágrimas, la respiración en su oído de ese hombre era insoportable, cada palabra que salía de su boca era la peor sensación que había experimentado en su vida—. Pero entendí que nuestra separación era necesaria, si te hubieses quedado a mi lado más tiempo, te hubieses marchitado.

—Por eso te dejé ir— admitió el hombre, Sakura enterró las uñas en el piso de madera, dejando una marca en ella, intentando aferrarse con todas sus fuerzas—. Por eso dejé que te alejaran de mi lado, pero ahora que has florecido te quiero de vuelta.

De un brusco y violento movimiento el adulto la puso sobre sus rodillas, el agarre en su cabello le dolió mucho. Y cuando la sacudió con fuerza sus lágrimas cayeron a la par que una densa angustia se alojaba en su pecho.

—¡¿Creíste que podías irte de mi lado sin mi consentimiento?!— rugió ese ser malévolo, mostrando una actitud despiadada y cruel—. ¡¿Creíste que iba a dejar que vivieras con ese despreciable Uchiha?!

Sakura sollozó cuando él se inclinó hacia ella, pegando su boca a su oreja y rugió con una ira incontrolable, gritando una orden.

¡Respóndeme!

—¡No!— sollozó con fuerza, su llanto ruidoso y vehemente, completamente aterrada—. ¡No!

—¡¿No, qué?!— alzó la voz Danzo, cada vez más violento—.¡¿No, qué?!

—¡No Danzo-sama!— chilló entre llanto la pelirosa, la desesperación era contundente en ella, cada fibra de su ser temblaba de terror puro.

Y ambos amaron eso.

—No quiero errores está vez, Kabuto— bramó el líder hacia el chico de cabello blanco, el cual se limitó a asentir con la cabeza a la vez que ajustaba sus lentes en el puente de su nariz—. Ya sabes que hacer.

Sakura fue obligada a ponerse de pie, el joven tiró de la cadena que unía ambas esposas. La chica sintió una extraña— pero tan familiar sensación— recorrer su cuerpo.

Sabía lo que significaba, esas grilletes anulaban su chakra y la dejaban completamente indefensa ante ellos. Se sintió mareada y las náuseas no tardaron en aparecer.

—¿Haremos el jutsu otra vez?— preguntó Kabuto.

—No— respondió Danzo—. Sólo mantenla lejos hasta que yo vaya por ustedes.

—Esta bien.

Y en un instante, Kabuto desapareció llevándose a la joven con él.

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Una inquietud cubrió el ambiente, la aldea estaba en silencio, un silencio agobiante.

Shikamaru detuvo su movimiento a media acción, la pieza de shogi entre sus dedos cayó sobre el tablero. Su padre se sorprendió ante ese acto, su hijo no era una persona que descuidara sus movimientos, cada movimiento era calculado con suma precisión, evitando así despreciar energía incesariamente, en especial en cada partida. Y cuándo dejó caer esa ficha, haciendo que varias se movieran de su lugar, entendió que algo muy malo acababa de pasar.

Cuando Los Cerezos Caen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora