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La niebla era densa; el clima pesado y húmedo los hacia sentir una gran pesadez. Las largas y oscuras capas de Akatsuki resaltaron en el lugar, las pisadas sobre el puente de la aldea de la niebla se escuchaban pausadas y firmes.

—Vamos Itachi— exclamó Kisame con un claro tono de burla en su voz—, quita esa cara larga.

—Cállate.

Deidara rió a carcajadas ante la respuesta del Uchiha. A pesar de estar unos pasos atrás del dúo no le fue difícil imaginar la cara de disgusto del azabache.

—Solo son unos...— Sasori tragó grueso cuando los ojos escarlata de Itachi lo amenazaron de muerte, decidió, por su bien, que era mejor no terminar esa frase.

—Tanto alboroto por unos tontos dangos— se quejó burlesco, sin temer a la muerte, Hidan—. Puedes conseguirlos en cualquier lugar.

Cansado de las burlas y con la furia en su máxima expresión, el azabache enfocó su mirada en el peligris y lo encerró en un gentjustu.

El cuerpo de Hidan se desplomó en el suelo como un cadáver, el golpe de su cabeza contra el pavimento fue algo grotesco. Aún así, ninguno hizo amago de ayudarlo o al menos sujetar su cuerpo.

Sasori suspiró y se dejó caer en el suelo para descansar, odiaba los estúpidos juegos de sus compañeros, ahora la misión debía esperar un poco más; y él odiaba esperar. Deidara sonrió con malicia y formó unas bombas de arcilla con la idea de esconderlas entre la ropa de Hidan y hacerlo explorar más tarde.

—No te atrevas— le reprendió Sasori.

—De todas formas él no va a morir— protestó sin detener su travesura—. No seas aburrido, Sasori.

—Mejor lo hago una marioneta— exclamó el pelirrojo inclinándose hacia delante. Si iban a perder el tiempo mientras estuviese inconsciente, qué mejor que hacer su pasatiempo favorito.

—Tu manera de ver el arte da asco— exclamó celoso el rubio de cabello largo, ignoró la mirada retadora y hostil que el pelirrojo le dedicó y continuó con su tarea, completamente emocionado—. ¡El arte es una explosión!

—Hacer explotar las cosas no es arte— respondió indignado por las palabras de su compañero—. El verdadero arte es la belleza eterna.

Curioso, porqué esas palabras fueron un detonante para una pelea entre ellos.

—¡Si lo es, imbécil!— chilló enfurecido—. ¡Retractate!

—No.

—¡Hazlo o te voy a estrangular, hm!

Kakuzu se posicionó de cuclillas y sacudió el cuerpo de su compañero una vez Itachi deshizo el gentjustu. Los ojos de Hidan se voltearon hacia atrás y una sonrisa de satisfacción enmarcó su rostro.

—Tú estás mal de la cabeza— exclamó con un suspiro de resignación, comenzando a hartarse del griterío de sus dos compañeros, cargó al peligris sobre su espalda.

—Callense o los mataré— interrumpió Kakuzu hastiado. Con su amenaza aún en pie, retomó la caminata alcanzando al prodigio Uchiha.

—Itachi empezó— se defendió Deidara cruzándose de brazos.

El Uchiha se detuvo a medio camino; justo en la mitad del puente. A un costado, había una pequeña extensión con unos asientos. Junto a ellos había una piedra memorial decorada con flores.

—Estan frescas— comentó para si mismo el azabache cuando se inclinó y sus dedos tocaron los suaves pétalos blancos.

—¿Qué es eso?— preguntó Sasori inclinándose junto a su compañero, los demás se acercaron ante la expresión extraña del azabache.

Cuando Los Cerezos Caen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora