0.7

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Sasuke

Sentía el corazón en los oídos, no podía escuchar lo que pasaba a mí alrededor. Solo tenía claro el camino y que debía recorrerlo rápido.

No podía ver nada más que las grandes ramas donde pisaba, señalando mi camino.

Estrujé el pequeño cuerpo que cargaba con delicadeza, intentando sentirlo aún más.

Intentando volvernos uno solo.

Se sentía como cristal, tan frágil y ligero. Ella tenía el cabello muy largo y maltratado, estaba opaco y sin brillo en comparación de la última vez que la ví. Los grilletes en sus tobillos y sus muñecas estaban adheridos como si fueran parte de su piel. De hecho, pesaban más juntos que ella en sí.

Todos estos años, ella...

No podía pensar, no podía razonar. No importa cuánto lo intentara mi cerebro trabajaba como un disco rayado impidiendo que pensará o buscará algún tipo explicación, sólo me repetía dos pensamientos.

Esta viva.

Volver a Konoha.

Aumenté la velocidad y con ayuda del Sharingan mis movimientos se hicieron más precisos. El chakra que circulaba por mis pies me daba la firmeza para correr como si mi vida dependiera de ello.

Esta viva.

Volver a Konoha.

Sentí las lágrimas deslizarse por mis mejillas, sentí las piernas quemar cuando mi cuerpo empezó a pedirme un descanso. Sentí mi corazón agitado amenazando explotar.

No iba a colpasar. Ni ahora ni luego.

—¡Sasuke, aquí!— gritó Minato a mis espaldas, giré mis tobillos cambiando la dirección de mi destino hacia el cuarto Hokage. Estiré mi mano y al tocar la suya ambos nos teletransportamos a Konoha.

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Konoha

Campo de entrenamiento.

Hinata se acercó a Ino y Hana junto con sus dos compañeros de equipo, la azabache vió como Ino peinaba el cabello de la chica y no pudo evitar recordar a Sakura.

Sakura debería estar en el lugar de Hana.

La Hyūga sacudió la cabeza ante ese repentino pensamiento sintiéndose muy culpable. Hana no era responsable de lo que había sucedido, fue lo que pensó una y otra vez sintiéndose egoísta.

—¡Hinata, Kiba, Shino!— gritó Hana alzando la mano, la chica tenía una gran sonrisa en su rostro y sus ojos brillaban bajo la luz del sol que comenzaba a ocultarse.

—¿Qué hacen por aquí?— saludó Ino a los recién llegados, la oji-azul extendió su mano invitando a Hinata a sentarse junto a ellas.

—Estamos muy aburridos— se quejó Kiba, Akamaru ladró a su lado para confirmar—, los chicos están en esa misión y nosotros aquí.

—¡Se que van a completar la misión con éxito, la llama de la juventud arde en ellos!— gritó Lee unos metros adelante haciendo flexiones con una mano.

Tenten rió pero apoyó el pensamiento de su compañero de equipo. Kiba sonrió pícaro y retando a Lee ambos comenzaron a hacer abdominales.

—¡Couji unetenos!— gritó Lee con fuego en sus ojos al ver como sigilosamente Shino se unía a la contienda.

Tenten aburrida de tanto ejercicio se sentó junto a las chicas que tomaban el té sobre una linda manta de color rosa oscuro.

—Espero que Naruto-kun este bien— se lamentó la oji-perla dándole un pequeño sorbo a su bebida recordando las palabras de su novio días antes.

Cuando Los Cerezos Caen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora